LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

jueves, 7 de mayo de 2020

HAGAMOS LA DIFERENCIA


Empecemos por lo más fácil: suscribimos en un 101 % lo que dice acá Alberto sobre la absoluta irresponsabilidad de los que piden levantar totalmente la cuarentena, y reanudar las actividades normalmente, sin tener en cuenta los riesgos que eso encierra; como se puede comprobar a diario con solo leer los diarios o ver la tele, en todo el mundo. Si lo dijeran solamente loquitos como Milei o Boggiano no sería un problema, pero cuando lo dicen -por ejemplo- los principales empresario del país nucleados en la AEA la cosa cambia, y se comprende el enojo presidencial: como dijo el presidente, están condenando a la muerta a miles de argentinos, sin decirlo. 

Lo que no supone -ni mucho menos- estar de acuerdo con todo lo que dijo AF ayer, empezando por la barbaridad de minimizar los efectos de la rebaja salarial del 25 % que el gobierno está homologando en trámite express cuando hay acuerdo entre los empresarios y los gremios, con el argumento de que los trabajadores tienen menos gastos, porque deben permanecer en sus casas, o no salen a comer afuera.

Y desde allí decimos que no tiene mucho sentido enojarse con los empresarios, si se va a ceder a todos sus planteos, o a tolerar lo que hagan, sin que les cueste nada. Hace poco y a propósito del Día del Trabajador, decíamos acá: "...el gobierno dictó un DNU que prohibió por 60 días los despidos y suspensiones por causa de fuerza mayor (por ejemplo la merma en las ventas y la facturación por la pandemia), pero que al día de hoy es letra muerta: los despidos y suspensiones siguen estando a la orden del día, sin que el propio gobierno haga nada para hacer cumplir su propia norma.

Peor aun: esta misma semana se conoció que la UIA y la cúpula de la CGT llegaron a un acuerdo por el cual, a cambio de evitar despidos, los trabajadores (o en todo caso los sindicalistas que dicen representarlos) aceptan una rebaja de hasta el 25 % de sus salarios; y el gobierno adelantó que homologará todo acuerdo que se mueva dentro de esas pautas, con la velocidad que no tuvo -por ejemplo- para aprobar el impuesto a las mayores fortunas, ya en el inicio de su mandato.

Nada de eso debería pasar en un gobierno peronista, o éste no lo debiera permitir, porque como dice la cuarta verdad, "no existe para el peronismo más que una clase de personas: las que trabajan". Tenemos un compromiso moral con todos los que nos votaron, de cumplir con la palabra empeñada en campaña, sin desconocer las enormes dificultades que se nos plantean, y la descarnada oposición que tenemos enfrente. Pero es bueno recordar, justo hoy, el día de los trabajadores, que nuestro primer compromiso es con ellos, y no podemos fallar en cumplirlo."

Y las cosas siguen igual, si no peores: los despidos y suspensiones están a la orden del día, sin que el gobierno se asegure siquiera que las empresas sigan el procedimiento preventivo de crisis que establece la Ley 24013 para acreditar fehacientemente (con sus balances y facturación) que no les queda más remedio que despedir; y por el contrario homologa automáticamente los acuerdos de reducción salarial, sin disponer simultáneamente -por ejemplo- que el Estado se hace cargo de pagar la parte restante del salario a los trabajadores. 

El área económica del gobierno y el propio presidente parecen presos de un discurso monetarista, y tienen miedo de prender la maquinita y emitir para inyectar dinero en el consumo y sostener una actividad que se cae a pedazos, efecto de la pandemia: nótese que no planteamos -como los irresponsables que sí lo hacen- levantar la cuarentena, sino tomar medidas concretas para contrarrestar sus efectos sobre el nivel de actividad. Pero tampoco inmolarse en el altar del equilibrio fiscal, cuando el propio gobierno dijo hace poco, al presentar la propuesta de reestructuración de la deuda, que esa no podía ser una meta a la que se subordine toda la política económica. 

Por otro lado y si se nos apuntara que los gastos del Estado tienen que tener financiamiento genuino, allí está la lentitud de tortuga con que avanza el impuesto a las grandes fortunas, contrastando con la velocidad express de las homologaciones de los acuerdos de reducción salarial: no basta con decir que una cosa corresponde al Congreso y la otra al poder administrador, para disipar la sospecha de que a ambas no las mueva la misma intensidad en la voluntad política.

Dejando de lado las Pymes que pueden tener problemas reales (a los que el Estado debe darles respuestas, ya, sin dilaciones ni trabas burocráticas absurdas), las grandes empresas le tomaron el tiempo al gobierno, al presidente, a sus funcionarios y a sus "advertencias": están haciendo literalmente lo que se les viene en gana, sin pagar ninguna consecuencia.

Comenzando por las propias empresas nucleadas en la AEA, como Arcor, Mercado Libre, Techint, Clarín y las de la COPAL: mientras mantienen o aun aumentan sus ventas y remarcan precios (por ejemplo de la telefonía celular o los productos alimenticios de consumo básico), despiden empleados, suspenden y recortan salarios, bicicletean en la Bolsa o con el dólar MEP o el contado con liqui y -como siempre- evaden y fugan. 

En ese contexto, es irrelevante (y si se quiere contraproducente) que vayan a Olivos a decirle al presidente y a guzmán que apoyan su propuesta de reestructuración de la deuda. Tan contraproducente, que en ese mismo marco la cúpula agrogarca habría hecho llegar una propuesta de "prestarle" al gobierno 5000 millones de dólares a cambio de un bono en dólares a 10 años, para que pague la deuda con el FMI, y a cambio les elimine las retenciones, y libere por completo las exportaciones: negocio ruinoso para el Estado por donde se lo mire, pero bien dice el dicho "como te ven, te tratan"; y todo indica que nos están viendo fáciles.

Se trata de una pulseada de poder que el gobierno viene perdiendo por goleada, y eso es una situación que no se puede prolongar demasiado en el tiempo, porque afecta la gobernabilidad. Y cuando eso sucede, no se arregla con guitarreadas presidenciales, ni pidiéndole a los chicos que te manden dibujitos por Twitter. 

La gente nos votó el año pasado porque confió en que éramos distintos que el macrismo. Viene siendo hora ya de que -en materia económica- apretemos el acelerador y hagamos más cosas concretas, y demostrarles a los que confiaron en nosotros, que no estaban equivocados. No basta con decir que somos distintos: hagamos la diferencia.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

muchs trabajan y comen una vianda casera, en muchas empresas hay un comedor a precios cuidados
les rascan el fondo de la olla a ls trabajadors ests autentics chupasangre
las empresas gastan menos en todo tipo de higiene y seguridad, servicios de confort, iluminación, comunicaciones, papelería,

LA CARADUREZ NO TIENE LIMITES
CAVALIERI
BARRIONUEVO
EL OTRO REPUGNANTE DE LA UOM, Q LE FALLUTEBA A CRISTINA TAMBIEN ACEPTÓ LA REBAJA DE HABERES
Descuentos sobre haberes sin paritarias y con todos los aliemntos aumentando día adía xq ls misms de la,maldita AEA, especulan con todo inclusive el dolar paralelo, y los bonos autoemitidos x el impresentable q eligieron en 2015 q legisló para la oligarquia empresaria y terrateniente
seguimos cada vez mas genuflexos

Aguarràs dijo...

Y bueno, Alberto nos dijo en campaña que si veíamos que equivocaba el rumbo se lo hiciéramos saber. Habrá que encontrar el modo...

Anónimo dijo...

Es urgente.
Hay que entender que no estamos en un cese al fuego y actuar en consecuencia.
No es con cepo y procrear, está vez va por otro lado. Hay que agrandar la grieta

Los leales critican
20verdades