LA FRASE

"QUE DESDE LA VICEPRESIDENCIA SE SOSTENGA UNA AGENDA QUE NO SEA LA DEL GOBIERNO ES ALGO QUE NUNCA SE HA VISTO." (JULIO COBOS)

viernes, 22 de julio de 2016

LAS CUENTAS NO CIERRAN POR NINGÚN LADO


Hace unos días te contábamos acá como el gobierno (con firma de Michetti en ausencia de Macri) sacaba un decreto ordenando el pago de 3952 millones de dólares en vencimientos de la deuda externa con las reservas del Banco Central, igual que durante el kirchnerismo.

Ahora parece que el tema causa internas y preocupación en “los mercados”: acá en La Política Online dan cuenta de reacciones en contrario en Wall Street, y acá en el Cronista contaban como Sturzenegger relativizó el decreto, diciendo que todavía no le pidieron formalmente que transfiera los dólares al Tesoro, y acepte a cambio una letra; poniendo en duda que el BCRA tenga reservas “de libre disponibilidad” (pre-requisito para poder pagar la deuda con ellas), porque entre otras cuestiones tiene pendiente de pago el “repo” que le hizo al Central un grupo de banco extranjeros al inicio de la gestión para -justamente- recomponer las reservas, y poder levantar el "cepo".

Lo curioso es que para garantizar el cumplimiento de ese préstamo (ver más detalles acá), el Central les entregó a los bancos letras del Tesoro (es decir esos “papelitos” que ahora se negaría a aceptar)  por un monto casi igual al doble de lo que los bancos le prestaron, que son 5000 millones de dólares a los que hay que sumarles 350 más en concepto de intereses, pagaderos antes de diciembre de éste año.

Como también es curioso que ahora Sturzenegger se siente sobre las reservas, cuando dijo hace poco que no le preocupaba acrecentarlas, porque para eso tenía que emitir pesos para comprar dólares, y eso iba en contra del programa de “contracción monetaria”, casi única herramienta a la que apela el gobierno para bajar la inflación.

Y es curioso porque su gestión ha liberado casi por completo las trabas para el ingreso y salida de capitales (eliminando el “encaje”, apurando el pago de dividendos a las multinacionales y el pago de importaciones), y además está agilizando el acceso a las divisas: recordemos que el tope original de dos millones de dólares mensuales para la compra de dólares posterior al levantamiento del “cepo” fue elevado luego a cinco millones mensuales, y hace poco el presidente del BCRA dijo que están pensando en eliminarlo por completo.

Del mismo modo, al alargamiento del plazo a las exportadoras para que liquiden las divisas en el mercado oficial de cambios en el país (que pasó de 30 a más de 180 días, y en otros caso al año)  le seguiría -según los propios dichos de Stuzenegger- la derogación de la obligación de liquidarlas en el país, que viene desee la década del 70', en función de la Ley 21.453 (1976).

Con su planteo Stuzreneger además de defender –desde lo teórico- la presunta autonomía del BCRA, está tratando de intervenir más activamente en la política económica del gobierno forzando un mayor ritmo del ajuste: si los poco más de 60.000 millones de pesos (al tipo de cambio de ayer) que representan los vencimientos de la deuda comprendidos en el decreto no salen de los dólares de las reservas, deberán salir del Tesoro, postergando otros gastos del Estado (¿salarios, jubilaciones, obras públicas, subsidios a las tarifas?).

Pero lo que más deja en claro el presunto diferendo son los desequilibrios del modelo, aun vistos desde la perspectiva neoliberal: un modelo de que además de sus ostensibles costos sociales, económicos y de destrucción de empleo y tejido productivo trae aparejados más deuda y más déficit fiscal, que se financian con más deuda en un círculo vicios, sin que al mismo tiempo haya una asignación mayor de gasto público con sentido contra-cíclico para empujar la demanda, y moderar la recesión y caída de la actividad.

Es decir que no logran siquier los “equilibrios generales” que se proponen, ni hablemos ya de la reactivación prometida que vienen posponiendo una y otra vez, tanto que ya ni se animan a ponerle fecha más o menos cierta.

Tengamos que en cuenta que además de las descomunales emisiones de nueva deuda a mediano y largo plazo de la nación y las provincias por más de 30.000 millones de dólares, el gobierno viene emitiendo todas las semanas deuda en dólares de corto plazo a través de las Letes (letras del Tesoro), y que para cancelar esa deuda necesitará dólares, que están en las reservas del Banco Central. También suman presión las colocaciones de deuda privada a través de obligaciones negociables que están empezando a emitir las empresas privadas (los dólares que ingresan hoy por esa vía, se irán mañana por sus servicios).

Del mismo modo que -por contrapartida- el Banco Central conducido por Sturzenegger deberá abonar más de 200.000 millones de pesos en intereses de las Lebac’s que viene emitiendo compulsivamente desde el inicio de la gestión; y para pagar esos intereses deberá emitir pesos. A menos que -como proponen algunos gurúes de la city a los que se les quemaron los papeles- esa deuda que en su mayoría el Central tiene con los bancos (que han sucripto la inmensa mayoría de las Lebac’s) sea asumida  por el Tesoro, a través de un bono. O sea el camino inverso del pago de la deuda con reservas: el Estado se endeuda para pagarles a los bancos un negocio creado por el Central y que causó cuatro veces más perjuicio a su patrimonio que los famosos contratos de dólar futuro.

Todo lo cual demuestra -.del aldo que se lo quiera mirar- que las famosas “metas de inflación y déficit” fiscal” no cierran por ningún lado, y son un dibujo más grande que los números del Indec de Todesca, una enorme mentira para encubrir que lo que se ha puesto en marcha en la Argentina es un modelo de valorización financiera pensado para que los bancos acumulen ganancias cada día más colosales, a costa del creciente endeudamiento público para financiar la fuga de capitales.

Ese es el objetivo final de las reservas del Banco Central, que se acrecientan con nueva deuda, y se desangran con la fuga, todos los días: con las cifras del miércoles, estaban en 33.895 millones, a los que hay que descontarles 5350 del "repo" a los bancos con sus intereses, y los 3952 de los vencimientos de deuda externa, si se cumpliera el decreto firmado por Michetti. 

Eso las dejaría en 24.593 millones de dólares, o lo que es lo mismo 465 millones menos que al dejar el gobierno Cristina el 9 de diciembre pasado, luego de haber levantado el "cepo" y devaluado, eliminado todas las restricciones de la cuenta capital (lo que alentó el ingreso de capitales golondrinas tanto como la fuga luego de la bicicleta con las Lebac's), flexibilizado el acceso a las divisas  y eliminado o rebajdo las retenciones al sector agropecuario para que aceleren la liquidación

Por eso de golpe se le despertó a Sturzenegger el interés por cuidarlas, y de paso hacer monetarismo berreta mientras las ideas de Milton Friedman no logran hacer pie en la realidad cotidiana, que se empeña en desmentirlas. 

3 comentarios:

Palquienque dijo...

"e seguiría -según los propios dichos de Stuzenegger- la derogación de la obligación de liquidarlas en el país, que viene desee la década del 70', en función de la Ley 21.453 (1976)." que consecuencia traeria esto?

Anónimo dijo...

El mejor equipo atrasa 60 años. En todo el mundo a las ideas de Friedman hace años que las dejaron en el museo.
Solamente éstos cerebros bananeros,pero socios del sector financiero, pueden simultaneamente eliminar encajes,liberar el tipo de cambio, tomar fuerte deuda en dólares y pagar intereses delirantes a través de las Lebacs.
Busquen un ejemplo de medidas económicas similares implementadas al mismo tiempo en cualquier país del mundo. No hay ejemplos.
Y hay quienes siguen esperando el verso de las inversiones.
¿Quien va invertir en una economía destruída, con una variación de costos fenomenales -tarifas, insumos, etc-y una inflación del 45% ?
En Argentina, hoy solo hay lugar para la timba financiera y para la fuga de divisas.
El Colo.


La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Mariano: que dejen de ingresar al país los únicos dólares "genuinos", que son los del intercambio comercial, disminuyendo la oferta de divisas y presionando a la alza el tipo de cambio (otra devaluación, digamos), además de debilitar la posición de reservas del Banco Central. Claro que sería un negocio redondo para los exportadores, que además pagan menos retenciones, o dejan de pagarlas según lo que exporten