LA FRASE

"DE MI ASCENSO A SECRETARIO DE ESTADO SOLO DIRÉ QUE SI UNO ES BUENO EN LO SUYO, EL RECONOCIMIENTO SIEMPRE LLEGA." (MANUEL ADORNI)

domingo, 7 de septiembre de 2014

UN NEGOCIO BÁRBARO, PARA ARSSA


En un post anterior se comentaba la “sorpresa” del aumento del peaje, que en su última secuela significó llegar a un 678 % de incremento desde que el socialismo es gobierno en la provincia.

En este otearemos algunos aspectos de la concesión de la autopista que dan cuenta del despropósito que ese negocio significa para la provincia.

La de la autopista es una concesión de obra pública que se financia por el peaje que se autoriza a percibir de los usuarios.

El contrato prevé que el concesionario-contratista debe ocuparse de la administración, explotación, gerenciamiento, mantenimiento, mejoras, ampliación, conservación, remodelación y repavimentación de la calzada, mediante el peaje  que es fijado unilateralmente por la Provincia; siendo su ganancia un porcentaje que se denomina "pago por vehiculo pasante" (PVP), que era la oferta económica que definía al ganador (el oferente que menor importe ofertaba por PVP era el que mejor oferta hacía).

Con la diiferencia entre el PVP y la tarifa (y otros aportes menos significativos previstos en el pliego) se formaba un "fondo de obras" para financiar otros trabajos distintos a los definidos a cargo del concesionario-contratista. Va de suyo entonces que el fondo de obras no es del tercero contratante, sino de la Provincia.

Ahora bien, la obra principal definida a cargo del concesionario es la repavimentación de la calzada; pero hete aquí que tal obra se encuentra tanto en el pliego como en el contrato indefinida.

Es que no hubo al momento de licitar ni al de celebrar el contrato precisión sobre que significaba técnicamente repavimentar (pensemos simplemente los que somos legos en tipo, grosor y consistencia del material), cuál era el costo que la Provincia estimaba que significaba hacerlo a su satisfacción (importante para determinar la corrección de la ecuación económica de la oferta y la factibilidad de su amortización, y aventar ofertas muy bajas inviables), el plazo de ejecución y la programación de los trabajos.

Dado lo anterior, la concesión pensada para hacer a nuevo la autopista evidentemente ya naufragó, y el concesionario se encarga del gerenciamiento de la unidad de negocios, satisfaciendo el pago del canon mensual, efectuando un mantenimiento superficial de la calzada y obteniendo una extraordinaria ganancia por PVP; aprovechando el incremento constante del parque automotor y el uso de la vía de circulación.

Por lo demás, a la fecha no se sabe muy bien con cuánto se ha integrado el  "fondo de obras" y si es lo que corresponde. Tampoco puede tenerse muy en claro que esos fondos con afectación específica estén disponibles para su fin, toda vez que depositados en la Cuenta Renta Generales se confunden con los de otra fuente, y atento a autorización legislativa al Ejecutivo de utilización del fondo de cuentas unificadas de la provincia casi en su totalidad, impiden tener por probado que siempre la integridad del Fondo está reservado para su fin.

Todo lo cual explica que, con un 678 % de aumento en menos de siete años del peaje y a más de cuatro años de vigencia del actual contrato de concesión, la autopista siga luciendo igual que antes, sin cambios significativos en su estado de conservación. 

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