LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 18 de mayo de 2018

LES SOBRAN LOS MOTIVOS



A muchos les (nos) llamaban la atención los festejos del macrismo (funcionarios, periodistas a sueldo, trolls del call center) en medio del “supermartes” frente al hecho de la renovación total del sotck de LEBAC’s que se vencían, y la contención de la suba del dólar.

Es que, vistos desde una perspectiva racional, las cosas no estaban para festejos, ni mucho menos: en un mes se rifaron más de 9000 millones de dólares de las reservas para contener la corrida (11.500 en lo que va del año), las tasas subieron 14 puntos del 26 al 40 % en menos de ese lapso, la inflación de abril (que aun no registra la corrida del dólar) fue la más alta del año y acumuló un 9,6 % en apenas un trimestre.

Desde el FMI hasta el propio gobierno admiten que el crecimiento de este año será menor (si es que lo hay) y la inflación mayor que las que previeron; mientras la fuga de capitales alcanza velocidades y cifras astronómicas, y el déficit de cuenta corriente se agiganta día a día, con un dólar que subió más de 7 pesos en menos de cinco meses.

Incluso en lo que tiene que ver específicamente con las LEBAC’s, lo cierto es que canjearon 617.0000 millones de pesos a una tasa del 26 %, por 653.000 millones a una tasa del 40 %, que vencen en un mes: no se entendía entonces a que venía tanto festejo.

Hasta que uno revista otros números (como la evolución del tipo de cambio entre diciembre del 2015 y mayo de éste año), y su incidencia en algunas variables.

Así por ejemplo tomando un tipo de cambio de $ 9,74 al 9 de diciembre del 2015 (cuando a las doce de la noche Cristina se convirtió en calabaza) y de $ 24,90 al cierre de ayer, el Salario Mínimo Vital y Móvil medido en dólares pasó de 622,17 dólares al final del kirchnerismo, a 381,52 dólares ahora; una pérdida del 38,68 %.

Otro tanto pasó con la jubilación mínima: era de 441,37 dólares en diciembre del 2015, y es de 306,14 dólares ahora (un 30,64 % menos); y lo mismo se replica con la AUH: su valor representaba 85,93 dólares en diciembre del 2015, y son apenas 59,94 dólares ahora; es decir una poda del 30,25 % en dólares.

El mismo trayecto deben haber recorrido los salarios registrados del sector público y privado, y el salario promedio: bajaron brutalmente, medidos en dólares. Eso, sin considerar a su vez su pérdida de poder adquisitivo interno, medidos todos contra la inflación; y en el caso de los jubilados y la AUH, lo que perdieron en un año por la aplicación de la nueva fórmula de ajuste: con la vieja el aumento hubiera sido de 29,2 %, y con la nueva es solo de 18,1 %.

Si uno repasa desde esa perspectiva los discursos del gobierno en estos casi dos años y medio hablando del “costo argentino” y de la necesidad de “mejorar la competitividad”, o las quejas de los empresarios (Rocca, Rattazzi, Pagani) por el alto costo en dólares de los salarios que atenta contra esa “competitividad” (léase tasa de ganancia empresarial), al mismo tiempo que el presidente se lamenta de que el costo de nuestra energía sea un tercio del de países vecinos como Chile o Uruguay (ahí no le preocupa hacernos perder competitividad con los tarifazos), advertirá cual es el costo en particular que les interesa bajar. 

Y vaya si lo están consiguiendo, de allí que está bien que festejen: les sobran los motivos.

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