A menos de dos semanas de unas elecciones que serán cruciales para el futuro del país, parece haber más gente preocupada por el futuro del peronismo después de los comicios, que por los resultados en sí, y sus consecuencias; empezando por muchos dirigentes peronistas.
Ni hablemos de los antiperonistas: están muy excitados con la posibilidad de concretar, de una buena vez, el vaticinio que les viene negando desde octubre del 45': que el peronismo por fin, comenzará a desaparecer de la política argentina. Si es por elegir con provecho de todo lo que se ha escrito al respecto, nos quedamos con esto del compañero Abel Fernández en su blog, y con esto otro de Edgardo Mocca en Página 12 de ayer; porque nos parece que apuntan elementos muy bvvaliosos para el análisis.
Decíamos que hay más preocupación en buena parte del peronismo por el futuro del movimiento que por las muy próximas elecciones, y profundizando al respecto, se percibe cierta resigtnación a la derrota o acaso conformidad con ella, para usarlo en la interna que se abrirá el día después de los comicios, aunque ya está instalada: parece obvio que muchos prefieren que Cristina pierda, sin advertir que su derrota será esgrimida contra todos; porque Roma no paga traidores, y el dedo de Macri tarde o temprano fulmina. Miren si no como le fue a Massa desde que lo señaló en Davos como el "futuro líder del peronismo", un pronóstico que hoy algunos dentro del PJ insisten en cumplir, contra la evidencia de los números.
Pocos dirigentes del peronismo parecen estar dando la pelea por ganar el 22, como debe ser: contra Macri, su gobierno y sus políticas; y allí también sobresale Cristina, y los que se referencian en ella, como acá Agustín Rossi. Son constataciones de datos de la realidad, más que opiniones personales. Incluso en el peronismo santafesino que atravesó un saludable proceso electoral interno y donde hoy todos parecen dispuestos a sumar su esfuerzo para repetir el triunfo de las PASO, hay otros como Perotti que prefieren "desensillar hasta que aclare"; y evitar exponerse a los riesgos de una derrota, ¿acaso para preservarse a futuro como figura disponible para el que la necesite, Macri incluido?
Todos los días nos encontramos con nuevos autopostulados "arquitectos del nuevo peronismo", que parecen coincidir en un punto: no incluirá ni a Cristina, ni al kirchnerismo. Es raro ese "nuevo peronismo", que aunque se para en las previas derrotas del FPV para reclamar autocríticas y cambios, tal parece que para ingresar a él no es menester tener votos, ni acreditar éxitos electorales, sino simplemente hacer tenido querellas actuales o pasadas con CFK, y el kirchnerismo en general.
Dicho hasta el cansancio aquello de que con el kirchnerismo solo no alcanza para volver a ganar una elección presidencial, pero sin él es imposible hacerlo, muchos dirigentes del peronismo parecen dispuestos a ensayar el imposible, acaso sabiendo que lo es: si la idea es sentar las bases para un triunfo del PJ que le permita volver al poder en el 2019, el camino elegido no parece ser el más indicado. A menos que la idea sea otra, y nos la estén escamoteando del debate.
La idea de "expurgar" a Cristina y al kirchnerismo del "nuevo peronismo" es menos eficaz aun en tiempo presente, para frenar la previsible y anunciada ofensiva post electoral de Macri por las reformas laboral y previsional, los avances sobre las provincias y el ajuste del gasto público. Ahí está a la mano el ejemplo del fracaso de la CGT, cuya unidad post balotaje solo sirvió hasta acá para hacer las veces de colchón de contención del reclamo social contra Macri, más que para garantizar los intereses de los trabajadores, y aun de las propias organizaciones sindicales.
Cuando le preguntan a Cristina si es de izquierda o como se definiría políticamente y se reivindica peronista, hay enojos a uno y otro lado de la grieta que divide a los "peronistas de Perón" de los "progres"; como si algunos quisieran que se fuera de una vez por todas para "reconstruir el peronismo" sin ella, u otros quisieran armar un "Frepasito tardío" como dice Asís, enancados en sus votos.
Y hablando de obstáculos o "tapones", fue la propia Cristina la que se autoexcluyó a futuro de cualquier candidatura si eso fuera un obstáculo para una unidad mayor, del mismo modo que no se excluyó de estar en primera fila en la pelea contra Macri. Lo raro es que por contraste sobran los que reclaman para sí un rol central en el "peronismo que viene", y han invertido exactamente esos roles: se anotan en la lista de los candidatos, pero se borran de cualquier iniciativa tendiente a cruzar al gobierno y sus políticas.
Si hemos de juzgar por la información que circula, pareciera que ese "nuevo peronismo" consistiría en juntar a Urtubey, Schiaretti, Massa, Bossio, Randazzo, Abal Medina y Pichetto, para que entre ellos decidan como se dirimirá la discusión interna y quiénes serán los candidatos; luego de lo cual y como por arte de magia todos los que votan a Cristina o se dicen a sí mismo kirchneristas los votarán, atraídos por el peso simbólico del escudito del PJ. Por absurda que parezca, no hay otra interpretación posible a la movida, porque de lo contrario no se entiende de donde saldrían los votos para articular y expresar esa nueva mayoría que sea capaz de impedir en 2019 la reelección de Macri, si se excluye a CFK y al kirchnerismo.
Pero la cuestión es mucho más compleja que determinar quien es "el que mas mide" dentro del peronismo (eso es muy sencillo: Cristina, y por lejos), ni tampoco en lograr la unidad más amplia de dirigentes para la foto: el asunto es conseguir la unidad más amplia posible de votantes, para recuperar la mayoría y volver a ganar, como en el 2007 y 2011.
En ambos casos con Cristina como candidata, pero como consecuencia directa de las políticas desplegadas por el kirchnerismo desde el gobierno, primero con Néstor y luego con ella misma; y el dato no lo apuntamos para fogonear en favor de una nueva candidatura suya como única alternativa posible, sino para señalar un hecho obvio: si el peronismo "realmente existente" (como se suele decir a la dirigencia territorial con responsabilidades institucionales y al sindicalismo de la CGT) no metaboliza a la experiencia kirchnerista hasta incorporarla definitivamente como lo que (parte indisoluble de la trayectoria histórica del movimiento creado por Perón), estará irremediablemente perdido, y condenado a seguir meando afuera del tarro.
Desde la aceptación de esa verdad incontrovertible todas las críticas y cuestionamientos son válidas, porque para una gran mayoría de los peronistas de a pie, no hay dudas al respecto: los de Néstor y Cristina fueron los gobiernos mas peronistas desde la muerte del propio Perón para acá, y por eso los acompañaron con su voto; incluso contra los diferentes "peronismos disidentes" que se les plantearon como alternativas, tanto en 2007 como en 2011. Y para muchos electores más jóvenes, el kirchnerismo fue el único peronismo que conocieron, y bienvenido sea que haya sido así.
Y así llegamos al meollo de la cuestión: como dice la marcha, la unidad puede ser garantía del triunfo, siempre que se tenga en claro para que se quiere la unidad, y para que se quiere ganar. Que es de lo que menos se suele hablar.
Así como la idea de un "Frepaso" engordado con votos peronistas y puramente testimonial es absurda (y un negocio para unos pocos), un peronismo "pasterurizado" del virus kirchnerista tendrá seguramente menos votos (dicho esto desde una mirada estrictamente pragmática, si lo que se quiere es ganar), y estará condenado a ser el grupo soporte de la consolidación de un nuevo ciclo neoliberal en el país, acaso acompañando a Macri en muchas de sus políticas; remedando en estas pampas el triste rol de las socialdemocracias y ciertas izquierdas europeas en tiempos del neoliberalismo de la troika conformada por la UE, el Banco Central Europeo y el FMI.
Y si se repasan los dichos y los hechos de muchos de los autopostulados "arquitectos del nuevo peronismo" apresurados por jubilar a Cristina, se ve bastante apuro por institucionalizar ese rol para el PJ.
4 comentarios:
Mi comentario en el blog d Abel:
Se obvia un hecho fundamental: los divisores del voto peronista PBA, los actuales cadaveres insepultos y soldaditos d Magnetto, entraran juntitos el 22 al cementerio para recibir cristiana sepultura. El desbande d Randazzo ya empezo y culminara el 22, el d Massita se inicia ese dia, Cristina, aunke no logre imponerse dentro d un par d semanas arañara los 40 puntos, piso suficiente para convertirse en faro y aglutinante d los huerfanos reo_vandores y troyanistas. Es obvio q gobernas kerran convertirse en el lider del peronismo, la pregunta es si les da el cuero: RESISTEN EN SUS BUNKERES PROVINCIALES Q CRISTINA LES PLANTE UN CANDIDATO A GOBERNADOR K Q LES DIVIDA EL VOTO PERONISTA?, kien lo resista podra disputarle el liderazgo, kien no debera transar para conservar sus territorios con todo el voto peronista a su disposicion ante la abstencion d Cristina jugando con candidato K en sus feudos. El peronismo tiene la opcion win-win Cristina nacion-gobernas provincias o derrota para todos y todas….
Creo que unidad no habrá porque massa y rand tienen otros intereses. Además, massa se ha convertido en un derivado del pro, por la virulencia que evidencia al hablar de cfk.
Parece una locura pero creo que se deberían tender puentes con la izquierda, por lo menos ellos tienen más votos que bossio, Medina. Y buscar la unidad en cada prov
Triste papel el del peronismo si queda para acompañar la andanada neoliberal y hacer de colchón entre la derecha y el campo popular. Esperemos un resto de dignidad y un instinto de supervivencia al menos, de parte de los ineptos, traidores,amarillos dirigentes pejotistas. Porque, cuando menos se lo esperen, si quieren seguir calentando sillas en el poder, van a tener que meterse el escudito en el bolsillo. Tal cual hicieron los radicales, que ya ni se presentan como tales, sino directamente con el logo de Cambiemos.
Quién hubiera siquiera imaginado que la derecha neoliberal se iba a fagocitar a los partidos históricos de la política argentina!!!!!!!!!!!1
La derecha liberal se podrá fagocitar a la UCR o a los partidos provinciales. Y a dirigentes como Urtubey o Perotti. Pero hay millones que al votar, van por afuera de esos acuerdos y negocios.
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