LA FRASE

"LA CANTIDAD DE PERROS DEL PRESIDENTE ES UNA DE LAS CUATRO O CINCO COSAS EN LAS QUE LOS ARGENTINOS NOS TENDRÍAMOS QUE PONER DE ACUERDO." (MANUEL ADORNI)

sábado, 30 de junio de 2018

NI EL TIRO DEL FINAL


Con el dólar a $ 25,50 fueron al FMI para firmar un acuerdo pidiendo un stand by en tramos, por 50.000 palos verdes. Claro, en el combo venía la "libre flotación" cambiaria. Con el dólar a $ 28,85 eyectaron del Banco Central a Sturzenegger, llegó "Toto" Caputo, el Messi de las finanzas, que jugaba en la Champions League de Walkl Street.

Empezaron a llegar los dólares del Fondo, que no iban a alimentar la fuga de capitales, sino (Dujovne) dixit) "atender las demandas del mercado para atenuar la volatilidad cambiaria". Morgan Stanley dio luz verde para calificarnos como "mercado emergente" a condición de que el gobierno mantuviera la libertad irrestricta para los flujos de capitales, y el acceso a las divisas.

Ayer el dólar pisó los 30, y todo lo que pudo salir mal, salió peor: sube el riesgo país a niveles kirchneristas, se hunden las acciones de las empresas argentinas acá y en Nueva York, igual que los de los bonos de la deuda (el "bono a 100 años" perdió más de un 30 % de su valor en su primer añito de vida). Eso, solo considerando los parámetros financieros y macroeconómicos con los que ellos mismos se evaluarían para medir como les fue.

Es decir, ni hablemos del acelerado empeoramiento de los indicadores económicos y sociales: crece el desempleo, la inflación para éste año se proyecta al nivel del 35 %, la suba de precios impacta en mayor medida en los alimentos y en consecuencia afecta más a los sectores más humildes, empeora la distribución del ingreso y la desigualdad, y el salario volverá a perder frente a la inflación; además de licuarse en dólares al mismo tiempo que las jubilaciones y la AUH.

El gobierno evalúa dar marcha atrás con la dolarización de las tarifas para ralentizar los aumentos, y con la liberación de los precios de los combustibles, después de que Macri pagar el costo político de vetar la ley que frenaba los aumentos; y espera una ayuda caritativa del campo aceptando suspender la baja de retenciones, o trayendo al país las divisas que ellos mismos les eximieron de traer. Suerte con el intento, muchachos.

Como viene diciendo Artemio López, Macri ya no gobierno sino gobierna el ajuste, y los mercados así lo entienden: no creen que el gobierno pueda cumplir con los compromisos pactados con el FMI, no creen (más bien, dan por sentado que no) y en consecuencia si no hay ajuste, no hay gobierno.

Tampoco creen que Macri pueda ser reelecto o siquiera que la marca "Cambiemos" tenga chances con otro candidato/a, y temen el retorno del "populismo" en la peor versión (para ellos), que es Cristina. Hasta el propio Fondo debe estar pensando si metiéndose no empeoró las cosas, como suele suceder cada vez que lo hace.

A esta altura de los acontecimientos poco importa si las reacciones de los mercados se tratan de análisis racionales de la realidad, o de simple cobardía del capital: lo cierto es que esos entes incorpóreos (pero con intereses bien concretos) en los que el gobierno depositó toda su confianza desde el principio, sin plan "B", le han picado el boleto a Macri; y no sería descabellado suponer que dudan aun de que pueda terminar su mandato.

Por eso ponen dólares en polvorosa, se devoran con gula los billetes verdes del FMI que subasta a diario Caputo (que va subiendo el volumen de las subastas para que se puedan cubrir todos los amigos antes de que todo se termine de ir a la mierda) y se los llevan, buscando mejores horizontes. Y el gobierno se apresta a negociar con el FMI la primera enmienda al acuerdo, para que le permitan seguir rifando las reservas en financiar la fuga de capitales; cuando lo que el Fondo vino a hacer es garantizar el pago de los servicios de la deuda: la tensión entre dos que pujan por dólares cada vez más escasos (acreedores y fugadores) solo augura más disparada del dólar en lo inmediato.

El gobierno se cocinó en su propia salsa, y nada indica que yava a cambiar el rumbo: con un déficit de cuenta corriente colosal, con una fuga de velocidad impactante, con un dólar pisando los 30, déficit fiscal y una inflación acelerada por el "pass trough" de la corrida (que aun no terminó, como vaticinaron los medios hace días), negarse a reponer los controles al flujo de capitales, las restricciones al acceso a las divisas, la obligación de los exportadores de liquidar las divisas en el país y las retenciones al menos al nivel en el que estaban en diciembre del 2015 no es morir con las botas puestas: es no tener ganas de terminar el mandato en paz, cumpliéndolo en su totalidad.

Todos los indicadores económicos dan cuenta de que el gobierno gastó la bala de plata sin resultados, o en todo caso empeorando los existentes, y que el nuevo experimento neoliberal inaugurado en la Argentina hace 31 meses acelera su final, siendo ya ostensible su fracaso; bajo sus propios y estrictos términos: a no venir después con el que cuento de que lo que falló no fue el modelo, sino sus ejecutores.

Ni los paros de la CGT, ni los reclamos de todo el sindicalismo en su conjunto, ni los piquetes y cortes de calle, ni la oposición en el Congreso, ni los pocos periodistas que se atrevieron a denunciar la corrupción del gobierno, ni ninguna de las funambulescas hipótesis conspirativas y paranoides de Carrió: el gobierno de Macri tambalea por fuego amigo, son aquellos de los que esperaba banca los que le están sacudiendo la alfombra. Liberaron fuerzas que claramente no controlan. 

Sin embargo, es ahora cuando este gobierno se torna más peligroso, porque por un lado acelera la velocidad de saqueo para manotear lo que se pueda antes de rajarse (de allí la obsesión por liquidar el fondo de ANSES), y porque su respuesta natural ante la aceleración de la crisis y el conflicto social, es siempre la represión. No hay allí nueva derecha, ni moderna ni democrática: es la misma asesina y hambreadora de siempre.

Y por el otro porque los que realmente mandan han descubierto que Macri ya no les sirve, al menos en la medidad necesaria para garantizar el ajuste que prometió, o acometer tareas pendientes como la flexibilización de la fuerza de trabajo. En lo que sí está cumpliendo es en licuar aceleradamente el valor de los salarios, medidos en moneda dura: todo no se puede en la vida, pero lo que han conseguido es bastante.

Por eso ya hay quienes son parte principal del dispositivo de poder que sustenta al gobierno que también empiezan a sacarle el último provecho que pueden a un gobierno políticamente agotado, para finalmente terminar soltándole la mano, como si jamás lo hubiesen apoyado: ahí anda el Grupo Clarín consiguiendo (en medio de la corrida cambiaria) que Defensa de la Competencia apruebe la fusión de Cablevisión y Telecom; y acaso logre también (como lo ha hecho a lo largo de toda su historia, entre los escombros del país) hacerse con el 25 % de las acciones de la telefónica que están en manos del FGS de ANSES,a precio de remate, con el Merval en picada.

Otra señal más del fin de un ciclo, y otra bala de plata que el gobierno gasta, en lugar de guardarse ese as en la manga para negociar con el hólding: una vez aprobada la fusión, Macri pasará a la categoría de estorbo para Magnetto. Y ya sabemos lo que ocurre cuando eso sucede: Bonelli denuncia que gastan 200 millones en sostener el call center, ponéle, para empezar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Clarin busca " hacerse con el 25 % de las acciones de la telefónica que están en manos del FGS de ANSES, a precio de remate, con el Merval en picada."
Exacto. Ahí está el queso.
Con las acciones en caída,es el moemento del asalto al FGS, compromiso Nro.1 con Clarin.
Es el último saqueo que les queda hacer antes de irse y dejar tierra arrasada.
El Colo.