LA FRASE

"LA CANTIDAD DE PERROS DEL PRESIDENTE ES UNA DE LAS CUATRO O CINCO COSAS EN LAS QUE LOS ARGENTINOS NOS TENDRÍAMOS QUE PONER DE ACUERDO." (MANUEL ADORNI)

viernes, 27 de octubre de 2017

SENTIDA AUSENCIA


La imagen -una tapa de Página 12 de enero del 2010, de un reportaje que le hiciera Horacio Verbitsky- empezó a circular en las redes sociales tras las elecciones del domingo, acaso recordando la visión profética de Néstor Kirchner, que nos dejó hace hoy 7 años: los errores, las miserias y las mezquindades del campo popular llevaban en sí el riesgo de favorecer una restauración oligárquica.

Cosa que terminó pasando en las elecciones del 2015, como todos sabemos y muchos lamentamos. Pero también es posible darle a la sentencia de Néstor un sentido a futuro, para no volver a cometer los mismos errores, y ser responsables de la consolidación a largo plazo del régimen de oprobio que nos gobierna.

De ese modo el recuerdo del flaco Néstor tendrá un sentido positivo y no auto-flagelatorio, para no caer en las deformaciones del “nestorismo”: utilizarlo a él solo para cuestionar a Cristina, como cuando se utilizaba a Evita para pegarle subliminalmente -y no tanto- a Perón. 

Debe ser por eso que el "nestorismo" del que hablamos abundó en las filas de los que enfrentaron a Cristina en la provincia de Buenos Aires, siendo funcionales a Macri: Alberto Fernández, Abal Medina, Randazzo, el Chino Navarro, Pérsico.   

Néstor también fue y vino, avanzó y retrocedió, construyó con lo que tenía a mano -que no siempre era lo mejor, ni lo que muchos hubiéramos elegido-, acertó y se equivocó.

A él también le tocó perder una elección en la provincia de Buenos Aires con un candidato ignoto e impresentable, habiendo sido apenas dos años antes el presidente que había dejado su cargo con el más alto nivel de popularidad desde la restauración democrática: así de frágil es el consenso social hacia la política y los políticos, tanto como la memoria.

También en ese momento se habló del final del kirchnerismo, y se barajaban nombres de posibles presidenciales, a la luz de un resultado electoral. Aquel candidato hoy vende lencería fina para damas, y muchos presidenciables “fija” del 2009 hoy vegetan en la intrascendencia, como Cobos o Reutemann.

Así de impiadosa suele ser la política, lo es con los que tienen estatura histórica (aquella elección bonaerense perdida fue la última que Néstor disputaría en vida), mucho más con los personajes minúsculos, que carecen de lo que hace falta para las grandes empresas.

Ese tipo al que casi nadie registraba en la gran escena de la política nacional en el 2002, terminaría colándose por la ventana de un balotaje fallido a la presidencia, apoyado en el PJ bonaerense y los siempre denostados “barones del conurbano”, para asir por la mano a la oportunidad que le tendía la historia, y construir su propio destino; y en buena medida el de todos nosotros.

Y fue él mismo el que se cansó de señalar -cada vez que pudo- las dotes y las condiciones de Cristina, así como también tendió todos los puentes que pudo cada vez que pudo, para construir una mayoría lo más amplia posible que tomara en sus manos la responsabilidad de construir “un país normal, en serio”, como le gustaba decir.

Con ideología pero sin ideologismos, con pragmatismo pero sin renunciar a los principios, ni dejar las convicciones en la puerta de la Casa Rosada como también le gustaba decir.

Escuchando el pulso y los reclamos de la sociedad, pero haciendo al mismo tiempo aquello que debía hacerse, aunque solo unos pocos lo reclamaran (testimonio de eso fueron las políticas de memoria, verdad y justicia), o aunque muchos estuvieran en franco desacuerdo, como tolerar la protesta social sin reprimirla.

Si de algo nos sirve el recuerdo de Néstor  hoy, en esta coyuntura tan crítica y difícil para el movimiento nacional, para el campo popular y más grave aun, para millones de argentinos, es para rescatarlo en su totalidad, en sus múltiples dimensiones y con el valor de incorporar su figura y su paso por la política nacional (breve, fulgurante, inolvidable) a la mochila de experiencias y conocimientos con que salir a dar la pelea.

Y poder suplir de ese modo su ausencia sentida -porque el flaco, dolorosamente, no está- con la construcción de ese héroe colectivo al cual también le gustaba referirse con frecuencia; cuando se bajaba el precio a sí mismo diciendo que era un hombre común, con responsabilidades importantes.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

https://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index-2010-01-10.html