LA FRASE

"LE DIJE AL PRESIDENTE MILEI QUE ESTOY MUY INTERESADO EN INVERTIR EN SU PAÍS, ESPECÍFICAMENTE CONTRATANDO A LOS CIENTÍFICOS DEL CONICET, ARSAT Y EL PLAN NUCLEAR QUE SU GOBIERNO ESTÁ DESPIDIENDO." (ELON MUSK)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

CASI COMO CASEY


RECIBIMOS UN CORREO: ”Era 1969, tenía 8 años. De él recuerdo dos cosas: el Cordobazo y la llegada norteamericana a la luna. Las dos las ví por tv y con atención, pero sólo el primero me marcó a fuego. Trabajadores protestando con el apoyo del estudiantado y contra la dictadura de la Revolución Argentina. Trabajadores y estudiantes ganando la calle y siendo reprimidos, eso era algo que lo viví como real. Lo otro me parecía más fantasioso y me atrapó tanto como Viaje a las Estrellas o Perdidos en el Espacio, lo ví como algo de ciencia ficción. En casa se comentaba el tema del “hombre en la luna”, pero de lo que se hablaba era del Cordobazo.
Año 1970. Aparece Montoneros en forma más que visible, lo secuestran a Aramburu y lo ejecutan días después. Empiezan a ser conocidos Abal Medina, Ramus, Capuano Martínez, Mazza, Arrostito, Firmenich... Los afiches con sus caras y con la leyenda “buscados” aparecen en las paredes de todo el país. Tenía 9 años. Mi padre respondía a mis preguntas, que iban direccionadas a la fusiladora, Perón, Evita, la CGT, por qué el exilio…
Año 1972, el 22 de agosto fusilan  a los presos en Trelew y recuerdo ver al marino Sosa por TV, dando explicaciones inexplicables por lo ocurrido. Nadie le cree. Días después, concurro al primer acto político en Santa Fe: homenaje a los caídos. Tengo presente al papá de uno de los asesinados (Jorge Ulla) -a quien yo conocía-, hablando ante cientos de personas. El lugar no sé qué era, por calle 1° de Mayo pasando una o dos cuadras al norte de la Plaza San Martín. Muchos jóvenes asistieron y cantaban consignas contra Lanusse.
16 de noviembre de 1972, recuerdo la transmisión nocturna con la salida del vuelo que trae a Perón a la Argentina. Tengo presente al periodista Sergio Villarruel (padre de Claudio y de Darío Villarruel) transmitiendo desde España. Al día siguiente, recuerdo el famoso paraguas de Rucci y Perón levantando ambos brazos, así como el desfiladero de peronistas (en su mayoría jóvenes), desfilando por la puerta de la casa de Gaspar Campos.
En ese año 1972, tenía 11 años, la edad de Casey. Iba a la escuela Belgrano del barrio Sur de Santa Fe, a la que, entonces, las familias tradicionales mandaban sus hijos a la primaria, donde el peronismo “no tenía prensa”. Es el año que volvió Perón y me recuerdo junto a Tito y al Cabezón D., peleando contra el resto. Y peleando contra el resto a veces, eran piñas pero, casi siempre, la discusión verbal. En ese entonces éramos peronistas contra el tándem radicales—antiperonistas. O sea, tres contra el resto del mundo, al menos en nuestro grado. 
Y escuchándolo a Casey, me acordé de nosotros. Y, obviamente, el discurso tenía que ver con lo que recibíamos de escuchar a los adultos, pero transformado. Pero había diferencia, piénsese que no existía internet y la tv era limitada a un par de canales con horarios reducidos. No era tan popular como lo fue luego. Y digo transformado porque si bien, en mi caso, heredé el peronismo de mi padre, nunca lo ví como él. Ni a los 11 años ni hasta que tuve 18 que fue cuando murió. Pero sí es cierto que en la mesa se hablaba de política, como ocurrió desde 2003, en que se recuperó el interés por lo público, porque se recomprendió que lo público nos atañe, nos es propio. Y Casey tiene hoy esa posibilidad y la aprovecha. Absorbe todo lo que lo circunda y forma su opinión, su criterio que podrá tener más o menos profundidad. Seguramente no podemos pedirle que piense como un adulto de 20 o uno de 50, pero a opiniones oídas y leídas, este niño le lleva ventaja a unos cuantos. Por lo menos no lo hace por dinero, como vos: Lanata”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como Casey hay muchos, él llama la atención por su expresividad. Pero antes también los hubieron y por suerte los habrá.

Anónimo dijo...

Tienen tanta razón. Yo que en el 76 tenía 11 años, me acuerdo del golpe y tambien me acuerdo de más chico con mis viejos agregándole a todo el Perón Vuelve; a los nueve la tristeza cuando Perón murió y estuvo todo el día la transmisión de TV en blanco y negro y mi casa era una más de velorio; me acuerdo lo que me fascinaban los actos a los que iba con mi viejo, hay uno en el Paraninfo de la UNL que en el balcón estaba Solano Lima pero en Boulevard eran chicas y muchacos que cantaban y yo ya quería ser como ellos (y era el 73 y tenía 8)-y mil cosas más- Y también me acuerdo de haber sido en el San José de Varoncitos de los peronistas del grado, pero en mi recuerdo está que no éramos pocos y que cuando ganó Perón cantamos todo el recreo el estribillo de la marcha. Y les aseguro que si nos hubiesen preguntado por qué lo hacíamos habríamos sabido responder. Me acuerdo ahora, cuando ya en democracia,de grande, y en una movilización, quien fue maestra en aquel primario me saludó y me dijo que no le sorprendía que estuviérmaos marchando juntos. Miserable Lanata tiene edad parecida a la nuestra y no es capaz de recordar que tal vez no de política, pero de muchas otras cosas sabía y podría habrle explicado a cualquiera por qué elegía en ese momento lo que elegía. Su pecado es que se mete con un niño (que es meterse con todos porque sobre variados temas todos los niños tiene opinión y eligen) porque no le cabe a su amo que le guste el kirchnerismo. Pobre tipo Lanata, para ser el de hoy se tiene que traicionar permanentemente y olvidar al niño que seguro el también fue. Saludos.

Anónimo dijo...

En el colegio San José, en el 73, y ya antes de las elecciones, se escuchaban en los recreos, los discursos del compañero Yayo,que subido arriba de una silla, enfervorizaba a la concurrencia, donde había pibes desde 1ro. a 7mo. grado. Y después se cantaba la marcha.
Los compañeros de la JP que vivían en una casa de calle Urquiza (de 20 o 25 años,tipos grandes entonces para nosotros), lo animaron a que hiciera en el colegio lo mismos discursos que hacía en esa casa, y que los compañeros de la JP aplaudían entre risas y felicitaciones.