¿Alguien conoce o puede mencionar algún aporte positivo de
Hernán Lombardi en los dos meses que lleva de gestión a cargo de los medios
públicos?
Porque hasta acá se ha destacado
únicamente por ser uno de los principales “comisarios políticos” (ese término
que desvela a Lopérfido) del macrismo, que tiene a su cargo una cruzada en
contra de todo lo que huela a kirchnerismo/peronismo: desde los despidos en
Radio Nacional hasta la denuncia por las cajas que se llevaron de Télam, o la
polémica por el nombre del Centro Cultural Kirchner; más las múltiples acciones
de persecución ideológica (“te miramos el Twitter”).
De hechos concretos, positivos,
que potencien o mejoren la oferta de los medios a su cargo, nada; por lo menos
que sepa.
Y pisa fuerte el hombre; tanto que se mete con cuestiones que no son estrictamente de su área de competencia, como que ahora se suma a las voces en
contra de la llamada “ley del actor” sancionada por el Congreso a fines del
mandato de Cristina, y ya no pide “corregirla” o revisarla, sino lisa y
llanamente derogarla, porque “es una mala ley”, que “perjudica a la actividad
teatral”.
Las objeciones y los alcances de
la ley fueron analizados en detalle en éste post al cual nos remitimos; y
decíamos allí que los cuestionamientos -como no podía ser de otra manera-
venían de la patronal, claro que disfrazada de “colegas” de los beneficiarios
de la norma.
Y es hasta cierto punto lógico:
la ley consagra derechos donde no los había, blanquea actividades laborales
sumidas en la más absoluta informalidad y precariedad; e incorpora en plenitud
al goce de los derechos inherentes a la condición de trabajadores a los actores
y actrices; a tono con lo que fue la tónica imperante durante el kirchnerismo:
la ampliación y recuperación de derechos.
La gente del cine y el teatro
recibe -a través de esta ley- los mismos beneficios que recibieron desde el
2003 otros colectivos laborales excluidos como los trabajadores rurales, el
personal de casas de familia o los docentes privados; por citar los casos más
conocidos; algo que tampoco es casual: trabajan -en todos los casos- en ámbito
y actividades donde las patronales ejercen seculares relaciones de dominación,
y se resisten a ceder poder.
Es desde ese lugar desde el cual
Lombardi habla, o a esos sectores es a los que expresa cuando reclama la
derogación de la ley. Una especie de Etchevehere de la cultura, que hasta cuenta
con sus propios “Momos” Venegas, dispuestos a entregar a los trabajadores a
pedido del patrón.
La ley que otorgó derechos
laborales a los actores y actrices argentinos ni siquiera puede tildar de
“kirchnerista” aunque haya sido el gobierno de Cristina el que la impulsó, a
pedido del sindicato de los actores: como dijimos en otra oportunidad fue
aprobada por unanimidad en ambas cámaras del Congreso, sin votos en contra.
En el caso de la Cámara de
Diputados, la votaron a favor los legisladores del PRO y sus aliados de la UCR
y la Coalición Cívica, entre ellos Carrió, Cobos, Mario Negri (presidente del
interbloque “Cambiemos”) y Martín Lousteau; designado por Macri embajador en
los EEUU.
También votaron a favor (siendo
diputados) el actual ministro de Trabajo Jorge Triaca, y sus colegas del
gabinete Julio Martínez (ministro de Defensa), Oscar Aguad, el rabino Bergman,
Patricia Bullrich y Ricardo Buryaile, el responsable del “Plan Belgrano” José
Cano y el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger.
¿Les pedirá Lombardi a muchos de
ellos que firmen un DNU de Macri derogando la ley que votaron en el Congreso?
1 comentario:
Hombre limitado, de cultura escasa.Solo apto para comisario ideológico.
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