LA FRASE

"PARA LOS QUE DICEN QUE SOY EL MONJE NEGRO DEL GOBIERNO, EN EL ASUNTO DE LAS PREPAGAS NO ME DIERON NI CINCO DE PELOTA." (FEDERICO STURZENEGGER)

viernes, 16 de enero de 2015

NO HAY MEJOR DEFENSA QUE UN BUEN ATAQUE, O ALGO POR EL ESTILO


A esta altura de los acontecimientos, no debería sorprender que los que nos acusan a nosotros de armar un relato para reemplazar a la realidad, acomoden la realidad y el modo de sucederse las cosas, a su propio relato.

Como tampoco debería sorprender que sea siempre el kirchnerismo el que "embiste", "ataca", "arremete" o cosas por el estilo; cuando los hechos marcan que el gobierno de Cristina (incluyendo los dos mandatos) es en realidad el que está bajo ataque permanente de su parte; desde la asonada agrogarca del 2008, para ser más precisos. 

En cada uno de los episodios de una ya desgastante saga (que pocos o casi nadie hubieran podido resistir permaneciendo en el gobierno, dicho sea de paso), cada vez que el dispositivo político oficialista se movilizó en defensa del gobierno los medios (sustancialmente Clarín y La Nación, el resto a su zaga) invierten el orden de las cosas, de modo que lo que es una respuesta política natural, termine siendo poco menos que una rebeldía adolescente sin sentido, por el puro capricho de armar bardo.

En cualquier lugar del mundo (menos acá, parece) resulta perfectamente lógico que las autoridades del partido político que gobierna (como hicieron ayer los dirigentes del PJ) cierren filas en defensa de su gobierno cuando éste es cuestionado, ni hablar cuando lo que hay en marcha es -lisa y llanamente- una gigantesca operación de desestabilización institucional; con participación de medios, jueces, fiscales y ex o actuales servicios de inteligencia, sin excluir probables ramificaciones en el extranjero.

Que por repetida la denuncia de los intentos de desestabilización pueda tornarse inverosímil es una de las claves del éxito de todo esto: para que la conspiración triunfe, es necesario que la trama de los conspiradores no sea asumida como cierta y posible, sino como un delirio gubernamental; y allí los medios juegan un rol clave.

Sin embargo, se terminan siendo yendo invariablemente de boca porque los pierde la pulsión irrefrenable por adelantar -a como dé lugar- el final del mandato de Cristina, en un marco de crisis institucional, y salida traumática del poder.

Que es ni más ni menos que el contexto en el que siempre ellos (los grupos que manejan esos medios, y otros del poder económico) han obtenido a lo largo de nuestra historia sus mayores beneficios: haga memoria el lector de los episodios de excepcionalidad y quiebra institucional de nuestro pasado remoto y no tan remoto, y advertirá de que estamos hablando cuando decimos que a río revuelto, siempre hay ganancia de los mismos pescadores.

Ejemplos actuales de esa pulsión golpista (porque hay que dejar de lado los eufemismos y llamar a las cosas por su nombre) abundan: acá en la propia nota de Clarín que da cuenta del documento del PJ apelan al recurso de las fuentes incomprobables para dar cuenta de que algunos dirigentes fueron poco menos que obligados a punta de pistola a firmarlo; así como en estos días en Twitter soltaban a marginales como Darío Gallo para hablar de "reuniones secretas" entre gobernadores, mientras de paso le pegan otro abrazo del oso a Scioli, operando sin barbijo en la interna que se viene.

Acá vemos por ejemplo como desde un medio del grupo Lanata y Longobardi naturalizan la propuesta de otro marginal como Asís (que debería guardar silencio obsequioso en todo lo concerniente a la causa AMIA, porque tiene amigos muy complicados en el tema) para acortar el mandato presidencial, y adelantar las elecciones. 

Y para no ser menos Pagni en La Nación de hoy tampoco puede resistir el impulso de revelar de que se trata todo esto: "Más allá de la azarosa peripecia judicial, como Yrigoyen con Alem, como Uriburu con Lugones, como Justo con De la Torre, como Perón con Juan Duarte, como Montoneros con Rucci, como Menem con Cabezas, Duhalde con Kosteki y Santillán, ella también entra a la historia cargando con un muerto inexplicable.". 

Clarito y en criollo: poco importa lo que determine la causa judicial y menos importa la verdad en torno a la muerte de Nisman, porque al muerto a Cristina, ya se lo tiraron; para causar efectos políticos y un terremoto institucional. 

Que no es ni más ni menos que lo que señaló la propia Cristina en su segunda carta: "La denuncia nunca fue la verdadera operación contra el gobierno. La verdadera operación era la muerte del fiscal. Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto. Así de triste y terrible.".

Está claro que ellos van a ir a lo suyo (ya lo están haciendo) sin dudar, y sin entretenerse demasiado en averiguar si fue suicidio o asesinato ("más allá de la azarosa peripecia judicial", en palabras de Pagni), aunque si tratarán de que seamos nosotros los que nos entretengamos en dilucidar esa disyuntiva; importante sí, pero menor en el contexto político de lo que está verdaderamente en juego.

Y somos nosotros los que no tenemos que pisar el palito ni morder ese anzuelo, para que no nos agarren con los perros atados; teniendo por seguro que no van a descansar hasta lograr su objetivo, si nosotros los dejamos. 

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