AUMENTARÍAN EL MÍNIMO NO IMPONIBLE EN UN 82 % MÓVIL

Mirá si se la iban a perder estos socialistas con la plata del Estado, pero ultra liberales con la suya, como bien los definió ayer Cristina.

Es difícil determinar que es más patético: si que persistan en una estrategia absurda de colgarse de los conflictos sociales con la esperanza de ganar algo, o que conviertan al Congreso en una especie de pelotero para fiestas infantiles con éstas payasadas que, de prosperar, sólo contribuirían a desfinanciar al Estado.

Payasadas que ya ensayaron en el 2010 (cuando formaban el Grupo "A", que ahora el PRO trata de reflotar como soporte de la candidatura de Macri), cuando tras dos años de dominar las comisiones de ambas Cámaras que tomaron por asalto, sólo pudieron ponerse de acuerdo en impulsar el famoso 82 % móvil sin financiamiento, luego vetado por Cristina con justa razón, porque llevaba a la quiebra del sistema previsional.

El teorema de Baglini funcionando a full: políticos con escasísima representatividad electoral (el PRO viene amagando desde el 2003 con presentar una candidatura presidencial de Macri que no larga nunca, el peronismo disidente es un ornitorrinco extinto por ausencia de votos), proponiendo cosas con las que, en su íntima convicción, no están de acuerdo y ni en pedo harían en caso de ser gobierno; con el sólo propósito de causarle daño político al gobierno.


Y que decir de los radicales, que no los menciona Infobae pero nos enteramos acá en Página 12 que también se suman a la movida, junto con la Coalición Cívica: ya se olvidaron del descuento del 13 % de De La Rúa y Patricia Bullrich al parecer.

Una engaña pichanga de corto vuelo, que no les redituó electoralmente cuando lo hicieron con el 82 % móvil (y eso que el espectro de potenciales beneficiarios podría haber sido un poco mayor), y nada hace pensar que les redituará esta vez.

Y con papelones como el de la diputada Bertol, que seguramente no se enteró que hace poquito (apenas seis meses) el Congreso dictó la Ley 26.731, por la que le delegó al Poder Ejecutivo la facultad de aumentar el mínimo no imponible de Ganancias "para evitar que la carga tributaria neutralice los beneficios derivados de la política económica y salarial asumida".

Como pasa todos los años desde por lo menos el 2006, y para que sea el gobierno (que es quien recauda y administra) quien determine la oportunidad de hacerlo, en función de la evolución de las cuentas públicas, el comportamiento global de la economía y el resultado de las negociaciones en paritarias.    

Incluso un análisis más serio y a fondo de la similitud entre ambos temas (mínimo no imponible de Ganancias y 82 % móvil), revelaría que son intentos de volver a un pasado en que la Argentina era un país socialmente más equilibrado, previo a la dictadura genocida; sin dar cuenta de los profundos cambios producidos desde entonces en el mercado del trabajo y en el contexto económico.

De hecho -y de ahí otra profunda similitud entre Ganancias y el 82 % móvil- si ambos reclamos prosperasen se profundizarían las profundas asimetrías de ingresos que existen en la fuerza laboral: en la actual, que determina que sólo el 19 % tenga el problema de pagar el impuesto por su salario, en la pasada; y en la pasada, porque el famoso 82 % reproduciría esas desigualdades en la clase pasiva. 

Y en ambos casos se desfinanciaría al Estado en el medio de una crisis que le impone contar con recursos para subsidiar políticas compensatorias para los perdidosos de esa estructura social desigual, sea por estar excluidos del trabajo formal, sea por estar precarizados o por carecer de ingresos suficientes para subsistir. 

La mayor inconsistencia de todo esto es que además se impulsan estas iniciativas sin construir en paralelo la herramienta política con la suficiente fuerza como para poder producir cambios estructurales, que empujen en la dirección de retornar a ese país del mayor equilibrio social.

Muy por el contrario, estos esperpentos políticos que hoy intentarán lograr quórum para imponer la agenda del oportunismo opositor, son la fiel expresión y resultante política de la fragmentación política y el vaciamiento conceptual de la clase dirigente resultante de la dictadura, y más acá en el tiempo, del menemismo.

Así les fue, y así les seguirá yendo, aunque traten ahora de replicar con Moyano lo que hicieron antes con la Mesa de Enlace (por ahí andan los radicales también reincidiendo en la estrategia del fracaso).