Leemos en Rosario 12 que el vicegobernador Henn tuvo que hacerse cargo de poner la cara por el gobierno provincial en ausencia de Bonfatti, y pedir a la Legislatura el retiro de dos pliegos de aspirantes a ocupar cargos en el Ministerio Público en la justicia de Venado Tuerto.
Como cuenta el artículo, lo hizo ante la certeza de que los legisladores del PJ los rechazarían, como hicieron la semana anterior con otros cuatro pliegos, y por los mismos motivos: falta de antecedentes de los propuestos, y -sobre todo- que eran ex funcionarios de la gestión de Binner.
Uno de ellos fue designado por el propio Hermes a poco de asumir, y renunció justo para presentarse al concurso, igualito que Enrique Font; ex Secretario de Seguridad Comunitaria, cuyo pliego fuera también rechazado. El otro era contratado, y fue pasado a planta permanente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (es pariente del ex ministro Supperti) mientras se realizaba el concurso.
Concurso que estuvo teñido de sospechas de favoritismo -como dice la nota-, pero que está lejos de ser el único caso desde que comenzó la administración del Frente Progresista: acá el amigo Gustavo Castro contaba hace poco en Redacción Santa Fe otro caso similar; en el que también estaría involucrado (en éste caso dictaminando) otro funcionario político del gobierno.
Y la mayoría de los concursos convocados por el Consejo de la Magistratura están en la misma situación: llueven las impugnaciones de los aspirantes, y los candidatos seleccionados siempre terminan siendo cercanos al gobierno provincial: como el propio hijo de Barletta, sin ir más lejos.
A los pocos días de haber llegado Binner al poder, modificó la reglamentación de funcionamiento del Consejo de la Magistratura que venía funcionando en Santa Fe desde 1990; y en sus cuatro años de gestión la volvió a modificar en cuatro oportunidades, la última de ellas por éste decreto, dictado a apenas cinco días de dejar el cargo de gobernador.
Cada una de las modificaciones no estuvo pensada en función de mejorar el funcionamiento del sistema de concursos, sino como consecuencia de los resultados que iban arrojando los diferentes concursos en trámite; "retocando" las variables que hubiera que retocar en cada caso, para evitar sorpresas desagradables para el gobierno, en cuanto a quiénes ganaban los concursos, o como les iba en suerte a los "caballos del comisario" de turno.
La última modificación (hecha obviamente para que el sistema siguiera funcionando a pleno en el gobierno de Bonfatti, a punto de iniciarse) reservó incluso al gobernador la facultad de declarar desiertos los concursos, o sea: si no me gusta la comida, tiro del mantel y se acabó el asunto.
Acá el Ministro de Justicia Lewis ensaya una defensa de la transparencia del sistema ante críticas del Colegio de Magistrados de la provincia; pero una y otra cosa (la crítica y la defensa) dejan en claro que en todo caso se trata de pleitos corporativos por el reparto de canonjías en el Poder Judicial (en definitivas, la misma idea del Consejo de la Magistratura es la entronización jurídica de esa puja corporativa), muy lejos de las preocupaciones que la gente común tiene acerca del funcionamiento de la justicia.
Acá el Ministro de Justicia Lewis ensaya una defensa de la transparencia del sistema ante críticas del Colegio de Magistrados de la provincia; pero una y otra cosa (la crítica y la defensa) dejan en claro que en todo caso se trata de pleitos corporativos por el reparto de canonjías en el Poder Judicial (en definitivas, la misma idea del Consejo de la Magistratura es la entronización jurídica de esa puja corporativa), muy lejos de las preocupaciones que la gente común tiene acerca del funcionamiento de la justicia.
El "sistema" del que hablamos tiene por objeto garantizarle al gobierno provincial el control de resortes claves de la estructura del Poder Judicial, o de mínima, convertirse en una productiva bolsa de trabajos (muy bien remunerados por cierto) para militantes y ex funcionarios socialistas o radicales.
Es por eso que, más allá de estos pliegos puntuales que fueron rechazados, sería bueno que los legisladores del PJ metieran mano en el funcionamiento del Consejo de la Magistratura, y en el modo como es manejado por los socios del Frente Progresista (en ésto, radicales y socialistas trabajan codo a codo, cambiando figuritas y repartiendo chapitas), y se llevarían más de una sorpresa.
Pueden aprovechar incluso que el propio ministro Lewis se bajó del caballo, y ahora está dispuesto a recibir sugerencias, como vemos acá; cuando hasta hace tres o cuatro días sostenía que el sistema era poco menos que perfecto; que es más o menos lo que dice acá Pablo Feldman en Rosario 12 (el suplemento binnerista del diario kirchnerista nacional); reclamando que la Legislatura vote ya un pliego que no se mandó (el de Barraguirre), sobre la base de un supuesto cumplimiento de un procedimiento de autolimitación (copiado del de Kirchner), del que hasta acá no hay noticias: otro caso de periodismo militante, que le dicen.
Pueden aprovechar incluso que el propio ministro Lewis se bajó del caballo, y ahora está dispuesto a recibir sugerencias, como vemos acá; cuando hasta hace tres o cuatro días sostenía que el sistema era poco menos que perfecto; que es más o menos lo que dice acá Pablo Feldman en Rosario 12 (el suplemento binnerista del diario kirchnerista nacional); reclamando que la Legislatura vote ya un pliego que no se mandó (el de Barraguirre), sobre la base de un supuesto cumplimiento de un procedimiento de autolimitación (copiado del de Kirchner), del que hasta acá no hay noticias: otro caso de periodismo militante, que le dicen.
Si se ponen las pilas en el análisis, expondrían además la hipocresía de estos republicanos siempre tan cuidadosos de la calidad institucional, que le viven contando las costillas al gobierno nacional en estos asuntos; o reclamando -como hace Binner siempre que puede- "que la justicia actúe con libertad".
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