LA FRASE

"LA CANTIDAD DE PERROS DEL PRESIDENTE ES UNA DE LAS CUATRO O CINCO COSAS EN LAS QUE LOS ARGENTINOS NOS TENDRÍAMOS QUE PONER DE ACUERDO." (MANUEL ADORNI)

martes, 5 de junio de 2018

AL FINAL, TERMINAMOS ENDEUDÁNDONOS PARA HACER OBRAS. O NO, DEPENDE COMO SE MIRE


Apenas comenzado el gobierno de Mauricio Macri el gobierno urgió el arreglo con los fondos buitres que no habían ingresado a los canjes de deuda, con el argumento que de ese modo el país lograría salir definitivamente del default; para poder ingresar a los mercados de deuda y obtener financiamiento para obras de infraestructura.

Ese fue precisamente el mismo argumento con el que Massa y casi todos los gobernadores (desde los del PJ hasta los de otras fuerzas como el socialismo, el MPN o el de Río Negro) justificaron aportar los votos de sus legisladores para aprobar el acuerdo, oprobioso para los intereses del país.

La historia posterior es conocida: el endeudamiento del Estado nacional se destinó casi en su totalidad a financiar la fuga de capitales, y el de las provincias más o menos para lo mismo, al menos en cuanto al destino de las divisas que ingresaron al país por la toma de deuda. La mayoría de ellas (en especial Buenos Aires, cuyo re endeudamiento fue colosal) lo destinaron a solventar gastos corrientes, en el país y en pesos.

La siguiente promesa del gobierno de “Cambiemos” fue la “lluvia de inversiones”, por la cual se aprobaron en el Congreso (con los mismos apoyos opositores) primero el blanqueo de capitales y la moratoria, y luego la ley de los contratos de “participación pública privada” (PPP). También acá la historia es conocida: como el blanqueo permitía dejar los dólares fuera del país, apenas una ínfima parte volvió, y lo recaudado por el impuesto especial se destinó a pagar la “reparación histórica a los jubilados”.

Quedaban entonces los contratos PPP para obras de infraestructura como la principal esperanza del gobierno de concretar la “lluvia de inversiones” prometida, pero acá también la historia es conocida: el régimen aprobado por el Congreso fue reglamentado por Macri con cambios, y ya estando en marcha las licitaciones bajo el nuevo sistema para los corredores viales, vinieron otras modificaciones, todas con el mismo propósito: endulzar a los esquivos inversores (la mayoría de ellos, los principales grupos económicos internos) con privilegios y beneficios de los que resulta que, en definitiva, será más lo que saquen, que lo que pongan.

Y ahora llegamos al final de la película, cuando nos informan que ante el cierre de la canilla del endeudamiento externo en los mercados de capitales, el gobierno piensa financiarse con los fondos que los inversores PPP ingresen al país, o con parte de ellos; bajo el razonamiento de que las empresas obtendrán de los bancos y fondos de inversión en la primera etapa del programa, recursos mucho mayores que los que irán necesitando por el avance de las obras.

Para que se entienda: el gobierno apeló a la herramienta de los PPP para que esa inversión que el Estado debe garantizar y repagar no figure como deuda pública (y así lo dispuso en el presupuesto nacional), pero ahora tomará parte de los fondos de los inversores bajo ese régimen, para financiarse; con bonos emitidos en dólares que por supuesto generarán rentas a sus tenedores, y engrosarán no solo el ya abultado endeudamiento contraído aceleradamente por Macri en dos años y medio de gobierno, sino el creciente peso de los servicios de deuda sobre el conjunto de los gastos del Estad, y sobre sus necesidades de divisas; siendo además que la mayoría de las obras que se están licitando bajo este sistema no mejoran la capacidad del país para el repago de sus deudas, incrementando por ejemplo su oferta exportadora.

Los bonos de deuda que ahora recibirían los inversores con contratos PPP se suman a los que el Estado les deberá entregar en pago por las obras que hagan, las cuáles además en muchos casos quedarán bajo su operación para explotarlas económicamente: si son rutas para cobrar los peajes, si con centrales generadoras de energía, para cobrarle ésta al mercado mayorista, y así en todos los casos.

Hemos dicho ya acá varias veces que esos bonos a su vez están emitidos en dólares, ajustables por la inflación y garantizado su cobro por el Estado con el producido de la recaudación de impuestos específicos como el de la transferencia a los combustibles líquidos; lo que convierte a los inversores de los contratos de “participación pública privada” en acreedores privilegiados del Estado argentino.

Se entiende ahora por qué razón toda la operatoria bajo el sistema PPP quedó bajo la coordinación de “Toto” Caputo, y no de los ministros con incumbencia específica en obras de infraestructura como Dietrich, Aranguren o Frigerio: la idea era desde el principio generar no solo un esquema de negocios rentables para la patria contratista local y algunos inversores extranjeros, sino otro nicho de curros para los bancos y fondos de inversión que estuvieron -por ejemplo- detrás de la corrida cambiaria, y que están también prendidos en la bicicleta financiera.

Y asegurarse además por supuesto una nueva fuente de financiamiento para garantizar la continuidad de la fuga de capitales.

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