LA FRASE

"NO ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER: ESTELA DE CARLOTTO ES GOLPISTA Y EL GENERAL VIDELA LO ÚNICO QUE HIZO FUE COMBATIR AL TERRORISMO." (VICTORIA VILLARRUEL)

viernes, 17 de enero de 2014

LOS NUEVOS CARAPINTADAS


Hace un tiempo decíamos acá a propósito de los motines policiales en varias provincias: "Quizás quede feo traer a colación aquellos días de abril del 87', cuando estamos celebrando los 30 años de democracia, pero la semejanza es -al menos en nuestra opinión- muy fuerte.

Porque otra vez sentimos que la democracia retrocedió ante el poder desnudo de las armas, que esa misma democracia puso en manos de algunos, para custodiarla.

Se podrá alegar que ahora -en las protestas policiales- hay un sustrato distinto, porque se trataba de un reclamo salarial.

Pero también entonces los carapintadas intentaban circunscribir su rebelión contra la Constitución, a una cuestión estrictamente profesional.

Y al igual que en aquellas jornadas, cúpulas cuestionadas y corruptas fueron sobrepasadas por un movimiento que crecía hacia el interior de las fuerzas, pero que igual terminaron aprovechando, para garantizarse su impunidad, y su poder.

Un movimiento paradójicamente protagonizado por quienes -sin compartir muchos de los beneficios que proporcionan a esas cúpulas las cercanías con el poder político-, dejan en claro que sí comparten una misma visión de fondo sobre el rol de las fuerzas armadas (en éste caso las de seguridad), en un contexto de democracia.

Y que no es precisamente el de ser garantes de las instituciones, y de los derechos que la Constitución reconoce al conjunto de los argentinos. 

Lo concreto es que -al igual que entonces- el poder civil pierde la pulseada frente a los detentadores de la fuerza; que la exhiben como si fueran sus dueños, y no simples depositarios.

Y todo hace suponer que -al igual que entonces- lo primero que ganaron con su motín, es la impunidad. Acá en Santa Fe, con la bendición de la iglesia, que pudo poner en práctica lo que entiende por "reconciliación".

Ojalá la realidad nos sorprenda y nos desmienta, y los que cometieron el delito de alzarse poniendo en riesgo la vida y los bienes de la gente a la que tienen que proteger, paguen en la justicia.

Pero lo dudamos, porque garantizarse la impunidad es para ellos, a esta altura, tan importante como los aumentos de sueldos.".

Lo que está sucediendo en Córdoba (que obligó al gobierno nacional a volver a enviar fuerzas federales a pedido de De La Sota) e incipientemente en Entre Ríos (en  éste caso con la excusa de que Urribarri dio marcha atrás con el aumento) demuestra que -lamentablemente- no estábamos tan equivocados.

Tan patente es la semajanza con la rebelión carapintada de Rico y sus secuaces, que comenzó en Córdoba como aquélla, y a propósito de detenciones ordenadas por la justicia.

Acá en Santa Fe es imposible no asociar los coletazos de la sedición policial de diciembre (cuyos máximos responsables están siendo investigados por la justicia) con la ¿sorprendente? fuga de un narco de la banda de Los Monos de la propia jefatura de la Unidad Regional II en Rosario, a horas de ser capturado.

Esperemos que la rápida reacción del gobierno nacional en este caso sirva para cortar de cuajo todo nuevo brote sedicioso, y que la justicia pueda seguir adelante en la determinación de las responsabilidades por los motines policiales que derivaron en saqueos; posibilitados -y en muchos casos orquestados y dirigidos- desde las propias policías. 

Porque el destino mismo de nuestra democracia así lo exige.

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