A cualquiera medianamente
despierto e informado sobre los asuntos públicos no podrá sorprenderlo en modo
alguno que el gobierno de Macri haya decidido perdonarle una deuda con el
Estado a las empresas de la familia Macri en condiciones vergonzosas; sobre todo
conociendo el historial familiar. Si hasta Majul en otro tiempos (cuando no
oficiaba de lenguaraz rentado del régimen) lo contó en uno de sus libros.
Desde la estatización de sus
deudas en la dictadura a través de Cavallo y los seguros de cambio, hasta la
licuación de sus pasivos por la pesificación
asimétrica en el gobierno de Duhalde, pasando por el contrabando de
autopartes a Uruguay o las cloacas de Rousselot, la de los Macri y sus empresas
es una larga historia de rapiña sistemática del Estado para hacer negocios.
Siempre aprovechando
circunstancias de excepcionalidad, que son las que suele provocar ésta misma
gente para –precisamente- medrar con sus negocios: una dictadura, una mega
crisis económica e institucional.
Y aunque en éste caso las circunstancias podrían considerarse normales
(Macri llegó a la presidencia ganando las elecciones), la conjunción de un
depredador serial del Estado como Franco Macri con un hijo presidente, se está
mostrando letal...para los intereses públicos: estamos pagando la terapia más
cara de la historia, para que un hijo logre finalmente ser aceptado por su
padre.
Es el de la “famiglia”
presidencial un botón (grande, eso sí) de muestra de cómo funciona la
tristemente célebre “patria contratista”, que reclama “reglas de juego claras y
estables” y se dice devota de las leyes del mercado, pero que se ha
especializado en desangrar al Estado y convertirlo en un coto de caza de sus
negocios, con todos los gobiernos.
Quizás barbaridades como
habilitar el blanqueo a los familiares o el acuerdo del Correo lleven a
preguntarse cuáles son las razones del apuro por hacer la mayor cantidad de
negocios posibles, a la mayor velocidad posible ¿es acaso porque se saben
impunes, o es quizás por miedo a que la cosa dura poco y termine mal?
Tampoco podía sorprender el
blindaje mediático que rodeó el estallido del caso del Correo en sus primeras
horas, para proteger al gobierno: tanto Clarín como La Nación tienen sus
propios muertos en el placard que proteger, además de su compromiso político
con el gobierno, y los negocios actuales que de él obtuvieron; y seguramente
seguirán obteniendo.
Por eso de la “omertá” pasaron
rápidamente a la justificación, con argumentos inverosímiles, extraídos de
Lopérfido: saquen 30.000, pongan 70.000 millones, saquen desaparecidos, pongan
millones desfalcados al Estado, el marco conceptual es el mismo.
Sirvió sí el episodio del Correo
como material didáctico de primera mano para entender y explicar como funciona
ese blindaje en los medios, y para preguntarse que otros Correos estarán
pasando frente a nuestras narices, sin que nos demos cuenta: pensemos que el
vergonzoso acuerdo se conoció porque había un expediente judicial, y
traspolemos la mecánica de funcionamiento a todos los casos ingresados al blanqueo
por ejemplo; donde tanto la UIF como la AFIP extremaron su celo para preservar
“el secreto fiscal”, y el proyecto original del gobierno contemplaba meter
presos a los periodistas que informaran al respecto.
Y también nos brinda una
importante lección sobre cuanto hay de cierto en aquello del “engaño” en el que
cayó el votante de Macri, o los presuntos supuestos en los que basó su voto.
Por si no fueran pocos los
antecedentes familiares en negocios con el Estado, y los propios de Macri
gestionando en la CABA (con endeudamiento colosal, recortes en salud, educación
y vivienda, promesas de obras incumplidas y aumentos siderales de impuestos
incluidos), muchos dijeron que lo votaban porque “como es rico no necesita
robar”, y “si hizo plata es la de él, no la tuya ni la mía”.
Cuando es precisa y exactamente
al revés: es rico (él, su familia) porque robó, de la nuestra y de la de todos,
durante muchos años. Y si no nos creen, ahí tienen el caso del Correo para
actualizar la información, y resetearse el mate.
Pero éste argumento del “engaño”
se cae por su propio peso cuando se puede ver como muchos votantes de a pie de
Macri (sería injusto decir que todos, pero muy certero que la gran mayoría) se
abroquelan en defensa del presidente y el gobierno ante el escándalo,
justificando con argumentos inverosímiles lo que hasta ayer rechazaban con
airada indignación; solo porque se trata de otro presidente (el que ellos
votaron) y otro gobierno.
Lo que comprueba que como dice el
compañero y amigo Adán de Ucea, a muchos no les jodía la corrupción, sino que
les jodía el peronismo, la presencia activa del Estado, las políticas de
inclusión, la ampliación de derechos, la movilidad social de los de más abajo.
Por eso defienden a Macri, que
representa -por su historia pero también por las políticas que viene desplegando
sistemáticamente en 14 meses de gobierno- exactamente todo lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario