CUESTIÓN DE TIEMPO

 

El culebrón de radicales y socialistas sanatfesinos escribe todos los días un nuevo (y aburrido) capítulo: ahora la "Bichi" Tessio redobla la apuesta, y reclama al socialismo "mayor reparto de poder" de cara al futuro gobierno de Bonfatti, y como reproche a lo que no pasó en ese terreno, en el de Binner. 

Es anecdótico a esta altura de los acontecimientos recordarle a la vicegobernadora que padece lo que ella misma engendró: reclama respeto institucional para su partido (la UCR), desde un cargo al que accedió saltando por encima -justamente- de esa institucionalidad: fue vicegobernadora por imposición de Binner, contra la decisión de todos los cuerpos orgánicos del radicalismo; que habían elegido otro candidato.

Pero volvamos a los dichos de Tessio, y tomemos de allí dos palabras centrales: "reparto" y "poder".

Pensemos por un instante en esas mismas palabras mechadas en una disputa interna del peronismo, e imaginemos los titulares de los diarios.

Porque esta gente es tan civilizada que por momentos pareciera que no tiene siquiera humores corporales (traducimos: no necesita ir al baño), no transpira, no se enoja, no disputa por un concejal más o un asesor menos.

Esas cosas prosaicas e indignas les caben solo a los demás (en especial a los peronistas); ellos están para otras: la "gobernanza", la calidad institucional, la defensa de las instituciones de la república.

Todo verso, puro chamuyo, algo en lo que tanto socialistas y radicales son expertos; tanto como en repartir cheques entre periodistas adictos (al vil metal) que les perdonan estas incoherencias.

Tanto verso y tanto chamuyo como aquéllo de que el Frente Progresista no era una mera alianza electoral, sino "una construcción política madura, a largo plazo, al estilo del Frente Amplio uruguayo o la Concertación chilena, bla, bla, bla...".

Falso: es y fue siempre un vulgar rejuntado electoral, una Unión Democrática remixada con el puro y exclusivo objetivo de ganarle al peronismo, un revuelto Gramajo de partidos goriláceos de diverso pelaje (algunos de dudosísimo prontuario democrático, y con abundantes esqueletos en el placard, como el PDP), con una sóla diferencia con la ya extinta Alianza Santafesina (gestada por Usandizaga y Natale, dos próceres del progresismo): en el 2007 y después de varios intentos, lograron ganar una elección.

Y eso los depositó en el poder, donde a lo largo de cuatro años desnudaron todas sus miserias de construcción política (que desmintieron día a día el packaging con el que se venden como el non plus ultra de la cohabitación civilizada de fuerzas diferentes), y -sobre todo- sus enormes incapacidades para gestionar el Estado, en una escala que vaya más allá de un municipio o una comuna.

Venían a comerse los chicos crudos después de 24 años de ignominia peronista (al menos eso decían), y cierran el mandato de Binner-Tessio con un balance grisecito, tirando a oscuro; en fin: mediocre por donde se lo mire.

Y con un divorcio en puerta, y amenazas de platos revoleados por la cabeza; amenaza que los resultados del 23 de octubre no harán más que tornar más cercana.

Claro que para entonces nos habrán legado la boleta única (un engendro institucional propio de gente que de política real, entiende poco y nada), un gobierno (el de Bonfatti) con minoría en las dos Cámaras de la Legislatura, un déficit creciente de las cuentas públicas y un montón de problemas sin resolver, o agravados por su inoperancia.

En el 2013 es la próxima cita electoral en la provincia, y no es necesario ser Lilita Carrió para darse cuenta que no es muy seguro que el Frente Progresista Cívico y Social se mantenga armado para entonces, o que sus socios mayoritarios (radicales y socialistas) vayan cada uno por su lado; como para medir fuerzas de cara a la próxima elección de gobernador.

Es que las cosas pegadas con moco, o con cinta de embalar, no puden durar mucho tiempo armadas sin hacerse pomada.

Es sólo cuestión de tiempo.