Por Raúl Degrossi
Después del contundente triunfo de Cristina el 23 de octubre, mucho se especulaba sobre cual sería la postura del Grupo Clarín frente al nuevo panorama político, en el que además la oposición a la que condujo desde el 2008 luce totalmente deshilachada.
Tras unos días de reacomodamiento, quedó claro que el Grupo retomaba su línea habitual todos estos años: fortísima oposición al gobierno, pretendiendo incluso que las elecciones no habían sucedido, y poniendo en un primer plano las crecientes dificultades que la economía le generaba a Cristina, empezando por la corrida cambiaria; en la que tuvo más protagonismo que el que trascendió públicamente.
Pero también viene desplegando desde entonces una estrategia tendiente a cohesionar su frente interno (afectado por la larga pelea, en la que el GDA fue dejando jirones de su credibilidad, en una operación de prensa fracasada tras otra), así como a buscar nuevas estrategias comunicacionales corporativas.
En ese contexto deben leerse la entrevista a Adrián Suar en TN (presumiendo que se trata de una figura más "amigable" en términos del gran público que Van der Kooy o Blank), y el rediseño de su sitio en Internet, en el que incorporaron un apartado especial con toda la "historia de la persecución oficial" del gobierno contra Clarín, y las correspondientes respuestas del Grupo a cada uno de los "ataques".
Esa información -que hasta entonces formaba parte de un paper de circulación interna en las empresas del Grupo- fue colocada en un sitio abierto al público, luego de tener la certeza que internamente se habían cerrado filas al respecto, y ninguno de los periodistas o comunicadores relevantes de sus propios medios sacaba los pies del plato: no hubo "arrepentidos" que se fueran despechados a contar por allí como los trata en realidad Magnetto, por ejemplo.
Quizás el punto de quiebre de la situación estuviera dado por la evolución de la causa de los hijos de Ernestina, cuando los primeros exámenes de ADN no dieron como resultado que fueran hijos apropiados de desaparecidos.
Y hoy leemos esta encendida arenga del CEO a la tropa, que va en la misma línea del documento (ahora público), al estilo "acá estamos, de pie y seguimos resistiendo": casi un discurso de Carrió post 23 de octubre.
Sin embargo el discurso de Magnetto no logra ocultar lo inocultable: el triunfo de Cristina por los márgenes con que se produjo implicó -entre otras cosas- el rotundo fracaso de la estrategia del Grupo por desgastarla, y por influir decisivamente en la agenda política del país; algo de lo que el propio Magnetto se jactó repetidas veces, probablemente ante auditorios menos numerosos.
Presumir del liderazgo de Clarín en diferentes áreas de la comunicación (como radio, TV abierta, cable o el mismo diario) en un contexto en el que tiene si no monopolio, una clara posición dominante construida al amparo de roscas con el poder político de turno, es pretender tapar el cielo con las manos; ocultando la preocupación que genera en esa misma posición de predominio el más que probable cambio de las reglas con las que hasta acá se jugó; como pasará cuando se implemente a pleno la ley de medios.
Pero también el discurso tribunero de Magnetto tiene otros destinatarios bien concretos (que no es el gobierno, firme en su 54,11 %): los socios de la Asociación Empresaria Argentina, que variaron de estrategia sacándole el cuerpo a la lucha descarnada emprendida por el Grupo contra el gobierno; y hoy por hoy practican desembozadamente un intento de colonización del segundo mandato de Cristina; Techint el caso más visible, pero no el único.
Y resta analizar un tercer plano de las palabras de Magnetto que expresan lo que verdaderamente persigue su afirmación de fe clarinista.
Hace pocos días reflexionábamos acá sobre las empresas que más ganaron en el país en los primeros nueve meses de este año; entre las que se encuentra el Grupo Clarín.
Se decía allí que los rubros de negocios que más aportan a los ingresos del Grupo son el cable y la provisión de servicios de Internet por banda ancha (Cablevisión y Fibertel), y que los dos tienen algo en común: están flojitos de papeles, y aprovechan (sobre todo el primero) una clara posición dominante en el mercado, que debería ceder ante la nueva regulación de la ley de medios.
De modo que la estrategia del Grupo -que revelan las palabras de Magnetto apelando a una épica en la que no aparecen los más prosaicos intereses que defiende- es por un lado remedar la situación que vivió durante el menemismo: encontrar un "nicho" de credibilidad entre lectores, oyentes y televidentes enfrentándose al gobierno desde otro lugar (por ejemplo allí apunta el discurso de cuestionar la quita de subsidios y el "golpe al bolsillo de la clase media"), confrontándolo con sus propios logros anteriores.
Por el otro, presumen que de ese modo pueden ganarse los favores de cierta clase media casquivana que votó a Cristina, pero lo hizo para que "dejara todo como está", a la que pretenden convencer de que el gobierno -haga lo que haga: ajuste o profundice la distribución del ingreso- los estará traicionando, y frente a eso, Clarín siempre les ha sido fiel, y ellos pueden confiar en el Grupo.
Clase media que además es consumidora frecuente de los productos del Grupo (en toda la línea), y que, voluble como es, y enojada porque le llegan las facturas de los servicios con aumento, bien puede embanderarse en la defensa de sus intereses, como lo hizo en el 2008 con los piquetes agrogarcas.
En eso andan, habrá que ver si les sale.
1 comentario:
Magnetto tiene que integrar el elenco de Capussotto.
Publicar un comentario