LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 1 de marzo de 2012

APUNTES SOBRE EL DISCURSO


Algunas reflexiones en caliente sobre el largo (aunque todavía está lejos del récord de Chávez) discurso de Cristina al inaugurar las sesiones del Congreso.

Medido en términos de las expectativas previas creadas en torno a probables anuncios sobre YPF, nos quedamos con las ganas, porque no hubo anuncios específicos sobre el particular.

Habrá que ver si eso pasó por la complejidad que el tema tiene, por las presiones de todo tipo de que el gobierno está siendo objeto (según dicen. hasta el mismísimo rey de España ha decidido tomar cartas en el asunto) o porque el gobierno aun evalúa cuáles son los caminos a seguir para resolver el problema de la caída de la producción petrolera (algo que sí mencionó expresamente Cristina en el discurso, centrando la crítica en la principal petrolera).

Desde el punto de vista comunicacional y dejando de lado la polémica sobre la duración del discurso, es hora de pensar si no ha llegado el momento de no repasar en cada oportunidad que la presidenta habla al país los logros de gestión del kirchnerismo, para pasar de pantalla (al fin  y al cabo, el 54 % demuestra que las sociedad los reconoce) y tirar algunas puntas de lo que vendrá en adelante. 

Mención especial para la (merecida) zamarreada a Macri por el sainete de los subtes: sin dejar de entrar en algunos detalles puntuales que hacen a la transferencia, lo que Cristina marcó con absoluta claridad fue el descrédito a una forma de entender la política y la gestión de la cosa pública (el que protagoniza el niño Mauricio), como si fuera un hobby de tiempo libre de gente que no tiene nada mejor que hacer.

En ese contexto los mandobles presidenciales (traducidos como "ataques" por la prensa protectora del prospecto de esperanza blanca de cara al futuro) fueron contundentes y llenos de guiños a quienes -aun siendo opositores al gobierno nacional- tienen responsabilidades concretas de gestión en el plano provincial o municipal.

Allí el líder amarillo corre el riesgo de quedar aislado, porque es poco probable que otros dirigentes (que no sean los del PRO) se embanderen en defensa del derecho de los porteños a que el resto del país les subsidie los subterráneos.

Sobre el sistema ferroviario y la tragedia de Once Cristina reiteró lo que dijo en el acto del día de la bandera en Rosario (ahora en el contexto de la intervención a TBA) y también buscó bajarle el precio al circo mediático que están montando con los informes de la Auditoría General de la Nación y los radicales, al señalar que el órgano de control trabaja siempre con los insumos que le proveen los organismos competentes del gobierno.

No exculpa las responsabilidades del gobierno por las falencias de su política de transporte, pero ayuda a poner las cosas en contexto, del mismo modo que cuando historió lo sucedido con los trenes, en especial desde los años 90´. Lo que ahora se requiere allí son decisiones concretas, respecto al Sarmiento y -sobre todo- al funcionamiento general del sistema.    

Respecto a Malvinas, el anuncio de la rengociación de los convenios del 98´ sobre los vuelos a las islas (apuntando a aumentarlos, pero que estén a cargo de Aerolíneas) y la confesión de que el gobierno volvió sobre sus pasos (porque en su momento había pensado suspender la autorización a los vuelos de LAN desde Chile) desmiente las acusaciones de inflexibilidad que venían desde Londres, y desde el grupete local de intelectuales que abonaron acá su postura meneando los derechos de los kelpers.

En tanto se habla de "renegociación" es lógico y razonable pensar que la medida estará sujeta a alguna contraprestación por parte de los ingleses, de modo que la pelota está ahora en su campo. 

El anuncio del envío de un proyecto de reforma a la Carta Orgánica del BCRA y a la ley de convertibilidad fue el más trascendente del discurso: la definición de Cristina en torno a que lo consideraba más importante y necesario que modificar la propia ley de entidades financieras seguramente va a despertar polémicas incluso en las propias filas, como en su momento sucedió con el proyecto Recalde de participación en las ganancias.

Sin conocer lo detalles del proyecto y más allá de las consideraciones generales que hizo Cristina en el discurso, cabe suponer que el proyecto estará por un lado en la línea del que presentara la propia Mercedes Marcó Del Pont cuando fue diputada (apuntando a reforzar las atribuciones de control del BCRA sobre los bancos, y a fortalecer su intromisión en la economía real); y por el otro a resolver el dilema que plantea el famoso asunto del respaldo de la base monetaria y el concepto de reservas de libre disponibilidad (propios del esquema de convertibilidad), en atención a las dificultades que podrían plantear este año los vencimientos de la deuda.

Cristina terminó el discurso con lo que -al menos nosotros lo entendemos así- fue lo más interesante desde el punto de vista conceptual: una fortísima apelación a la política -en un discurso en el que hubo varios guiños a los opositores- para fortalecer su autonomía para fijar agenda y marcarles la cancha a las corporaciones (sin nombrarlas, se refería especialmente a Clarín y los grandes medios), y no dejarse llevar de las narices por éstas detrás de sus propios intereses.

Hay allí un espacio interesante para comenzar a transitar quizás un camino diferente entre el kirchnerismo y algunos sectores de la oposición, para por lo menos canalizar los conflictos y los debates desde la propia política, sin la interferencia distorsiva de las lógicas corporativas.

Al recordarles los resultados que cada uno tuvo en las elecciones (sobre todo, el fracaso opositor al seguir la agenda marcada por las corporaciones y los grandes medios)  Cristina les hizo un doble recordatorio: el 54 % le da a ella el derecho de marcar la agenda pública y decidir el rumbo general del país, pero eso no excluye que los opositores puedan aportar lo suyo.

Habrá que ver si el mensaje se entiende, porque sería bueno para el país.

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