El anteproyecto de ley presentado por Cristina seguramente traerá mucha cola de comentarios y provocará una ímproba tarea de lobbys y contralobbys de los que están en contra y a favor por cuestiones ideológicas y de intereses: éstos últimos seguramente participarán (directa o indirectamente) en la discusión fundamentalmente por su postura contraria o a favor del gobierno.
Por empezar debemos decir que, quienes encabezaron los trabajos técnicos, gozan de gran prestigio como juristas. Al margen de ello se observa que el anteproyecto toca a fondo distintas cuestiones, sobre todo en materia de familia, y eso abrirá un debate profundo en el Congreso y los medios de comunicación serán las tribunas, sobre todo para los que están en contra del kircherismo.
Debemos decir que desde 1987, en que se sancionó la ley de divorcio y hasta estos últimos años, no se produjeron grandes cambios en la legislación en materia de familia con trascendencia en la vida cotidiana. El matrimonio igualitario y la mayoría de edad son los más conocidos.
Lo que se intenta ahora es aggiornar la legislación, lo cual también tendrá un choque con cuestiones culturales tradicionales que pueden herir toda una vida de pensamientos.
Convengamos que en los últimos treinta años la familia matrimonial tradicional ha sufrido un duro embate: el desprestigio alcanzado en parte se debió a los hechos y en parte a la “mala prensa” a que esos hechos dieron pié.
El conformar una familia dentro de la normativa jurídica implica un compromiso, en ese plano, que culturalmente se ha dado de bruces con la realidad social, en no pocos casos.
Pero, por otro lado, el derecho no puede estar a espaldas de la realidad, y debe acompañarla lo más pronto posible. En algunas cuestiones podemos estar de acuerdo o no, pero lo cierto es que, con los cuidados debidos, el legislador debe tratar que se resguarden los derechos, fundamentalmente de los más desprotegidos.
En esa mirada, pareciera que las opciones liberales en materia de régimen patrimonial matrimonial, favorecerán el casarse sin temor a que el otro “se quede” con la mitad de lo “tuyo”, modificando así el régimen imperativo actual de ganancialidad, que tiene en mira proteger al más débil económicamente en la relación de pareja.
Por otra parte, en materia de concubinato (uniones convivenciales las llama el proyecto), si se protegen los derechos en extremo, equipararán en la norma esa institución a la matrimonial, por lo que esté bien o esté mal, sería como lo mismo casarse o no: sus diferencias no serán trascendentes.
En materia de hijos, el alquiler de vientres, la fertilización asistida y la filiación post-mortem, son cuestiones que se dan en la práctica y que es necesario abordar con detenimiento, aunque ninguna ley podrá hacerlo con el gusto o la idea de todos.
Por otra parte, en materia de concubinato (uniones convivenciales las llama el proyecto), si se protegen los derechos en extremo, equipararán en la norma esa institución a la matrimonial, por lo que esté bien o esté mal, sería como lo mismo casarse o no: sus diferencias no serán trascendentes.
En materia de hijos, el alquiler de vientres, la fertilización asistida y la filiación post-mortem, son cuestiones que se dan en la práctica y que es necesario abordar con detenimiento, aunque ninguna ley podrá hacerlo con el gusto o la idea de todos.
En síntesis, la propuesta no es que sea revolucionaria sino que trata de cambiar diversas cuestiones - y no sólo en materia de familia- yendo al hueso, como ha sido la impronta de este gobierno de casi 9 años, en que ha tratado de acompañar y brindar soluciones a las necesidades sociales.
De ahora en más iremos haciendo en el blog otras entradas puntuales sobre los muchos puntos concretos que contiene el proyecto.
De ahora en más iremos haciendo en el blog otras entradas puntuales sobre los muchos puntos concretos que contiene el proyecto.
Ah, Beccar Varela, Cosme, salute.
Seguramente te estaremos viendo.
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