La reunión del PJ bonaerense días pasados en Santa Teresita, y la convocatoria de estos días de Mariotto para debatir sobre distintos temas de la actualidad son hechos políticos que merecen destacarse; perdidos como a veces estamos en el vértigo de la agenda cotidiana.
En ambos casos, se trató de convocatorias amplias a los sectores que conforman el dispositivo político del kircherismo, y concluyeron en amplios respaldos a la gestión del gobierno nacional; en un contexto de dificultades.
Y no se trata precisamente de un distrito -el del peronismo bonaerense- que no haya pasado recientemente tragos amargos, como que viene de sufrir una dura derrota a manos del massismo en octubre pasado: desde acá de Santa Fe (con dos terceros puestos a cuesta en las últimas elecciones provinciales), no podemos menos que sentir cierta envidia por la habilitación de instancias válidas para la discusión política.
Ambos encuentros se dan en el contexto de un blanqueo público de las aspiraciones presidenciales de por lo menos cuatro dirigentes del espacio oficialista (ver placa de apertura); que excepción hecha del caso de Scioli (ya instalado en ese rol hace tiempo), no se podría dar sin una luz verde de la propia Cristina; para salir a la cancha a competir.
Lo que a su vez exterioriza un tema que pareciera por momentos tabú, como es de la sucesión hacia el propio oficialismo, con la mirada puesta en las presidenciales del 2015, el impedimento constitucional de Cristina y su propia autoexclusión de hace poco, de candidaturas a cargos electivos para ese turno.
Ciertamente no carece por completo de razonabilidad que desde el kirchnerismo se esquive el tema, considerando las urgencias cotidianas que impone la gestión de gobierno (en especial en el frente económico); que se rigen por otro almanaque: los 18 meses que restan hasta las próximas PASO pueden ser pocos si se los mira desde el armado de una construcción política que respalde una candidatura presidencial, pero pueden ser eternos si la vara es el día a día de la gestión de gobierno, con los problemas que supone.
La dicotomía viene afectando al kirchnerismo desde sus propios orígenes, y hoy se ve acicateada por lo apuntado (impedimento de Cristina); y de hecho el armado de la fuerza propia era la tarea que Néstor Kirchner se había autoimpuesto como prioritaria, cuando lo sorprendió la muerte en aquel triste octubre del 2010.
Desde acá entendemos particularmente que ambas cosas son necesarias y mas aun, imprescindibles: poner el cuerpo en la gestión cotidiana del gobierno, y en el respaldo a ésta por parte de los que adherimos al proyecto político iniciado el 25 de mayo del 2003; y generar todas las instancias necesarias de debate y organización para perfilar el futuro de cara a la elección del presidente que suceda a Cristina.
Porque así como tenemos la responsabilidad de cumplir hasta el último día con el mandato constitucional conferido en el 2011 con aquél rotundo 54 %, tenemos también la obligación de administrar con sentido de futuro político y trascendencia más allá del 2015, ese núcleo duro de adhesiones de alrededor del 34 % de los votos en octubre pasado; y acrecentarlo -si fuera posible- hasta volver a ser revalidados por el pueblo argentino para gobernar sus destinos.
Que al fin y al cabo es lo que mejor responde a la tradición política del peronismo, que jamás se concibió como una fuerza política testimonial.
Se impone entonces un necesario debate interno para identificar lo que entendemos como asignaturas pendientes para consolidar y profundizar los cambios producidos desde el 2003, como así también las estrategias de alianzas políticas y sociales necesarias para lograrlo.
Revisando y discutiendo todo lo que haga falta: el rol de los movimientos sociales, la relación con el sindicalismo, los puentes que se tiendan hacia sectores del empresariado, los temas prioritarios de la agenda futura y las políticas más adecuadas para encararlos.
Sin cejar ni un momento en la defensa de lo conquistado, se trata entonces de empezar a plantearnos correlativamente las perspectivas de futuro, para estar en condiciones de planteárselas a las sociedad; sobre la base de la convicción de que es justamente lo logrado, lo que nos pone en condiciones de ir por lo que falta.
Desde ya quedarán para la discusión (pública, en el fuero íntimo de cada uno, individual, colectiva) el análisis de los perfiles de los candidatos que están lanzados (u otros que puedan aparecer, aun cuando no sea deseable: tener muchos es como no tener ninguno), y cuáles de ellos expresan más cabalmente el sentido y la orientación del proyecto político que iniciara Néstor Kirchner el 25 de mayo del 2003: cada compañero u organización -lo que por supuesto nos incluye- pueden tener su propia idea al respecto, todas respetables.
Comenzarán (o se acrecentarán) las operaciones, los alineamientos, las roscas, los posicionamientos; nada nuevo ni sorprendente: al fin y al cabo hablamos de política
Comenzarán (o se acrecentarán) las operaciones, los alineamientos, las roscas, los posicionamientos; nada nuevo ni sorprendente: al fin y al cabo hablamos de política
En nuestra opinión la cuestión de "quien" es importante, pero mucho mas importante es aun "con quiénes" y "para qué": para profundizar el rumbo iniciado, sin desviarse ni retroceder.
Al fin y al cabo, fuimos nosotros los que creamos el mecanismo institucional (las PASO) para saldar democráticamente las distintas aspiraciones y apetencias personales o sectoriales; contra la opinión y el voto de los que ahora las ensalzan como ejemplo de transparencia y democracia.
Desde luego que la opinión de la propia Cristina tendrá un peso gravitante, porque es la líder indiscutida de éste espacio político, condición que incluso le reconocen expresamente todos los candidatos que se lanzaron a la cancha con aspiraciones presidenciales.
Desde luego que la opinión de la propia Cristina tendrá un peso gravitante, porque es la líder indiscutida de éste espacio político, condición que incluso le reconocen expresamente todos los candidatos que se lanzaron a la cancha con aspiraciones presidenciales.
Claro que las PASO no son mágicas y acá en Santa Fe lo sabemos por experiencia: sin un verdadero debate político e ideológico sobre el rumbo futuro que transparente posiciones, los compromisos de respetar sus resultados -aunque eventualmente puedan no gustarnos- se diluyen; y por otro lado al participar el conjunto de los ciudadanos, no faltarán los que cambien su voto en las generales según sea el resultado; incluyen a algunos de los propios.
Trabajar en ambos frentes (la gestión de gobierno y su defensa, la construcción de las herramientas para prolongar este proyecto político más allá del mandato de Cristina) es una exigencia redoblada; a poco que se observe el desolador panorama político de una oposición sin ideas (por lo menos, que se puedan expresar en público, aunque algunos exabruptos recientes contribuyen a esclarecer al respecto); presa de una lógica de construcción política (y eventual gobernabilidad futura) que el kirchnerismo vino a sepultar para saldar la mega crisis del 2001.
1 comentario:
gracias compañeros, siempre son una brujula.
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