LA FRASE

"EN LA PRÓXIMA LICITACIÓN DE CAMIONETAS TENEMOS QUE COMPRAR UNAS EN LAS QUE QUEPAN BUSTOS PERONISTAS." (FEDERICO STURZENEGGER)

miércoles, 9 de abril de 2014

SOBRE EL PARO DE MAÑANA


Decir que el paro de mañana es político es un lugar común, que poco aporta para comprender: todo paro es político; en tanto es un hecho de naturaleza política, que termina produciendo (lo busque o no) efectos políticos.

En todo caso lo que caracteriza al paro de mañana es su definido perfil opositor, dado que -en sustancia- está dirigido contra el gobierno; impugnando sus políticas pero mas aun, tratando de causarle daños en términos de legitimidad, y de su capacidad de sostener su agenda y conducir el proceso político.

Y si bien los objetivos que perseguirán sus (variados) gestores el día después se pueden intuir o conjeturar, no están del todo claros en términos de acumulación política concreta; precisamente por la variedad de apoyos que el paro concita; desde la izquierda a la Rural o la Federación Agraria, pasando por el moyanismo, la CTA Micheli o el fantasmal nucleamiento sindical de Barrionuevo 

Los que convocaron originariamente la medida y los que se fueron prendiendo después parecen no tener problemas en coexistir, ni condicionaron su apoyo a la presencia o ausencia de los demás adherentes: ni a la izquierda le molesta coincidir en la acción con la burocracia sindical y viceversa; y ninguno de ellos se ruboriza por recibir adhesiones de patronales de las más reaccionarias que hay, como las que conforman la Mesa de Enlace.

Claro que no es menester hacer un esfuerzo mayúsculo de interpretación para advertir que de ese modo las posibilidades de acumular políticamente a futuro no lucen alentadoras; porque en algún momento ha de hacerse el necesario tránsito de la protesta, a la articulación de una propuesta.

¿O acaso si Moyano y compañía propusiesen nuevos impuestos para financiar la eliminación de Ganancias sobre los salarios más altos, o la restitución de los niveles de aportes patronales anteriores al 93' para solventar el aumento de emergencia a los jubilados o el 82 % móvil manrtendrían los apoyos patronales con que cuentan para el paro de mañana?

El pliego de reclamos del paro luce tan difuso como los amplios apoyo que recoge; y se fue reescribiendo sobre la marcha: partiendo del impuesto a las Ganancias, el reclamo de aumentos salariales por la inflación o el 82 % móvil a los jubilados, hoy se habla de la inseguridad o el narcotráfico, al mismo tiempo que la plata de las obras sociales sindicales o la baja de los subsidios al gas y el agua.  

Si se analizaran cada uno de los reclamos puntuales (al menos los que pueden tener componentes reivindicativos propios de un movimiento sindical como Ganancias, subsidios, asignaciones o aumentos salariales), no es difícil detectar inconsistencias entre ellos.

Así por ejemplo la CGT de Moyano denuncia la existencia de casi 4 millones de desempleados pero centra sus reclamos en la suba del mínimo no imponible de Ganancias; que hoy está por encima de los 15.000 pesos mensuales cuando el 75 % de los trabajadores formales gana en promedio menos de la mitad de esa cifra, al mismo tiempo que poco y nada dice sobre como resolver el problema de los uno de cada tres trabajadores con empleo no formalizado. 

O plantea un modo práctico de desfinanciar al Estado mientras reclama el 82 % móvil para los jubilados (que trasladaría además a la pasividad la profunda desigualdad retributiva del mercado laboral); y reclama "paritarias libres", obviando el hecho concreto de que la gran mayoría de las organizaciones gremiales vienen cerrando sus acuerdos, con un ojo puesto en el salario y el otro en la preservación del nivel de empleo.

Habrá que ver después de todo esto cuanto por encima de lo que acordaron los metalúrgicos, bancarios, mercantiles, docentes y la construcción, terminan cerrando sus respectivas paritarias los camioneros de Moyano, los gastronómicos de Barrionuevo o los peones del "Momo" Venegas.

Por eso es más útil detenerse en el análisis del contexto político de un paro extraño, en el que se reclama por la inflación al gobierno, pero no a las empresas: Moyano apela con frecuencia a la metáfora de "la inflación del changuito", pero ni él ni sus aliados denuncian a los formadores de precios o a los especuladores con el dólar y la devaluación.

No es raro entonces que un paro de esas características (en el que además -a estar por el discurso sindical- pareciera por momentos que los empresarios quieren "paritarias libres", pero el gobierno no los deja) concite apoyos patronales.

Después de todo, el reclamo de Moyano y compañía por Ganancias les es indiferente a los empresarios en tanto la plata no saldría de su bolsillo sino del del Estado, y si mal no viene la cosa, les permitiría colar su reclamo de ajustar por inflación los balances de las empresas; para licuar carga impositiva.

Un paro que se presenta sin movilización, acto público ni discurso, como consecuencia de un sindicalismo que pretende disputar espacios de poder más que el espacio público; porque no logra articular un programa común que exponer allí, ni un liderazgo que todos los convocantes acepten: no olvidemos que se llega al paro en un escenario de creciente fragmentación gremial, con conflictos intrasindicales por representación de colectivos de trabajadores; aspecto en el cual el mismo Moyano ha tenido un protagonismo central en estos años, soplando afiliados a otras organizaciones gremiales.

La falta de acto público y discurso pretende además disimular el raquítico apoyo político (y aun social) de la medida, del mismo modo que el paro de transportes disimulará (al menos en teoría) las escasas adhesiones que concita entre muchos trabajadores de a pie; por no decir que las principales organizaciones sindicales del sector público y privado (al menos por cantidad de afiliados) no se han sumado a la medida.  

La izquierda (que con su lógica particular se suma a lo que siempre detestó -la burocracia sindical- supuestamente para combatirlo) intentará movilizar y organizar piquetes puntuales, pero no está en condiciones de desmarcarse de la convocatoria moyano-barrionuevista, fijando otro día para hacer "su" propio paro: no sea cosa que los auspiciosos resultados que obtuvo en algunos distritos en las últimas elecciones se desvanezcan con un fracaso.

Como dato de color (signo de un desubique ya crónico) aporta la modalidad del piquete (símbolo de las luchas sociales de los excluidos de los 90', para ser visibilizados) a un paro que reclama rebajar la carga impositiva para el 6 o 7 % de los trabajadores ubicados en lo más alto de la pirámide retributiva.

Por allí se le atribuye al paro (desde el propio kirchnerismo) una intencionalidad  inserta en la lógica de acumulación de Massa y su Frente Renovador; algo que no está del todo claro: después de todo el propio Massa le escapó hace unos meses a la temida foto con Moyano y Barrionuevo, y si éstos muestran los dientes -exhibiendo presuntamente su capacidad de paralizar el país- también lo hacen hacia todo el que aspire a gobernar el país sucediendo a Cristina.

Hay también entonces en el paro de mañana una amenaza a futuro a cualquiera que (como Massa) quiera protagonizar ese futuro, sobre todo por parte de la fracción del sindicalismo peronista que lo motoriza: está reclamando un lugar en el nuevo dispositivo de poder; ése que Moyano perdió al enfrentarse con Cristina, que Barrionuevo nunca tuvo en los años kirchneristas, y que añora desde los tiempos del menemismo; justamente cuando se pulverizaron los derechos de los trabajadores. 

Y es precisamente éste tópico (el de la búsqueda de un lugar político para el sindicalismo) el que plantea mayores interrogantes a futuro: la izquierda se suma a la protesta porque hasta acá ha venido acumulando políticamente desde su praxis sindical, pero no la protagoniza; y su crecimiento electoral parece tener próximo el techo.

Más allá de descontentos puntuales en algunos sectores que antes acompañaron electoralmente al kirchnerismo, el debate por la inseguridad parece dejar claro que -hoy por hoy- los que crecen políticamente en la Argentina o aspiran a hacerlo (a salvo el núcleo duro de adhesiones al gobierno), lo están haciendo por derecha.  

A Moyano le sucede exactamente lo contrario que a la izquierda, y de allí su palpable y creciente desorientación: protagoniza la protesta, pero no puede acumular a partir de ella; porque podrá apelar a agudizar la dinámica de conflicto sindical (con una eficacia progresivamente mermada, en tanto no logre ampliar adhesiones dentro de la propia estructura del sindicalismo), pero es dudoso que eso le reditúe en algún crecimiento político; y aun que le permita sumar dentro de la propia interna sindical.

De hecho, desde que rompió lanzas con el kirchnerismo y se pasó con armas y bagajes a la oposición, no ha hecho sino perder terreno en esa dimensión; hasta dejar de ser un factor políticamente relevante. Y la posibilidad de acumular adhesiones de organizaciones sindicales que hoy no confrontan con el gobierno, dependerá más de la evolución de la economía y la dinámica del conflicto social, que de sus propios (y generalmente torpes) movimientos políticos.

Lo que no quita que sigue siendo un desafío importante para el gobierno (para éste y para cualquiera que se proponga impulsar un proyecto transformador) buscar mecanismos de articulación con el fragmentado mundo sindical; para integrarlo a la conformación de un bloque político más sólido que apuntale su proyecto político.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy atinada la descripción sobre el cambalache propuesto por estos tres mafiosos que representan a tantos otros iguales a ellos enquistados en organizaciones con tradición golpista y antipopular como lo fue la Unión Democrática.
Espero que los trabajadores que no se sienten representados por estos -reitero- tres mafiosos se expresen, particularmente los que cuando ya tenían perdida la esperanza de conseguir un trabajo, en estos últimos diez años, lo consiguieron y hoy se sienten dignos.
Propongo que el 10 de abril de cada año, en razón de este paro, se festeje el día del vago malentretenido, o el día del ladrón a cara descubierta.
Ante la medida propuesta, compañeros, me declaro "carnero" porque voy a trabajar como siempre.
Juan, 59 años, santafesino.

Q dijo...

En el 2015 vencen los mandatos del hijo de uno y de la esposa del otro,estan buscando donde engancharlos para que renueven.
Massa especulo con una catarata de dirigentes oficialistas cayendo docilmente en sus manos.
Solo fueron algunos intendentes ( que mejor tenerlos lejos que cerca)algunos consejales y poco mas ; ahora no quiere aparecer con estos dos,pero como necesita sumar cualquier cosa a cualquier costo,tarde o temprano se los va a tener que bancar.

Anónimo dijo...

en el programa político de la tarde de clarinete, conducido por marianita fabiani -que por lo menos terminó el secundario, no como lanata o longobardi- el pollo sobrero y facu moyano se tiran flores y piden 40% de aumento en paritarias y que se elimine el impuesto "al trabajo"....Matias

Tilo, 72 años dijo...

Dejando de lado los cambios, las macanas y las complejidades en el entramado político producidos durante los últimos 11 años, son la caida estruendosa de caretas y el amontonamiento grotesco que se ha producido "del otro lado", incluyendo los "pases", lo que mejor ha ayudado a transparentar a los jugadores en este entreverado partido.
Claramente están los dos modelos de país. Hoy no los distingue ó no puede diferenciarlos quien ha estado viviendo dentro de una botella de vidrio opaco, o quien se obstina en no reconocerlos.
Si los trabajadores no advierten sin lugar a dudas dónde está su futuro, no será por medio de campañas publicitarias ni por medio de asesores de imágen que lo podrán lograr.

Saludos

Anónimo dijo...

pregúntenle al hijo abogado de moyano, amigo del coti nosiglia y de barrio de rodillas, es peor que maquiavelo.