HAY QUE ARCHIVAR LAS CARPETAS

Cuando estalló el "Niembrogate" lo dijimos acá, y lo reiteramos ahora, tras los resultados del domingo: hay que dejar de lado la política de los "carpetazos", por lo menos hasta el 22 de noviembre; rehuyendo la tentación de "lanatizar" la campaña. 

Una de las cosas que comprueban los resultados de las elecciones del domingo es que el escándalo de Niembro, sus curritos y la pauta trucha no le hizo el más mínimo daño electoral a Macri, y esa constatación lleva a otra: los que dicen votar en contra del kirchnerismo porque están cansados de la corrupción en gran medida mienten.

Votan en contra del gobierno por otras razones (respetables en democracia,  aunque no se las comparta), y una vez que en su fuero íntimo la decisión está tomada, la "decoran" con el discurso honestista. Pero la supuesta preocupación ética nunca está en el corazón de la decisión electoral, no es lo determinante.

Quieren dar por terminado el ciclo kirchnerista, y la herramienta disponible hoy a la mano para hacerlo es Macri, y por eso lo votaron; y lo van a votar seguramente en el balotaje.

Sin importarle ninguno de los muertos que Macri tenga en el placard, desde las cloacas de Morón o el contrabando de autopartes, a los negocios inmobiliarios con su amigo "Nicky" Caputo y los curros de Niembro y la publicidad trucha; sin dejar de lado al Fino Palacios, la UCEP, los negocios de papá Franco con el Estado desde tiempo inmemorial o las escuchas telefónicas.

Y contra eso no hay Navarros, 678, informes de los medios k y su reproducción en las redes sociales y entre nuestros contactos que puedan hacer nada; y persistir en intentar convencer a alguien que no vote a Macri por esa vía, es perder el tiempo. 

La disputa con Macri y lo que Macri representa es (aunque a muchos les cueste admitirlo, y obrar en consecuencia) ideológica, y en ese terreno se debe dar.

No con discurso complejos al estilo Carta Abierta, sino exponiendo lo que verdaderamente es Macri y lo que representa, su idea del Estado, la economía, la sociedad, el mundo del trabajo, la educación o la salud.

Y cómo eso se traduce en cosas concretas en la vida cotidiana de la gente común, en su trabajo, en su sueldo, en sus perspectivas de progreso, en la educación de sus hijos, en la posibilidad de acceder a la vivienda propia.  

Es el único modo de desenmascarar el intento audaz de disimular el viejo y conocido rostro del neoliberalismo bajo los globos de colores y los spot de campaña donde aparece como una especie de pastor evangélico o cultor de la new age; que solo quiere que todos seamos felices, y más buenos entre nosotros.