LA FRASE

"CON EL PRETEXTO DE LA EDUCACIÓN SEXUAL, KICILLOF FOMENTA LA PEDOFILIA, SI FUERA EL INCESTO, VAYA Y PASE." (KARINA MILEI)

miércoles, 16 de julio de 2014

16 de julio de 1976: Una historia como tantas.

                                         
            
Es la madrugada, estoy en mi cama tapado y con la cabeza debajo de la almohada. Anoche, durante la cena, se metieron en casa. Eran más de una docena. Revisaron por todos lados y a mis viejos los llevaron al patio. Me tiraron al piso del living, uno se arrodilló y me puso un revolver en la frente, otro me pisó la cabeza con un borceguí y otro me pisó la espalda. Escuché de lejos la voz de mi padre, para quien resultaba incomprensible todo lo que estaba pasando. No encontraron nada y se fueron. Mi papá me pidió que me acostara y me quedara tranquilo, dijo que él iría al día siguiente a la Jefatura de Policía a averiguar. Cuando ellos se acostaron, me subí al techo y ví un auto estacionado a unos metros de casa con dos personas adentro. La suerte estaba echada.

No puedo pegar un ojo y hace mucho frío. ¿Qué hacer? A las 7 se acerca mi padre a mi cama y me dice:”Levantate y andá a la escuela, todo va a estar bien. Al mediodía conversamos”. No sé si lo es, pero para mí es el día más frío del año. El auto ya no estaba en la calle. Camino hacia la parada del ómnibus y miro para atrás de vez en cuando. Nadie me sigue, creo. Decido hacer lo que mi padre me indicó. Entro a la escuela y antes que termine la primera hora viene el preceptor y me dice:”Bajá que te llama la Directora”. La escuela tiene dos salidas, bajo y tanteo la de los alumnos y estaba cerrada con llave. Voy a la Dirección –que está al lado de la otra puerta a la calle- y un hombre amablemente me indica que entre a hablar con “Betty”. Ella me recibe con una sonrisa y me dice:”Quédate tranquilo, unas personas te van a conducir para hacerte unas preguntas” En eso desde atrás alguien me toma de los brazos, otro me coloca una capucha y luego unas esposas. Me sacan presurosos, en la puerta había un auto estacionado, me meten en el piso de atrás, poniendo estas dos personas sus pies sobre mi espalda y cabeza.

Así empieza una etapa que durará quince meses. Hace frío santafesino, pero mucho frío. En estos días estoy conociendo el verdadero frío, el hambre, la picana, el submarino, el hacerme encima…y lo que es pensar que voy a morir en pocos segundos o minutos. En este momento no pienso en mí. Tengo quince años y creo haber vivido todo y haber sido feliz en muchos momentos. No me importa morir y no sé por qué. Quizá porque ya había pensado que podía pasar y lo tenía asumido. Son tiempos en que pintar una pared, hacer una pegatina o una volanteada se cambian por la vida y se asume o se deja. Sí me preocupan mis padres, espero no sufran. Son lo más importante para mí. No sé si es de noche o de día, ni cuánto tiempo hace que estoy tirado arriba de unos escombros, en una pieza de una planta alta, que creo es la Jefatura de Policía, pero después me entero que es la Seccional Primera. Estoy en cuero y siento el frío caño de un arma que es larga, porque el que dice me va a matar está parado y apretándome la cabeza con su píe. Escucho una radio prendida pero lejana, como a dos o tres habitaciones. Me dice que mis amigos y mi familia ya están muertos. Tengo capucha pero igual cierro los ojos. Apretó los puños y la esposa se me cierra más. Ese caño recorre mi espalda en un vaivén insoportable y le digo:¡Qué, qué! La respuesta fue una carcajada, la más indignante para mí. Me siento un boludo. Al rato creo estar solo y empiezo a llorar, pero una voz me dice:”no seas maricón, los hombres no lloran”. Hoy le diría: los chicos sí y los hombres
también. 

5 comentarios:

Julia dijo...

dueños de la vida

Anónimo dijo...

Memoria y justicia. Un abrazo, compañero y amigo.

Anónimo dijo...

Los que pasamos ese tipo de historias, tenemos en la memoria cada momento. No olvidamos

Anónimo dijo...

Y esa Betty, entregadora,malparida,después de su tarea de colaboración,sabiendo que algunos volverían y otros no ¿podría dormir?

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Nos cuenta el autor que esa persona era una docente muy conocida en la época, que él la odió por años y luego la perdonó con el beneficio de la duda a su favor, pero nunca olvidó su sonrisa durante la situación. Hoy ya está fallecida.