LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 11 de marzo de 2012

BINNER: EL JARRÓN CHINO, EL PROGRESISMO Y LOS CONFLICTOS GREMIALES


¿Qué hacer con Binner?, se preguntarán en el socialismo.

El hombre tiene mucho tiempo libre, se va de paseo por el paìs y el extranjero, no tiene responsabilidades cotidianas de gestión, y como prospecto electoral (luego de arañar el 17 % en las presidenciales de octubre) tendrá 71 años en las legislativas del 2013, 73 para las próximas presidenciales: no es lo que se diga de la juventud maravillosa.

Decíamos acá que -a menos que se tratara de roles perfectamente delimitados-su multiplicación de apariciones mediàticas con declaraciones muchas veces desconcertantes, siempre confrontativas (tanto como puede serlo Hermes) hacia el gobierno nacional le complicaban la vida a Bonfatti; necesitado de aceitar la relacion con la Rosada.

Y ahí está el hombre, recién venido de su excursión española y su tradicional periplo semanal por los medios porteños, apelando al corazón de los docentes santafesinos que acaban de decretar otro paro de 72 horas; ¿le contestarán con el bolsillo?

Cabe preguntarse si esta versión edulcorada de las palabras de Cristina no termina teniendo el efecto contrario al buscado; sobre todo en un gremio que tiene una dinámica de conflicto fácil de poner en marcha, pero no tan sencilla de desmontar; por más que Hermes (con esa spianta de Héctor Gagliardi) les hable dulce al oído a las maestras.

Lo que nos lleva al mismo interrogante inicial: ¿las declaraciones de Binner son -de motu proppio- un intento de oxigenar al gobierno de su amigo Bonfatti, poniendo su capital político al servicio de quebrar o amenguar el impacto del paro docente, o responden a un pedido expreso de la gestión provincial?

Estas declaraciones de Bonfatti diciendo que la oferta que rechazaron los docentes es inmodificable por el gobierno (porque los número mandan, y la cosa pinta fea por ese lado) parece indicar que se trataría de lo segundo. 

Puesto en pose de jarrón chino, Binner aparece en segunda fila en cuanto evento de relevancia cuente con la participación de Bonfatti: el acto del día de la bandera y la inauguración de Expoagro fueron los dos recientes más relevantes.

¿Acompañamiento polìtico, intento de compensar la falta de un rol institucional para permanecer en pantalla, o de oscurecer el que juega Bonfatti por su cargo como gobernador?

Donde parecen tener en claro en que lugar poner al jarrón Hermes, es en el multicolor armado del FAP, a punto tal que lo secundan en cuanta tertulia sobre el devenir ontológico del progresismo surja del CEMUPRO (el "think tank" del socialismo) y aledaños, como podemos ver acá:


Aunque ambos planos de la realidad (jornadas progresistas y conflictos sindicales que jaquean a la única gestión concreta que tiene el FAP: el gobierno de Santa Fe) parecieran discurrir por separado, se relacionan provocando un plano ciertamente bizarro.

Los sectores sindicales que motorizaron el rechazo de los docentes santafesinos a la oferta salarial del gobierno de Bonfatti (así como los que trataron de hacer lo propio dentro de ATE cuando la discutieron los estatales provinciales) son los que -en mayor o menor medida- tributan al sector de la CTA de Micelli, es decir lo único parecido a una estructura sindical con que cuenta como aporte el FAP, y con que contó la candidatura del propio Binner a presidente.

Todos gremios estatales por cierto (lo que no es un dato menor), que maximizan sus demandas sectoriales hacia el Estado patrón en un contexto de crisis y restricción de las cuentas públicas: es muy difícil no ponerle una intencionalidad política al reclamo motorizado en todo el país por ATE nacional (en manos de Micelli, pero con la evidente guía del "Tano" De Genaro, uno de los teoréticos del progresismo en el cónclave del CEMUPRO) contra el gobierno de Cristina, en demanda de un 35 % de aumento: una pauta que, hoy por hoy, ni siquiera plantean en serio sindicatos del sector privado con poder de fuego más contundente.

Más cuando el mismo gremio (ATE) en su versión provincial (bien que conducido por una dirigencia cercana a las posiciones del kirchnerismo) acaba de aceptar un 21 % en dos tramos como propuesta de recomposición salarial del gobierno del Frente Progresista; y en la misma Santa Fe Binner (el referente máximo de la cooperativa progresista en formación, como que acaba de ser su candidato a presidente), como vimos al principio, llama a la calma y la reflexión a los docentes para que acepten ese mismo 21 % desdoblado.

¿Por qué no hace entonces lo propios con el reclamo de ATE nacional al gobierno de Cristina?

Además de su absoluta falta de coherencia (hace poco despertó recelos dentro del propio FAP al plantear que -para disminuir la inflación, los trabajadores tenían que dejar de reclamar aumentos de salarios), coquetea con la posibilidad de acumular corriendo al gobierno por izquierda, con el apoyo de estructuras gremiales que prometieron por años una renovación de las prácticas sindicales, pero terminaron mostrando escandalosamente la hilacha en las últimas elecciones de la CTA, y sus derivaciones judiciales posteriores.

Binner juega un juego peligroso (o no controla el aparato sindical que reporta al FAP, lo que sería peor aun) que incluye varios guiños a Moyano; y que se puede volver en contra -más temprano que tarde- de la propia gestión socialista en Santa Fe: el rechazo de la docencia a la propuesta salarial de Bonfatti puede ser en ese sentido sólo el primero de muchos conflictos en ciernes; más si las cuentas del gobierno provincial siguen complicadas y la gestión no levanta vuelo por el lastre de los paros y conflictos.

Lo que nos lleva de nuevo al síndrome del jarrón chino: el tiempo dirá donde termina el socialismo poniendo a Binner, entre la posibilidad de delirar sobre el ser progresista en términos de conferencias inocuas, la consolidación de un polo opositor de presunta centroizquierda (para lo que el propio Binner y buena parte de sus aliados tendrán que luchar contra sus propias ambiguedades conservadoras), o las más concretas y apremiantes necesidades de gestión de la única experiencia concreta que tienen para acreditar en esa materia, y que bastante magullada viene en los últimos tiempos.

Tanto que estuvo a poco más de 60.000 votos de perder la provincia a manos del experimento Del Sel; y eso antes de que los números del Estado santafesino empezaran a mostrar rojos cada vez más difíciles de ignorar. 

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