LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

miércoles, 13 de marzo de 2013

EL CANDIDATO VÍCTIMA


Desde el dispositivo mediático opositor se vienen dando señales claras en los últimos tiempos, de que apuestan a que el kirchnerismo implosione desde adentro, impulsando la candidatura de Scioli para suceder a Cristina.

Lo que no deja de ser una confesión implícita del fracaso de todos los globos de ensayo que fueron intentando hasta acá, incluso apelando al recurso de la victimización; es decir la supuesta "estrella ascendente" del firmamento opositor que, por su condición de tal y de amenaza cierta a las chances electorales del kirchnerismo de perdurar en el poder, sería víctima de un aparato oficial destinado a triturarlo.

Aunque esa idea siga (por fuerza de la costumbre, y por conveniencias concretas vinculadas a  ocultar las mediocridades de gestión en ambos casos) vigente y aplicada respecto de Binner y de Macri, la estrategia de esos medios (lo hemos dicho hasta el cansancio: la verdadera oposición) pasa hoy por provocar la fractura de la coalición oficialista, con el paso del gobernador de Buenos Aires a la oposición, con armas y bagajes.

Incluyendo la misma estrategia de la victimización como eje central; y si no, ver acá la nota de Laborda en La Nación de ayer, y ésta otra de Blanck en Clarín; también de ayer; y para que no queden dudas, hoy vuelven sobre el tema Kirschbaum en la corneta, y Joaco en la tribuna de doctrina.

Algo así como constatar el hecho de que Scioli era (hasta hace poco) de teflón, porque nada lo afectaba ni las balas le entraban; pero ahora parece necesario reforzar la cobertura, y plantear que el kirchnerismo de paladar negro va por poco menos que su cabeza.

Problemas para generar un sustrato material desde el cual plantear la hipótesis de la escalada K contra el motonauta no faltan, desde el conflicto docente (que no encuentra un punto de salida), hasta la pueblada en Junín por graves hechos de inseguridad; que esos mismos medios atribuyen a maniobras políticas de organizaciones kirchneristas.

Sin embargo ninguno de esos problemas reales es ajeno a Scioli, y su modo de entender el manejo del Estado (lo que él mismo suele llamar brumosamente "concentrarse en la gestión para resolver los problemas que le preocupan a la gente"): el conflicto docente es consecuencia de sus estrecheces financieras, que son resultado de malas decisiones en materia de priorizar gastos y -sobre todo- de la decisión de no mejorar la captación de recursos propios por parte de sectores con espaldas anchas como para incrementar su contribución al fisco; como el agropecuario.

Por supuesto que hay otros condicionantes estructurales, como la desventajosa posición de la provincia en el reparto de la coparticipación, pero se se ha dicho acá reiteradas veces que ése es un tema de complejísima resolución política; y que formaba parte de las reglas de juego con las que el propio Scioli aceptó ser candidato a gobernador de Buenos Aires, y luego ir por la reelección.

Otro tanto pasa con los problemas de seguridad: la estrategia del motonauta de pivotearlo con base en una policía (nada menos que la bonaerense) autogobernada y sin control político (estrategia de notoria similitud con la seguida por el socialismo acá en Santa Fe) corporizada por Casal, ha fracasado estrepitosamente.  

Pero además de las arideces propias de la gestión, están los gestos; y por supuesto en estos casos cada quien tendrá su versión de como fueron las cosas: sobre la visita de Scioli a Expoagro para compartir cartel con Escribano y Marcela Noble Herrera se ha dicho y escrito mucho (y hasta se han recortado fotos oficiales para borrar rastros); pero no hay acuerdo respecto a si el gesto del gobernador fue causa o consecuencia de gestos o acciones previos del gobierno nacional.

Lo que sí está claro (aunque los sciolistas no lo vean así) es que, aun admitiendo la segunda hipótesis, lo muestra a Scioli cruzando ciertos límites que no hacen más que confirmar una percepción: Cristina no lo elegiría (al menos hoy por hoy, aunque parece que nunca) para sucederla si no hubiera reforma constitucional.

Algo parecido pasa con la evolución del conflicto docente (donde la PBA ofreció un aumento menor incluso al de la pauta fijada en la paritaria nacional), en lo que podríamos denominar la estrategia del incendio: ¿es -como dicen los medios hegemónicos- el gobierno nacional el que fogonea el conflicto para esmerilar al motonauta, o por el contrario es el propio Scioli el que lleva las cosas a un punto en el que no le quede más remedio a Cristina que tirarle una soga financiera para no pagar costos electorales mayores?      

Esta segunda hipótesis (que no parece descabellada) es probablemente la que lo está llevando a Scioli no ya a ganarse la franca antipatía del kirchnerismo, sino a quedar crecientemente aislado dentro del dispositivo peronista que reporta al oficialismo nacional: el gesto de Urribarri al excluirlo de la convocatoria de Gestar en Entre Ríos ((dejándolo expresamente fuera del núcleo de los "incondicionales" a Cristina) es bastante elocuente al respecto.

Claro que tratándose de política y de peronismo toda especulación es provisoria y -por lo bajo- todos hablan con todos.

Sin embargo, también es una constante en el peronismo que los dirigentes buscan quien los conduzca, demostrando aptitud y decisión, (y potencial electoral) para encolumnarse; y hoy por hoy, esos siguen siendo atributos de Cristina más que de nadie.

De hecho, es una incógnita si Scioli conservaría su imagen y su intención de voto por fuera del dispositivo kirchnerista al cual pertenece hace 10 años, y en el contexto del que fue  elegido vicepresidente y dos veces gobernador de la provincia más grande e importante del país.    

El propio Scioli es conciente de ésto, y por eso tampoco se decide a dar el pronunciamiento de Urquiza que desde los medios -y hasta algunos opositores, como Macri o De Narváez- le reclaman.

Si sumamos todos estos elementos (viabilidad de la estrategia del incendio autoprovocado, capacidad de convocar y liderar al interior del peronismo, chances electorales reales por fuera y frente al kirchnerismo) tendremos una idea más certera de las posibilidades reales de Scioli para el 2015; sea por determinación propia, o empujado por los medios y parte de la oposición.

Porque además la estrategia de victimizar a un candidato para levantarlo (que están utilizando los medios hegemónicos) tiene sus riesgos, como se pudo comprobar en los casos de Binner y Macri: la frontera entre un buen tipo que inspira lástima porque lo atacan justamente por eso, y un nabo sin carácter para gobernar un país tan complejo como la Argentina, suele ser más delgada de lo que parece en la percepción de la gente común; incluso la que no comulga con el kirchnerismo.

Sobre todo en ésa. 

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