LA FRASE

"ESTADOS UNIDOS ES UN PAÍS LIBRE, ALLÁ UN TIPO DE PIEL NARANJA PUEDE SER PRESIDENTE DOS VECES, NO COMO ACÁ, QUE YO NI PUDE SER GOBERNADOR." (MIGUEL DEL SEL)

viernes, 9 de mayo de 2014

SAUDADES DEL 99'


Por Raúl Degrossi

Leíamos hace unos días en La Política Online la enésima versión de la operación "antes que gane Scioli, Cristina prefiere a Macri".

Trazando un paralelismo entre la situación actual del kirchnerismo, y la del menemismo hacia el final del segundo mandato del riojano, se toma nota de las analogías: un ciclo político largo (dos mandatos) que concluye, un liderazgo fuerte impedido de una nueva reelección, sin alumbrar un claro sucesor de su propio riñón, y teniendo que "convivir" con un aspirante a la sucesión que no sería de su completo agrado. Entonces para Menem, Duhalde; hoy para Cristina, Scioli.

Como todos los paralelismos, la comparación corre el riesgo de pecar de simplista; y no dar cuenta de las diferencias entre uno y otro momento: por citar alguna, Duhalde había empezado a desmarcarse de Menem especialmente en materia económica (cuestionando la convertibilidad); y Scioli (al menos hasta acá) hace esfuerzos importantes para mostrarse con los pies dentro del plato kirchnerista, con su particular estilo, claro está. 

Queda claro también que los que piensan que Cristina podría pensar en una salida política similar a la de Menem en el 99' ("después de mí el infierno"), torpedeando su propia sucesión dentro del mismo espacio político, en muchos casos están adentro: no son pocos los kirchneristas que -si la cosa decantara para el lado del motonauta- prefieren una opción "testimonial" del tipo "nos posicionamos como la oposición a un gobierno de derecha, y volvemos en el 2019".

Un planteo bastante pueril por no decir absurdo, porque si de lo que se trata es de preservar el legado de logros de estos años transcurridos desde el 2003, lo último que hay que hacer es justamente renunciar a la lucha por el poder (y dentro de ella, a la disputa interna dentro del dispositivo político kirchnerista); con más razón si se hace la lectura de que el grueso de la sociedad (y las opciones electorales, en consecuencia) están girando progresivamente a la derecha.

¿Dónde estarían entonces para el kirchnerismo -de optarse por la opción "testimonial"- las garantías reales de que los que sucedan a Cristina no harán tabla rasa con algunas de las conquistas más relevantes de éste ciclo?

Sin embargo esta homologación de la actual coyuntura con la del 99' no es privativa de los medios hegemónicos o de algún sector del propio kirchnerismo, sino que es compartida por buen parte de la oposición; que además actúa en consecuencia: vemos acá como tanto desde el massismo como desde la UCR se suscribe la teoría del pacto Cristina-Macri, en éste caso en la versión de "elección del opositor preferido".

Aun cuando en éste caso podría pensarse que esa lectura obedece a la necesidad de cada uno de posicionarse como "la" opción opositora al kirchnerismo; no hace sino reflejar con más nitidez las diferencias que existen entre la situación actual, y la del final del mandato de Menem.

Frente a un kirchnerismo puesto en espejo con el menemismo (por las similitudes señaladas al principio), todos aspiran a cumplir el rol que tuvo entonces la Alianza, pero no desde un sólo foco de convergencia opositora ("medio país vota en contra, pero vota dividido", decía Storani tras la reelección de Menem en el 95'), sino de al menos tres: el Frente Renovador, el PRO y el FAUNEN; caso este último que -si bien tiene aires de semejanza con la Alianza UCR-Frepaso- carece de la "pata peronista" de aquélla, y suma un potencial considerablemente menor de despliegue electoral: acá Andy Tow (en  un post de lectura imprescindible para entender el razonamiento) lo expone con las cifras concretas, y el desarrollo territorial de ambas coaliciones. 

La creciente disputa interna del FAUNEN en torno a cerrar o no una alianza con el PRO da cuenta justamente de éste hecho, y de la necesidad de fortalecer un polo opositor competitivo bajo las reglas constitucionales de elección del presidente; que se probó eficaz en términos electorales en 1999.

Sin embargo hay aspectos en los que la lectura reminiscente de aquélla elección parece no ingresar, como las cuestiones económicas y sociales: en la oposición en general (con la previsible excepción de la izquierda) no existe un Duhalde que reclame un cambio drástico concreto en el rumbo de la política económica (por entonces, la devaluación para salir de la convertibilidad), ni un De La Rúa que intente transmitir al electorado tranquilidad respecto a que mantendrá aspectos centrales del modelo en curso (el famoso "conmigo, un peso, un dólar"). 

El planteo de discutir Ganancias es (en un orden de importancia objetiva de los temas de la agenda económica y social) claramente marginal; y no cambia el panorama descripto.

Si a esto le sumamos que el esbozo de "caprilismo" que ensayó Massa en sus inicios (aquéllo de "venimos a conservar lo bueno, y a corregir lo malo") quedó rápidamente atrapado en la lógica kirchnerismo-antikirchnerismo que ha signado en ésta última década los términos del debate político, tenemos como resultado que los temas económicos y sociales más relevantes están fuera de la agenda opositora, y de la discusión política de cara a las elecciones del año que viene. 

Lo que supone en nuestra opinión dos lecturas posibles: o existe consenso amplio en torno a preservar ciertas políticas del kirchnerismo en esos terrenos (empleo, paritarias, estímulo al consumo, defensa de la industria nacional, sistema previsional, políticas de inclusión, rol del Estado), y no se lo verbaliza porque se presume que restaría chances electorales; o por el contrario, está la idea de introducir cambios drásticos en esa dirección, que tampoco sería conveniente anticipar, por las mismas razones.    

Y no basta para suplir la omisión señalar los problemas que existen (la inflación, la merma en el nivel de actividad, las amenazas al empleo), sino dar algunas mínimas pistas del modo como se los resolvería, en caso de ser gobierno.

Nota al margen: habría que analizar hasta que punto el descenso de Massa que marcan algunas encuestas no tiene que ver conque cuando irrumpió se lo visualizaba como una "continuidad con cambios" del kirchnerismo; y hoy día se lo ubica claramente en el campo opositor, porque su discurso apunta de lleno al electorado refractario al gobierno; por el cual está compitiendo con el PRO y el FAUNEN. 

Como sea, todo lo apuntado supone una hándicap negativo para el despliegue opositor, que no ha logrado consensuar una lectura correcta sobre cuanto de continuidad y cuanto de cambio estaría demandando la sociedad (algo crucial en una elección presidencial) para traducirlo en su discurso: volviendo al paralelismo con el 99', ni siquiera hay en la oposición quienes estén planteándose como un "kirchnerismo prolijo" y sin corrupción.   

De allí que el grueso del discurso opositor (sin diferencias marcadas al respecto entre el PRO, el FR y el FAUNEN) gira en torno a las cuestiones de corrupción, transparencia y "calidad institucional": prohibición de las reelecciones, acceso a la información pública, distribución de la publicidad oficial, la situación del INDEC, boleta única o voto electrónico. Ver si no la batería de proyectos que acaba de presentar el bloque de diputados del PRO: debates obligatorios, eliminación de las "listas sábanas" y otras cuestiones similares.

Agreguemos al listado la limitación de los DNU, las facultades delegadas y los "superpoderes", y la cuestión del Consejo de la Magistratura (omitido hoy, por razones obvias: haber sepultado la reforma impulsada por Cristina tuvo como efecto mantener el esperpento actual); y tendremos la agenda que intentó impulsar en el Congreso el "Grupo A" entre el 2009 y el 2010, con los resultados parlamentarios y electorales conocidos. O ya que estamos hablando de semejanzas y diferencias con la transición del 99', el programa del Frepaso; sin muchos de sus votantes, que se hicieron kirchneristas

Lo señalado no se modifica demasiado si se suma a la discusión la cuestión de la inseguridad, porque está comprobado que tiene un impacto electoral acotado (sobre todo cuando se trata de elecciones de cargos ejecutivos, como las próximas), y por la lógica propia con la que se lo aborda desde hace años. 

Tanto es así que los que lo toman como bandera articuladora de su discurso (tanto opositores como por algunos oficialistas), no pueden evitar caer en un puñado de lugares comunes transitados hasta el cansancio: retorno del servicio militar obligatorio, restricción de las excarcelaciones para terminar con la "puerta giratoria", aumento de las penas, baja de la imputabilidad penal de los menores; sin que aparezcan nuevas ideas que permitan -desde allí- marcar la diferencia. 

2 comentarios:

Mario Paulela dijo...

Las operaciones irán escalando y en lo personal creo que leeremos y escucharemos cosas aún más absurdas. Hace unos días yo mismo puse en tuiter el artículo de LPO en el que se enunciaba el famoso "pacto" con Macri; el cuál apunta, a mi ver, a intentar lijar la candidatura natural dentro del espacio peronista-kirchnerista que es Daniel Scioli. Plantear las hipotéticas dudas de Cristina sobre el Gobernador de la PBA, alimenta el surgimiento de candidaturas más o menos fantasiosas dentro del propio espacio y que tienen la virtud de alimentar las expectativas del abanico de oferta gorila.
En mi opinión, la elección de los medios hegemónicos opositores del nombre de Macri como "amigo" de CFK, muestra de qué manera le quitaron la sombrilla al jefe de Gobierno porteño, quien nunca jamás será presidente de este país.
La otra cuestión es hacer ver que, en la lógica atribuída al Gobierno de la percepción "amigo-enemigo" (de inspiración "schmittiana"), CFK sólo "hace pactos". Nunca dialoga con normalidad con otros actores de la política. Cuando lo cierto es que nadie de la oposición se acerca a dialogar políticas.
Muy buen análisis.
Saludos
MP

Anónimo dijo...

Macri tiene chances para candidato a presidente.
Pero de la Vecinal La Paternal.
El Colo.