El recientemente creado Movimiento Obrero Santafesino (MOS) nuclea a la CTA de Santa Fe, a las CGT Regionales Santa Fe, San Lorenzo, Venado Tuerto, Rafaela y Reconquista, al Movimiento Sindical Rosarino, la FESTRAM, Amsafé Provincial y al Consejo Directivo Provincial de ATE. pic.twitter.com/yaJzV6XW9G— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) 9 de noviembre de 2017
Como da cuenta el tuit de apertura, Cristina
recibió en el Instituto Patria a los representantes del Movimiento obrero
Santafesino, una amplia coalición de sindicatos integrados en cinco de las
delegaciones regionales de la CGT en la provincia de Santa Fe (Rafaela,
Reconquista, Santa Fe, Venado Tuerto y San Lorenzo), la CTA, el Movimiento
Sindical Rosario y gremios como FESTRAM (trabajadore muinicipales), AMSAFE
(docentes públicos provinciales) y ATE (estatales provinciales y nacionales).
Pocos días antes del
encuentro, el MOS había producido un duro documento rechazando de plano la
reforma laboral flexibilizadora propuesta por el gobierno y la reforma
previsional, exigiendo la defensa irrestricta de la ley de movilidad
jubilatoria (hoy amenazada por el proyecto del gobierno), del sistema
previsional público, solidario y de reparto, de la ley de contrato de trabajo y
las convenciones colectivas y paritarias libres, y de las obras sociales
sindicales.
Unos días antes,
los gremios de la CISEP (intersindical de trabajadores públicos provinciales)
que en su mayoría integran el nuevo nucleamiento habían rechazado las presiones
del gobierno nacional al de Lifschitz para la “armonización del sistema
previsional”, con recorte de derechos para los actuales y futuros jubilados.
Los gremios que
integran el MOS provienen tanto del sector público como el privado, y la
mayoría de ellos fueron fuertemente afectados por las políticas de Macri:
apertura indiscriminada de las importaciones, negociaciones salariales a la
baja, despidos y recortes en el Estado, tarifazos y baja del consumo que ponen
en riesgo fuentes de trabajo.
Sin haber
convergido antes en un único sello, todos ellos registraban antecedentes de
unidad en la lucha desde diciembre del 2015 para acá: el Movimiento Sindical
Rosario fue parte importantísima de la multisectorial contra los tarifazos, y
todos los sindicatos, centrales y delegaciones regionales movilizaron en
conjunto el año pasado en el paro de la CGT.
Al igual que
sucedió en la provincia de Buenos Aires, en las PASO de Santa Fe la lista de
Unidad Ciudadana que encabeza Agustín Rossi asumió por escrito y en público un
compromiso de 21 puntos a llevar adelante en caso de que sus candidatos
llegaran al Congreso; que tras las internas fue asumido por el conjunto del
Frente Justicialista Santafesino, al adherir a ello la lista que encabezaba
Alejandra Rodenas.
En esos puntos (los
mismos que planteó en Buenos Aires la lista que encabezaba Cristina) se
rechazaban de plano y de antemano todas las medidas del ajuste que se sabía que
Macri impulsaría en caso de ganar las elecciones, como finalmente ocurrió:
envalentonado por el triunfo, los está ejecutando con absoluta decisión.
Los que confluyeron
en el Movimiento Obrero Santafesino vienen de historias diferentes, tanto en lo
estrictamente sindical como en lo político: es muy posible que ni siquiera
todos sus dirigentes hayan votado antes o ahora a las listas del kirchnerismo o
del PJ, y con toda seguridad todos sus afiliados no lo hicieron.
Como también es cierto
que la política sindical fue uno de los mayores déficits del kirchnerismo en el
poder, en especia luego del conflicto con Moyano; cuando no se tendieron
puentes para recomponer la cosa (lo cual fue recíproco, por supuesto) y –más
importante aun- porque nunca se encaró con decisión la tarea de consolidar una
“pata sindical” propia; algo que parece empezar a revertirse: tanto en Santa Fe
como en l provincia de Buenos Aires las listas de Unidad Ciudadana se poblaron
de dirigentes sindicales con trayectoria irreprochable, y probadas credenciales
en la defensa de los intereses de los trabajadores.
Sin embargo, el
encuentro en el Patria demuestra que ningún desencuentro o desavenencia
anterior importa ahora, porque las prioridades son otras: la unidad contra el
ajuste, la organización de la resistencia de los ajustados, la búsqueda de
enclave parlamentario de las luchas sociales por venir, y de anclaje social de
la representación política y legislativa, para fortalecerla en el objetivo de
frenar al gobierno de Macri y sus políticas perniciosas para el conjunto de los
trabajadores, y las grandes mayorías nacionales.
Y si para eso los
sindicatos nucleados en el MOS eligieron a Cristina (siguiendo el ejemplo que
marcó antes la Corriente Federal de los Trabajadores) es porque ella es la
principal (si no casi única y excluyente) referencia opositora al gobierno de
Macri. Lo era antes de las elecciones, y lo sigue siendo después, con mucha
mayor nitidez a la luz de ciertas claudicaciones que se observan en el Congreso
y en muchos sectores de la conducción de la CGT.
La representación
política (y vaya si Cristina lo es) necesita del respaldo de las organizaciones
sociales, y la organizaciones sociales (y el sindicalismo es la más importante
de todas, en nuestra opinión) necesitan que la política amplifique, recoja,
sostenga y lleve adelante sus reclamos.
De esa necesidad
mutua nació el encuentro, y de ella nacerá también seguramente la confluencia
en un trabajo conjunto en la coyuntura. Si sirve además para pensar en el
mediano plazo en la estructuración de una alternativa opositora competitiva
para el 2019 mejor, pero en lo inmediato no es poca cosa. Es por ahí el asunto.
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