Sobre el descenso de los números
del trabajo infantil, leemos en La Nación: “Según cifras del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, se estima
entre 2010 y 2016 una merma en la propensión al trabajo en niños y adolescentes
del 6,1%. Esto quiere decir, que serían 500.000 los chicos de 5 a 17 años que dejaron de
estar en esta situación. En 2010 existían 1,5 millones de menores afectados
(18,4%), y, actualmente, serían 1 millón (12,3%).
Si
bien otros organismos cuestionan las cifras de la UCA, coinciden en que en el
período considerado el trabajo infantil bajó; y respecto a las causas, surge en
primer lugar la instauración en el 2009 de la Asignación Universal por
Hijo (AUH), que tiene como contraprestación ir a la escuela; pero que además en
muchos enclaves de las denominadas “economías regionales” donde el trabajo
infantil es moneda corriente, operó como el verdadero salario mínimo vital y
móvil: al asegurarles a los hogares una transferencia segura de ingresos por
encima de las retribuciones misérrimas que se les pagaban (cuando les pagan en
dinero), desaparece un incentivo para que los menores trabajen.
Pero sobre otras posibles causas
del descenso de las cifras del trabajo infantil, hay disidencias: mientras para
el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia influye la recesión (al haber
menos oferta de trabajo para los adultos, también disminuye la demanda de mano
de obra infantil), para la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) sucede lo contrario: “...la baja de este
fenómeno está vinculada con una evolución positiva en el empleo de los adultos
y al combate del trabajo no registrado."Al trabajo infantil no hay que
tomarlo como algo aislado sino vinculado al trabajo familiar. Por lo cual,
cualquier mejora en la situación laboral de los padres contribuye a una mejora
del trabajo infantil...", señalan sus representantes en el país.
Sorprendentemente y considerando que el relevamiento de
la UCA comprende a los menores de entre 5 y 17 años, al analizar las causas del
descenso de trabajo infantil no se apunta a otra política pública desarrollada
por el kirchnerismo, como fue la sanción en el 2008 de la Ley 26.390 que
modificó la Ley de Contrato de Trabajo 20.744, elevando de 14 a 16 años la edad mínima
para comenzar a trabajar, entre otras reformas que hace a la protección del
trabajo de los menores.
Sin embargo, la lucha contra el empleo infantil encontró
escollos: un informe de la Inspección Laboral
Nacional revela que no hay condenados en la justicia por utilizar trabajo
infantil, y que de las 231 denuncias
penales por el tema, 98 fueron archivadas por diversos motivos.
Como ocurre con todas las
estadísticas de la “pesada herencia” estos datos también son cuestionados por
el gobierno, que no ofrece los suyos, y toquetea a discreción todas las
estadísticas.
La mejor forma de despejar toda
duda al respecto sería conocer los números oficiales del trabajo infantil en la
Argentina en los tiempos de un gobierno “campo friendly” (el sector rural es el
que registra históricamente los mayores porcentajes de trabajo infantil),
conducido por el esposo de Juliana Awada.
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