LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

viernes, 23 de noviembre de 2018

A SPOILEAR EL FINAL


Primero que nada, el contexto de la foto (una más, y van) de ayer: después de que los reunidos aportaran votos decisivos para que se aprobara el presupuesto del ajuste pactado por el gobierno con el FMI, en respuesta reactiva al discurso de Cristina en Ferro, y después de la movida opositora para hacerle perder terreno al gobierno en el Consejo de la Magistratura; movida a la que -siempre hablando de contexto- habrá que poner en su justa dimensión cuando el rengo empiece a andar, o sea cuando haya que decidir algo concreto ahí.

Mientras tanto, sirvió para que oficialismo tuviera una crisis interna por el desplazamiento de la UCR, para que Massa metiera un pie donde no lo tenía vía Camaño, y para que Pichetto asuma personalmente un rol para el que ya no tiene nadie en quien confiar para que lo cumpla por él, síntoma de la crisis de su bloque. Y no mucho más, por ahora.

Mientras el cuarteto imperial y buena parte de los gobernadores formalmente opositores se sacaban la foto de rigor, la conducción de la CGT -llevada por Barrionuevo, el ex interventor duhaldista en el PJ nacional- se reunía con Lavagna para convencerlo de ser candidato: el eje Duhalde-UIA-AEA en acción, lubricado por el pacto/canje de un paro a desgano finalmente levantado, por un bono acotado y azaroso; para sostener si no el poder adquisitivo de los trabajadores (algo que nunca estuvo entre las metas de ninguno), si la “competitividad en dólares” de las empresas, ganada por la devaluación a costa, precisamente, de los salarios reales.

Y para terminar con el contexto, todos reuniéndose mientras en el Congreso avanza sigilosa y velozmente el proyecto para salvar a Clarín y La Nación de las regulaciones que los perjudican en el manejo de Papel Prensa, promovido por Bossio (gestor de la reunión de los cuatro con los gobernadores) y el hijo de Lavagna, la mayor superstición electoral argentina de la última década que pretende ser a Néstor y Cristina, lo que Cavallo reclamaba para sí de Menem: ser reconocido como el verdadero padre del modelo, luego desvirtuado.

Las dos alas en marcha de un peronismo modelo 2002; que pretende dar vuelta la página del kirchnerismo, como si nunca hubiera existido; y que deben ser puestas en el mismo contexto para tener en claro que, por fuera del polo opositor que se está congregando en torno a Cristina, todos son japoneses en términos electorales, y una segura vuelta al pasado en términos políticos, y no precisamente al punto en el que quedó el país al asumir Macri el gobierno: el hecho de que se la pasen (como los troscos, curiosamente) más tiempo hablando de Cristina que de Macri, o poniendo a los dos en un mismo plano como parte de los problemas del país que reclaman soluciones, dice bastante al respecto.

Pero si algo no son los gobernadores de la foto, es ingenuos, porque mientras le muestran los músculos a Cristina, casi todos ellos (salvo los que tienen impedimentos constitucionales o legales) anticipan las elecciones provinciales,para despegarlas de las nacionales; en un reconocimiento implícito de que no tienen un candidato de peso para oponerle en esa disputa, pero al mismo tiempo con el deseo de que la interna nacional no interfiera en sus respectivas provincias, que no pueden ganar sin el voto kirchnerista.

Porque más allá de cuantos votos crean que juntan cada uno de los que se prestaron para la foto, o como proponen resolver su interna o quien es entre ellos el candidato taquillero (Massa, Urtubey, un tapado), la pregunta es como creen cada uno de ellos que le iría a ese candidato en una interna contra Cristina, en sus respectivas provincias: salvo en Córdoba y hasta ahí (porque disputan el voto opositor, no el macrista), el resultado no es dudoso: serían barridos.

Lo interesante del caso es que por un lado el kirchnerismo (al que acusaron y acusan de sectario y dogmático) viene haciendo esfuerzos reales por la unidad, tendiendo puentes con sectores con los que mantenía diferencias, ellos siguen sin dar pistas respecto a dónde los encontrará “el final” de todo este esfuerzo fotista: ¿por adentro compitiendo con Cristina en una interna, arriesgando una segura derrota y luego sumándosele por aquello de “el que gana conduce y el que pierde acompaña”?

¿Sumando fuerzas para negociar en mejores condiciones con Cristina la fórmula, las listas e incluso el perfil de un futuro gobierno; o por afuera, como colectora del macrismo, con chances probables de restar votos opositores y facilitarle a Macri la reelección? ¿O en realidad hay que empezar a pensar las cosas de otro modo, como por ejemplo que yendo “por afuera” del polo que se está gestando en torno a Cristina lo favorecen, porque podrían recoger voto descontento del macrismo que jamás la votaría? No ciertamente del núcleo duro de “Cambiemos” que nunca votaría al peronismo, por más desencantado con el gobierno que estuviese.

El dilema que no logra resolver el “peronismo alternativo” desde el 2015 es a que electorado le están hablando, porque si los dos núcleos duros (el macrista y el kirchnerista) los rechazan, ¿les alcanza para ganar con una “avenida del medio” que ya no se sabe cuan ancha o angosta es, o en realidad no buscan ganar sino simplemente incidir en determinar quien gane?

¿Qué piensan hacer -si lograran cobrar volumen electoral- ante esa disyuntiva histórica? Porque ahí se terminan los pragmatismos, y en la definición que tomen, hay –les guste o no- una toma de partido ideológica, sobre el proyecto de país a futuro: o más de lo mismo visto en estos tres años, o un cambio real para mejor; que no puede lograrse sin desplazar al neoliberalismo del poder. 

Claro que todas estas especulaciones pueden devenir abstractas en el supuesto (no improbable) que el empeoramiento de las condiciones económicas y sociales genere las condiciones para derrotar al macrismo en la primera vuelta electoral, conforme a lo que establece el artículo 98 de la Constitución (leer al respecto acá), sobre la base de la respuesta a dos preguntas sencillas, a saber: 1) ¿Por qué razón alguien que votó a Scioli en la primera vuelta del 2015 no votaría ahora a Cristina, si fuera candidata, y 2) ¿Alguien puede asegurar con certeza que en este contexto Macri es capaz de retener todos los votos que obtuvo entonces, y que ninguno de los que pierda iría a la principal alternativa opositora? Tuits relacionados:

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