Pasó el acto del Día de la Bandera, y siguen las repercusiones: que si Binner no habló porque no quiso, porque no lo dejaron, que si el acto fue cívico o político, que esto y que lo otro.
Leemos hoy en La Capital una crónica muy interesante del contexto en que se desarrolló el acto, y que permite reflexionar sobre el rol de Binner, reciente candidato presidencial.
Ayer nomás analizábamos aquí la cuestión de la "crispación" y la "incitación a la violencia" o los "enfrentamientos", y la actitud que frente a eso asume el gobernador de la provincia.
Quizás en esta ocasión la amplia cobertura del acto por los medios nacionales le terminó dando visibilidad al temperamento político de Binner, algo que por acá conocemos más en detalle.
Como dice la nota, lo de ayer fue un acto público, convocado con un objeto conmemorativo.
No se trató de una protesta, ni de una movilización sectorial en reclamo de intereses, ni en una pueblada de indignados o un cacerolazo al estilo de diciembre del 2001.
El acto se desarrolló dentro de los canones previstos, con un contexto que no podía escapar a ningún observador atento.
Tal como dice el diario, ¿cuál fue entonces el temor de Binner que le impidió hablar, el de sufrir una silbatina?
Es cierto, no se trataba ni del coloquio de Idea, ni de un seminario de la Fundación Libertad, ni de la Expoagro, ni una de las asambleas del Plan Estratégico donde concurren "espontáneamente" ciudadanos interesados en participar de la discusión de los temas públicos.
Se trataba de encontrarse con el pueblo en el espacio público; tremendo riesgo para un político democrático.
Recordábamos en la entrada anterior el acto organizado en el mismo lugar el 25 de mayo del 2008 por la Mesa de Enlace, en el que por cierto abundaron las refrencias a Cristina, y no elogiosas; y algo más subidas de tono que un par de silbidos; lo mismo que los cacerolazos que por esos mismos días se hacían frente a los portones de la quinta de Olivos.
El cambio de clima social habido desde entonces le permitió a Cristina gozar ayer del afecto de los rosarinos (como cada vez que toma contacto con la gente a lo largo y a lo ancho del país), un premio que se tiene bien merecido.
Porque se las bancó en las duras, tiene derecho a disfrutar en las maduras.
Algo parecido le sucedió a Agustín Rossi, presente ayer en el acto: en dos años pasó de sufrir todo tipo de agresiones públicas -hechas eso sí, con diálogo y consenso- por las patrullas no tan perdidas de los agrogarcas, a estar a las puertas de convertirse en gobernador de Santa Fe; justamente por no haber desistido en su convicción política de seguirlo intentando, con militancia y tesón.
Pero volvamos a Binner.
Encarna la candidatura presidencial de un espacio autodenominado progresista y de centroizquierda, cuyos referentes (él incluido) suelen correrle el arco al kirchnerismo planteando reformas pendientes que ellos encararían: gravar la renta financiera, encarar una reforma tributaria para que los que más tienen mas paguen, recuperar el control del Estado sobre los recursos naturales estratégicos como la minería y el petróleo.
No hace falta ser un cientista político para saber que cualquier paso en ese sentido encontrará enormes resistencias de núcleos de intereses que constituyen factores de poder superpuestos al propio Estado.
¿Por qué razón habríamos de creer que estará preparado para afrontar esos desafíos un dirigente como Binner, que tiene miedo que lo silben en un acto público?
Hace muchos años cuando el peronismo estaba proscripto y Perón exiliado en España, el dictador Lanusse lo desafió para que regresara con aquella famosa frase sobre si le daba o no el cuero para volver.
Todos sabemos como terminó la historia, porque como pasó entonces con Perón, ser presidente es un asunto serio, y no para cualquiera, hay que tener el cuero duro; entre otros atributos que a Cristina, sin ir más lejos, le sobran.
No es para gente de piel sensible, como Binner.
1 comentario:
Lo veo tan modosito, tan con miedo
de decir una contrariedad hacia el
entrevistador, tan, tan falto de
cuero como decís para ser candidato
a presidente. Bueh! tuvimos cada
uno, esperemos que no figure.
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