EL 23 DE OCTUBRE NO HUBO ELECCIONES

 

Al menos eso es lo que parece cuando se analiza el comportamiento de la mayoría de los dirigentes de la oposición: pareciera que no interiorizaron el resultado electoral, que no asumen que fracasaron rotundamente, y que no están dispuestos a ensayar no ya la más mínima autocrítica, sino el menor cambio del rumbo que siguieron hasta ahora, y que los llevó a los desastrosos números obtenidos en las urnas en todo el país.

Al igual que antes de las elecciones, siguen uncidos como mansos bueyes a las lógicas corporativas, prestos a saltar como perros falderos del Grupo Clarín al menor chasquido de dedos de Magnetto, repitiendo hasta el aburrimiento la lógica de los últimos cuatro años: el titular del diario y los zócalos de TN del día, determinan la agenda y las acciones opositoras del siguiente.

Aun desflecados electoralmente la UCR y el peronismo federal (una sumida en un profundo debate interno, aunque los dirigentes lo soslayen para pelearse por los cargos partidarios; el otro en trámite de liquidación), podría pensarse que tienen una mayor representación política que Patricia Bullrich, que sólo se representa a sí misma.

Pero pese a eso, la múltiple saltimbanqui de la política nacional los sigue conduciendo para llevarlos donde ella quiere, que no casualmente es siempre para donde quiere Clarín; incluso reproduciendo disparates como aquélla famosa carta de Carrió a la OEA denunciando que la democracia estaba en peligro en la Argentina.

Lo que es lo mismo que decir que la Naranja Mesiánica (aun en su declive electoral y cuestionada en su propio partido) sigue siendo la factótum intelectual de los movimientos opositores; aunque ahora no aparezca en la movida.  

Del mismo modo que es burdo el intento de mandar mensajes a la Corte Suprema para que falle a favor del multimedios la causa por la cláusula de desinversión de la ley de medios.

Porque de lo contrario habría que preguntarse de qué modo podrían los supremos "preservar y garantizar el Estado de derecho": ¿acaso asumiendo el gobierno en reemplazo de Cristina, remedando entonces el reclamo de la Unión  Democrática en 1945 de que el gobierno pasara a la Corte?           

Este alineamiento sin fisuras con los intereses y los negocios de un grupo económico ya tuvo costos electorales para la oposición el 23 de octubre, pero sus dirigentes parecen no percibirlo, y pasillos adentro del Congreso se encierran en un microclima del que sólo escapan para salir corriendo a los programas de TN, o ser entrevistados en radio Mitre, repitiendo sin solución de continuidad la misma secuencia hasta el infinito.

Repasando los rostros de la foto (que incluyen al dinosaurio del PDP santafesino Carlos Favario) surge su nula representatividad política, dato sospechado hasta el 23 de octubre; y confirmado con los resultados de las elecciones. Por no mencionar que en la comparse se sumaron algunas mascaritas sueltas que no se sabe bien a cuento de que estaban ahí, como el rabino Bergman.

Pero esa constatación no obsta a que apuntemos que está actitud de la oposición, este seguidismo obsecuente de la agenda corporativa (más allá incluso de lo que lo hacen algunos propios sectores empresarios) empobrece a la democracia argentina, y es algo que debe corregirse a futuro.

Claro que no faltará el obtuso -como Majul- que sugiera aun veladamente que ésa también es una tarea que le corresponde al gobierno de Cristina.