LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 15 de mayo de 2011

OJO


Por Raúl Degrossi

El discurso de Cristina el jueves sigue dando mucha tela para cortar, y los análisis de lo que dijo se multiplican por estas horas.

Sin ir más lejos, en Página 12 de hoy Horacio Verbistky enfoca el asunto desde una perspectiva más amplia del proceso histórico iniciado el 25 de mayo del 2003, y de la buena información de la cocina del propio gobierno a que nos tiene acostumbrados.

Aquí Hernán Brienza en Tiempo Argentino traza un interesantísimo paralelismo histórico del momento actual con los sucesos de la década del 70', y la crisis del peronismo después del retorno de Perón del exilio.

En ambos casos y desde diferentes ángulos, de lectura altamente recomendable, aunque uno siempre pueda encontrar matices, o disentir con algunas de las perspectivas.

Pero me interesa detenerme en otro aspecto de la cuestión.

El discurso presidencial apuntando directamente a ciertas modalidades de ejercicio de la protesta gremial volvió todos los reflectores sobre la figura de Hugo Moyano, lo cual en parte es justificado (sólo hacia él se puede entender dirigido la apelación a los que piden su reelección, de entre todos los que protagonizan los conflictos sindicales del caso), pero no debe confundir.

Primero reaccionaron los de afuera, los que -como decíamos en otra entrada- esperan que la coalición oficialista estalle en pedazos, porque esa sería la única forma de impedir la reelección de Cristina en octubre.

Y enemigos no le faltan a Moyano: desde los propios "gordos" de la CGT que toleran a regañadientes su conducción porque no tienen la fuerza para desplazarlo, hasta los intendentes del conurbano bonaerense con los que acumula viejas cuitas, y obviamente las grandes corporaciones empresariales, para quienes siempre es mejor tratar con una dirigencia sindical más "comprensiva".

Ni que hablar de los arraigados prejuicios antisindicales -y anti morochos, por que no- de vastos sectores de las clases medias, que hoy al igual que en el primer peronismo nunca parecen comprender que la mejora de su situación relativa no es fruto de su esfuerzo individual, sino de un contexto económico y social determinado, en el que el sindicalismo juega un rol fundamental.

No entienden ni saben de que se tratan las paritarias, pero cobran contentos los mejores salarios que allí se pactan, o se benefician con la suba del mínimo no imponible de Ganancias, sin acertar a entender que se lo deben a Moyano, por decir dos ejemplos.

Pero la reacción que más preocupa (al menos a mí) es la de algunos de "adentro" del propio dispositivo oficialista, que creen que el discurso presidencial haciendo blanco en otra bestia negra (en este caso el líder de la CGT) le hará subir aun más la intención de voto a Cristina de cara a octubre (lo que puede ser cierto), y servirá para reconfigurar el mapa de poder interno del kirchnerismo, para afrontar el nuevo mandato.

A esos hay que decirles: ojo.

Ojo con que aquéllos que no saben mirar con lente planar para ver el panorama completo (como Perón decía que debía mirar quien conduce), quieran reemplazar a Magnetto por Moyano, desconociendo la complejidad del proceso político; tanto como la composición del soporte social que sustenta al kirchnerismo como fuerza política dominante en la escena nacional.

Ojo con creer que el Palacio de Invierno hasta ayer estaba en la calle Piedras, y ahora se ha mudado a Azopardo al 800.

Y más ojo aun con querer asaltarlo de la mano de un sindicalismo corrupto, empresarial y entregador que acompañó el desguace del país y la desprotección de los trabajadores durante el menemismo (cargo del cual Moyano resulta exento), y que ante el primer conflicto que genere inconvenientes o caída de la imagen del gobierno en las encuestas, abandonará el barco para pasarse a la vereda de enfrente;  a la que en realidad pertenece.

Ojo con estar todos los días pensando en una nueva "madre de todas las batallas", y sobre todo ojo con emprender una nueva, cuando la anterior no está ni cerca de ser ganada.

Ojo con pensar la situación de hoy como una revancha de los 70', pero esta vez "haciendo tronar el escarmiento" desde el poder presidencial (o presionándola a Cristina para que lo haga) hacia la "burocracia sindical", repitiendo el error de ésta con la "juventud maravillosa", pero al revés.

Ojo con ofrendar a Moyano y al sindicalismo como trofeos al humor voluble de cierta clase media que hoy acompaña (en buena medida espantada por el desmadre opositor), y mañana se pone furiosamente en contra; como sucedió en el conflicto por la Resolución 125.

Porque nadie dice que haya que rifar el capital electoral que Cristina ha acumulado y que la pone en inmejorable posición de ser reelecta; pero tampoco hay que pensar todo con una urna en la cabeza, y advertir que la "profundización del modelo" (alguna vez habrá que sentarse a discutir y definir claramente que significa eso) exige un respaldo sólido, que solo un frente vertical de clases y sectores -donde confluyan los trabajadores, la clase media, la juventud- puede proporcionar.

Ojo con los "intérpretes" del pensamiento de la conductora -que sin dudas es Cristina- que aprovechan a llevar agua para su molino y utilizan el enorme peso de la imagen presidencial para cumplir sus propias hojas de ruta. Si algo ha demostrado Cristina es que sabe hacerse entender muy bien sola, sin mediaciones.

Ojo con confundir los enemigos y las prioridades, porque hasta hace una semana los cañones apuntaban a la AEA, Techint y Paolo Rocca, al que se lo obligó a dar la cara y salir a la palestra dejando las bambalinas en las que tan cómodo se mueve; y ahora resulta que para algunos, ese lugar lo ocupa el negro Moyano.

Ojo con validar el relato del enemigo, para el cual los morochos solo están para movilizar gente a los actos, y no pueden reclamar participación en las decisiones políticas, ni mejor situación de la que tienen. Y si el hijo de Moyano (Pablo) es un pelotudito que entiende poco de política, se lo llamá al papá (o al hermano, Facundo, que tiene los tantos bastante más claros) y que lo encuadren, como debe ser.

Porque si mis ojos no me engañaron, cuando acompañábamos los restos de Néstor desde la Rosada al aeroparque iban al lado del cortejo -y llorando parejo- los pibes de La Cámpora, con los de la Juventud Sindical, algo absolutamente impensado en los 70'.

Y expresaban en ese acto el agradecimiento al tipo que entendió -mejor que nadie- que en política no se pueden cometer dos veces los mismos errores, y vaya si errar en identificar al enemigo es un error mayúsculo; tal vez el peor que se puede cometer.

3 comentarios:

Cristina dijo...

Muy buena nota! Coincido plenamente.

Anónimo dijo...

Desplazarlo a Moyano de la CGT,es el sueño (y el objetivo) de los dueños de la economía y de sus empleados candidatos de la oposición.
Ser funcional a eso, concientemente o no, es sumar para la Unión Democrática.
El Colo

GISOFANIA dijo...

EXCELENTE ARTÍCULO. Lo aplaudo setenta veces siete, manteniendo el alerta de mis convicciones.
Gracias!