Mientras la oposición protagonizaba el papelón semanal en el Congreso levantándose de la sesión informativa de Capitanich (en realidad fueron dos: el día anterior sólo juntó 73 legisladores para tratar Ganancias y otros temas propuestos por ellos), y los medios discutían si existe o no el pensamiento nacional, Cristina apeló una vez más a la demonizada cadena nacional para anunciar una serie de medidas; entre ellas una nueva moratoria jubilatoria, continuidad de la inclusión previsional lanzada por Néstor en el 2003.
Disgresión sobre el uso de la cadena: basta mirar las tapas de Clarín y La Nación de hoy (en las que no existe la más mínima mención al respecto), para tener el ejemplo más contundente sobre la razonabilidad de utilizar el instrumento no ya para plantear una agenda diferente a la de los medios hegemónicos; sino para garantizar a los ciudadanos la información mínima sobre temas -como éste de la moratoria- que tienen que ver con su vida cotidiana.
Agenda dijimos, y de eso se trata: todo proyecto político (y el kirchnerismo no es la excepción) intenta establecer la propia y llevarla a cabo, ordenando prioridades según su propio criterio político e intentando a la vez reconocer el terreno donde pisa, para evaluar el momento más oportuno para llevarla a cabo, o las dificultades previsibles; eso es en esencia la política.
Como también lo es la disputa por la agenda, para imponer determinadas temas u oscurecer otros, lo que incluye al sistema político formal (lo que está pasando en el Congreso es bastante aleccionador al respecto) y a los poderes no formales; que con mucha mayor persistencia y poder de lobby insisten en tratar de imponer la suya.
Desde esta óptica deben entenderse los anuncios de ayer, que van por la senda de la reparación del tejido social dañado por las políticas del neoliberalismo; en éste caso en las personas de los que quedaron afuera del mercado del trabajo (o se vieron forzados a la informalidad) durante el esplendor de la convertibilidad y su ocaso y caída, hasta la llegada de Néstor al poder.
Y si se aprecian también desde esa óptica las última medidas del gobierno (como las leyes para combatir el empleo en negro, y aumentar las sanciones para los que tienen personal no registrado, o el aumento del 40 % de la AUH y del resto de las asignaciones familiares), se verá un hilo conductor: otorgar derechos y transferir recursos a los deciles poblacionales más precarizados y de menores ingresos, con un claro sentido redistributivo; lo que no ha sido sino el signo distintivo de los años kirchneristas. Acá veíamos hace poco números muy reveladores al respecto.
La nueva moratoria (ver los detalles acá) permitiría acceder al sistema de seguridad social (jubilación, obra social) a unos 474.000 argentinos, y tiene -si se quiere- un sentido de "sintonía fina" mayor que la anterior, para apuntar a sectores que verdaderamente necesitan ingresos fijos aportados por el sistema previsional: un cambio cualitativo consistente además con el diferente mapa social que presenta el país desde el 2003 para acá; y que al igual que el reciente aumento de la AUH, se hará sentir en los deciles que agrupan a los sectores más pobres de la población.
Al igual que lo hiciera en la crisis del 2009 (y también tras una derrota electoral) el kirchnerismo ha decidido "poner plata abajo", lo cual -cálculos electorales aparte- tiene un estricto sentido de justicia; que se plasma en medidas que llegan además cuando desde las usinas mediáticas y la oposición se sostiene que el gobierno lleva adelante un ajuste ortodoxo, que curiosamente la propia ortodoxia critica, o no reconoce como tal.
Y medidas que tienen condiciones de posibilidad, y fundamentos de sustentabilidad a largo plazo: el anuncio es posible como consecuencia de los resultados positivos que arroja la evolución de los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), nacido de la estratégica decisión de liquidar el oprobioso sistema de las AFJP; y será sustentable en el futuro en tanto se prevé que los aportes a la moratoria de los que ingresen a ella, se ajusten por el índice de la ley de movilidad previsional.
Dicho esto (lo de la sustentabilidad) porque es previsible que se diga sobre el anuncio lo que se dijo de los arreglos con Repsol y el Club de París: que el kirchnerismo le deja más jubilados al futuro gobierno.
Cuando en realidad lo que está haciendo es aumentar aun más el piso de cobertura y protección social de la población por parte del Estado (la incorporación de más vacunas al calendario obligatorio tiene claramente el mismo sentido); justo cuando un informe de la OIT acaba de destacar a la Argentina como un ejemplo mundial en la materia, y cuando desde la conducción de la UIA se le pide al Estado hacer un ajuste: la respuesta de Cristina al reclamo no pudo ser más elocuente.
Del mismo modo, los anuncios son el modo más contudente de responder por qué -por ejemplo- el oficialismo se niega a tratar en el Congreso los cambios en Ganancias, que afectan a menos de un decil de los trabajadores del país (los formalizados de mayores ingresos): simplemente porque tiene otras prioridades, así de sencillo.
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