LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

miércoles, 17 de febrero de 2016

MAJUL PIDE LA HORA


(*)
Para Mauricio Macri, el bien más preciado es el tiempo. (el tiempo libre, sobre todo) Así como Néstor Kirchner anotaba en su cuaderno casi todas las cifras de la economía, el actual Presidente tiene, en la buena administración del tiempo, su máxima obsesión. (va mirando el almanaque para ver los fines de semana largo y los feriados puente, y piensa a donde se puede rajar) Del tiempo propio y del tiempo en que deberían hacer efecto las decisiones que tomó y que piensa tomar. (es como Pato Bullrich: tomó y piensa seguir tomando) Después de ganar las elecciones y antes de su asunción, estaba muy preocupado, (lógico: se terminaba la campaña y tenía que gobernar, no es para menos. Implica levantarse más temprano, entre otras cuestiones) entre otras cosas, porque había calculado que no le iba a alcanzar el tiempo para ofrecer, en persona, ministerios y secretarías claves. (Sobre todo considerando que son como el doble de las que tenía Cristina) Y pensaba que saborear esas escenas era indispensable para la energía del nuevo gobierno. (pufff, fundamental. Imagínate el momento histórico en el que les ofreció el Indec a Todesca y Bevacqua. Ah, no, pará...) Había dividido su agenda en reuniones cara a cara de 15 y 20 minutos, (con Laura Alonso y Pato Bullrich, más tiempo mirando esas caras era peligroso) y otras, más importantes, de media hora y 45 minutos. (con el perro Balcarce, para intercambiar impresiones sobre el gabinete) Pero no había caso. No iba a poder contra el tiempo.
"El momento de ofrecer un cargo, una responsabilidad, es muy intenso. Histórico. Inolvidable. Para ellos y para mí. (es cierto: a juzgar por los resultados en algunas áreas, nunca te vas a olvidar “ése” momento: “¿en qué carajo estaba pensando cuando le ofrecí a Prat Gay el Ministerio de Hacienda?” ponéle) Y nos lo vamos a perder, por culpa de este traspaso delirante", confesó, entonces, contrariado, a sus amigos. (¿y qué tiene que ver el traspaso si ya sabía cuando tenía que asumir, y hasta metió una cautelar en la justicia para apurar el fin del mandato de Cristina?) Cuando, por esos días, se puso a pensar en su ciclo vital, y el tiempo que le quedaba, tuvo encuentros muy potentes con su hija Antonia y con su padre, Franco Macri. Y lo habló con su psicoanalista. (¿y qué le dijo la psicoanalista?: “déjese de boludear con esas cosas, ¿no se da cuenta que ahora es presidente?”) Le generaba ternura que su pequeña hija tomara con cierta naturalidad su nuevo rol de Presidente, (ternura y la posibilidad de aprovechar políticamente la “naturalidad de su pequeña hija”) y que su papá, en el medio de un susto médico que casi lo manda a la otra parte, no tuviera plena conciencia de hasta dónde había llegado su hijo. (es verdad: “jamás pensé que este pelotudo fuera presidente, que país generoso”, habría dicho Franco) "Representan los dos extremos de la vida. Y todos los días, de paso, me recuerdan que soy mortal. Que la eternidad no existe". (¿en serio Mau, no venís a quedarte para siempre? Qué bajón. Igual, con esa forma de pensar no esperés que el Papa te reciba rápido y contento) También, antes de asumir, Macri estaba obsesionado con salir airoso de lo que denominó “el punto de partida".

En aquellos días, que ya parecen muy lejanos, su gran temor era cómo impactaría el levantamiento del cepo cambiario. Cuando comprobó que no derivaría en una corrida, ni en una megadevaluación inmediata, (pero no hombre, apenas un 47 % el primer día) empezó a dormir mejor, (¿mejor todavía, de cuántas horas al día estamos hablando, 20, como los leones?) y recién entonces se sintió cómodo en su rol de jefe de Estado."Es que si el punto de partida hubiera salido mal, toda la gestión hubiese sido contaminada por ese fracaso inicial", explicó después. (53 % de devaluación a hoy, reservas reales más bajas que al asumir, fuga de capitales, aceleración de la inflación y recesión. Decíle que lo llame al rabino Bergman para que le descontamine el gobierno, O a la bruja que le hizo la “limpieza energética” de la Rosada) Fue entonces cuando tomó dos decisiones estratégicas.
La primera: no hacer hincapié en la herencia explosiva que le dejó la administración de Cristina Fernández. (por supuesto: les dijo a los ministros que no mencionaran el tema más que tres o cuatro veces por día, en cada reportaje y conferencia de prensa) La segunda: no ejecutar un ajuste clásico o nominal, parecido al que pretendió implementar la Alianza en el principio del mandato de Fernando de la Rúa. (definamos “ajuste clásico o nominal” porque o vos o nosotros no estaríamos entendiendo de lo que hablamos. Igual, borrá la comparación con De La Rúa porque te vas a comer un juicio por calumnias de medio gabinete, se van a enojar con la comparación) ¿Por qué no decir con todas las letras, y desde la propia voz del nuevo Presidente, que, además de la mezquindad de su rol en el traspaso, (eso, ¿qué es eso de quedarse hasta el traspaso del mando y no querer irse 12 horas antes, eh?) la jefa de Estado saliente entregó el país con una economía desquiciada, (exacto: un 5,8 % de desempleo y un 97 % de cobertura previsional solo pueden ser obra de desquiciados) una infraestructura igual o peor que antes de 2003, (¿vos decís que con De La Rúa estábamos mejor?, porque antes dijiste que hizo un ajuste brutal) una situación de pobreza estructural alarmante (tirá cifras y compará Luis, si no es pura sanata) y un gasto público récord, (¿comparado con qué?) delirante, (la famosa clasificación psicoanalítica del gasto publico) junto con un sistema de corrupción sistemática, incluso más escandaloso y creativo que el que caracterizó a los malditos años noventa? (¿y qué hacemos con todos los libros que escribiste durante el menemismo entonces, vas a sacar uno que diga “Me quedé corto”? Aunque pensándolo bien, ese título se prestaría a cargadas, pensemos en otro) ¿Por qué no utilizar ese recurso político legítimo, que, además de servir para ganar tiempo de maduración en las decisiones, (y para evitar hablar de las cagadas que se mandó él en apenas dos meses de gobierno) hubiese sido útil para explicar, por ejemplo, porque no resulta tan fácil bajar un índice de inflación que se viene acumulando y multiplicando desde el año 2007? (pero eso es facilísimo Luis: rajás a Bevacqua a dos meses de asumida, y le pedís a Massa y Stolbizer que publiquen uno que dé menos, y parezca opositor, y listo)
"Porque no queríamos, ni queremos, interrumpir el ciclo de buena onda, confianza y futuras inversiones que vienen para la Argentina a partir del segundo semestre del año. (ahí está, ahora nos quedamos tranquilo: era todo cuestión de “buenas ondas”, y listo. Y pensar que hay gente que dice que con Macri llegaba al poder el capitalismo financiero globalizado, que solo se rige en sus decisiones estrictamente por la búsqueda de ganancias. Los agoreros de siempre) No queríamos que la mala onda se tradujera en brutal enfriamiento de la economía y recesión" (claro, por eso lograron el enfriamiento y la recesión pero por otros medios, sin caras de culo, para que no decaiga la “revolución de la alegría”) explican los que fueron los principales responsables de la campaña y los que manejan el tiempo político y económico de la nueva administración. (que son el mismo: Durán Barba. Y Peña, que firma los cheques de la pauta para pagar pelotudeces como ésta columna) ¿Es probable que se haya tratado de una decisión equivocada? ¿Es posible que Macri y sus estrategas hayan perdido, con la opción consciente de no hacer hincapié en la herencia, una invalorable oportunidad de prolongar la luna de miel, que todavía continúa pero que es amenazada por la continua alza de precios de la canasta básica? (¿vos decís entonces que si el asado llega a 300 mangos el kilo y hay que vender un riñón para pagar la boleta del gas, pero el gobierno le sigue echando la culpa de todo a Cristina hasta el 2019 la gente no se va a calentar, y será tolerante y comprensiva? Que interesante teoría Luis, profundízala)
El propio Presidente confesó a algunos periodistas (a vos) que hará alusión a lo que le dejó Cristina en el discurso de apertura de las sesiones ordinarias. El ala política, representada por el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quiere poner ese día toda la carne en el asador. (pero si sigue aumentando de precio, se les complica. Los van a acusar de despilfarradores y ostentosos) En cambio el jefe de gabinete, Marcos Peña, considera que no se le debe dar tanta importancia a lo que representó el kirchnerismo durante la última década. (“gobierno menor”, dijo. Igual, la poca importancia que le dan se nota en los despidos, la gestión de Lombardi...)
"Solo una oportunidad perdida en términos históricos. (claro, lo mismo que decía Frondizi del peronismo y mirá como les fue, a Frondizi y al peronismo) Solo una época de transición, en la que los gobernantes dijeron que iban a dar vuelta la Argentina, pero la dejaron igual o peor", explicó Peña, (en realidad jamás dijeron tal cosa, por el contrario Néstor decía tomo el tiempo que estábamos pasando del infierno al purgatorio) palabras más, palabras menos, ante los oídos atentos de un periodista. (vos)
La segunda decisión, la de no implementar un ajuste ortodoxo y de una sola vez, (es verdad: están planeando el “Ahora 12” del ajuste, para cagarnos en cuotas, indexadas) es evidente para cualquier economista que no esté contaminado por el discurso delirante de Axel Kicillof y la ex presidenta. (un poco fuerte cesto Luis, sobre todo considerando que no aportás ninguna evidencia de lo evidente, y ninguna opinión que no sea la tuya) Pero el problema que representa es, otra vez, el del tiempo. Es decir: el desfasaje de tiempo. O, para ponerlo en términos más entendibles: (siempre tenés que poner esa muletilla en las columnas, dáte cuenta que a veces ni vos mismo te entendés Majul) la falta de ensamble entre, por ejemplo, las subas de las tarifas de la luz y la recuperación del poder adquisitivo de los salarios. (ahí el desfasaje no es de tiempo, sino de causa y efecto, salame: si aumentan las tarifas, los salarios pierden poder adquisitivo)
El desfasaje entre la notable aceleración del alza de los precios de los alimentos y el momento en que se haga efectivo el pago a los jubilados, la suba de la asignación por hijo, le baja del IVA para algunos alimentos y a favor de los sectores menos favorecidos y el aumento del mínimo no imponible que se va a aprobar, en unas semanas más, en el parlamento. (sobre todo considerando el hecho de que los alimentos ya subieron, el aumento a los jubilados y la AUH todavía no se cobró y todo lo demás hasta acá es puro chamuyo) El tiempo que falta para que se confirme la baja real del déficit fiscal y la emisión monetaria (dos noticias esperadas con ansias por los trabajadores y jubilados: “un kilo de pan se fue como a 100 mangos, pero bajamos el déficit y la emisión” dice la gente) mientras se soporta la legítima presión de los sindicatos para que los salarios recuperen el terreno perdido durante el último año. (en realidad durante los últimos tres meses Luis: hasta el gobierno dijo que los aumentos le ganaron a la inflación del año pasado, lo dijo cuando anunciaron el aumento a los jubilados)
También, en este plano, y en el propio seno del Gobierno, hay varias interpretaciones. Una es la que representan Monzó, el intendente de Vicente López, Jorge Macri y los considerados ‘más políticos’. Ellos creen que hay que hacer algo con los formadores de precios ya. (¿pedirles aportes para la campaña?) Que hay que ser y parecer. (¿ser y parecer qué Majul? Porque nabos ya son, y parecen) Que no hay que transformarse en Guillermo Moreno pero sí mostrar los dientes a los abusadores. (¿lo van a poner a Balcarce al frente de la lucha contra la inflación?) Que con cada compra en el supermercado baja un poco más la buena expectativa que todavía conserva esta flamante gestión. (sobre todo cuando la gente va al supermercado y se encuentra con los funcionarios sacándose fotos para demostrar que son gente común) Otros, como Peña, consideran que el humor del ‘círculo rojo’ va para un lado, y el del resto de la sociedad va por otro. (Exacto: el círculo rojo está chocho de contento porque la está levantando con pala, y la gente con cara de culo por la inflación y el tarifazo) Que el ciudadano de a pie no está tan pendiente del día a día y de la lógica amor/odio de las redes sociales. (es verdad: le preocupa más el asado a 200 mangos, y la luz con 700 % de aumento) Que un área de Defensa de la Competencia convalidada por el Presidente (está creada por ley desde el año 2000 Luis, actualizáte) y como funciona en Chile es más efectiva que las amenazas y los golpes de teléfono. Que hay que estar atento pero no volverse loco. (el Peña éste debe ser el único funcionario que no va al supermercado, fijáte que hasta Prat Gay fue y volvió loco con el asado a 140 pesos) Que no hay que tomar decisiones compulsivas ni bajo la influencia del estrés que proponen los medios de comunicación tradicionales. (es verdad: que te chupen asquerosamente las medias todo el tiempo debe ser estresante)
En el medio de ambas interpretaciones se encuentra la del Presidente. Macri cree, en efecto, que las cosas, en el mediano y largo plazo, van a mejorar, de manera sustancial. (“estamos mal, pero vamos bien” dijo. ¿Dónde habíamos escuchado antes esa frase?) Descuenta que los créditos y las inversiones internacionales se van a multiplicar después del acuerdo con los fondos buitre. (¿así como los que iban a venir por haber ido a Davos decís vos, o más?) Pero está muy preocupado por lo que está sucediendo ahora mismo. (una buena señal: para eso lo eligieron presidente) Y es porque no coincide con la línea de tiempo que había trazado su obsesión de ingeniero antes de empezar a gobernar. (ah, no, entonces es como el programa de Matías Martín) El suponía que ingresaría a marzo con la inflación en baja. (claro, con una devaluación del 53 %, eliminación de las retenciones y aumento de la luz del 700 % ¿qué pudo fallar?) Esperaba un segundo semestre de un crecimiento de la economía mayor al que vaticinan la mayoría de los economistas. (muy mayor debe ser, porque la mayoría de los economistas -incluidos Standard & Poors y el FMI- vaticinan recesión y caída del PBI)

Ahora mismo piensa en cuánto tiempo le queda. (“cuatro años de esto, que embole: levantarse temprano, ir a la Rosada llena de cucarachas, volver a Olivos donde me tengo que aguantar a Juliana que quiere remodelar todo, es una lucha”) Cuánto tiempo le queda para que la suba de los precios termine con la luna de miel. (¿vos decís que el asado a 200 mangos y la luz un 700 % más cara pueden hacer que la gente ya no quiera verlo en fotos jugando con Antonia, estás seguro Luis?, que macana che, no le va a quedar más remedio que gobernar. Otra vez le impiden disfrutar de los mejores momentos de su vida) Cuánto tiempo y espacio político le queda hasta 2017, cuando se realicen las elecciones legislativas de ‘mitad de mandato’. (lo del tiempo se descubre fácil, agarrando un almanaque, lo del “espacio político” sonó a vuelo en helicóptero, que querés que te diga) Cuánto tiempo le queda hasta que los grandes sindicatos digan basta. (hasta que se trabe en el banco el primer cheque de la guita de las obras sociales, o se tengan que fumar la plata para otra cosa) Cuánto hasta que la oposición se organice y se plantee como una opción. En la Argentina, uno de los países donde la opinión pública se muestra más volátil, (¿hay estadísticas al respecto Luis, un “Indice de Volatilidad Social” o algo por el estilo, lo está haciendo Todesca? ilustrános por favor) el tiempo de la política parece siempre más veloz que el de la vida de todos los días.
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.

3 comentarios:

GISOFANIA dijo...

tanto ego que obnubila el entendimiento.
tanto interés mezquino retorciendo las argumentaciones.
tanta estupidez expuesta sin pudor...

Anónimo dijo...

Ehhh??????

IMPARARE DAGLI ANNI 90 IN LATINOAMERICA dijo...

La verdad, me da vergüenza que este energúmeno sea argentino. Habría que quitarle la ciudadanía.