CRISTINA, EN UNO DE ESOS DÍAS

Por Raúl Degrossi

Nadie, ni el más fanático de los kirchneristas, puede decir que cuando Cristina habla está igual de brillante siempre, porque como todos, tiene sus días.

A veces la escuchamos y dudamos del lugar. de la oportunidad, del tema, del tono o del enfoque; quizás porque inconcientemente estamos pensando en la tapa de Clarín o La Nación del otro día, o en las dificultades comunicacionales del gobierno, o en el estilo kirchnerista que la ha convertido en la gran (si no única) comunicadora de las políticas oficiales.

Pero otras veces (como el discurso de anoche en la Bolsa de Comercio) apenas empieza a hablar una tiene la sensación de que hay que prepararse para tomar nota de lo que dice, porque está en uno de esos días en que queda claro por qué sacó el 54 %, y por qué les lleva a todos -dentro y fuera del oficialismo- un campo de ventaja.  

Con un discurso plagado de guiños, empezando por los históricos: el recuerdo de Rivadavia, el inventor de la deuda externa; la evocación de aquélla idea de Scalabrini Ortíz de que en economía no regular, es regular a favor de los poderosos y un arco tendido en el tiempo con aquél famoso discurso de Perón en el mismo lugar (la Bolsa de Comercio de Buenos Aires), el 25 de agosto de 1994, en el que expresó exactamente la misma idea que anoche Cristina: ustedes no nos quieren, pero con nosotros ganaron más plata que nunca.

Conciente del auditorio, les habló con el bolsillo y no con el corazón, al revés de Pugliese; haciéndoles ver que los propios activos y papeles que cotizan en la bolsa tuvieron más volatilidad que los que administra el Estado a través de la ANSES (teléfono para Ismael Bermúdez: ahí tenés data sobre que pasa "con la plata de los jubilados"); que los bancos son los verdaderos responsables del corralito, que están arriba de una pila de plata que van a tener que empezar a prestar y que no le pidan que el Estado no regule, porque no queremos pasar por lo que está pasando en Europa. 

Hubo otro guiño enorme a Néstor, no sólo recordando la reestructuración de la deuda o el pago al FMI, sino hasta con la misma escenografía: el atril, los recortes de los diarios y el escrupuloso repaso (con los nombres y apellidos del caso) de los pronósticos errados en serie de los gurúes de  la city, los mismos que hoy trasegan las redacciones y estudios de tele y radio augurando el apocalípsis: donde quiera que esté, el flaco se debe haber reído un largo rato.

Como no mencionar la gastada doble a Clarín y a Macri por la cuestión de los presos y su propio procesamiento: en ese momento Mauricio debe haber tenido ganas de irse a cambiarle los pañales a Antonia; y la gastada -se me ocurre- no fue individual, sino a todos los que toleran una cosa (y hasta lo votaron dos veces) y exageran indignación por la otra, con esa doble moral tan frecuente en ciertos sectores de nuestra clase media.

En un largo discurso, mencionó a sólo dos funcionarios del gobierno: Echegaray (por su cargo) y Moreno (por su nombre): uno al que el fiscal acaba de imputar por el caso Ciccone (digo, porque todos estaban pendientes de que Boudou no fue para no cruzarse con Gabbi), el otro al que los medios dan por ido del gobierno por la disconformidad de Cristina con su gestión.

Que dicho sea de paso, redundó en otro dato que mencionó Cristina: en siete meses se alcanzó el superávit comercial previsto en el Presupuesto 2012, teléfono para Orlando Ferreres. 

A los caceroleros y a los que replicaron por años cadenas de mails que preanunciaban un nuevo "corralito" les hizo ver que fueron tan boludos de creérselas y desprenderse de los BODEN privándose de ganar guita; y (sin decirlo expresamente) que si fueron tan boludos de creerle tanto a Clarín todo lo que dice como comprar acciones del Grupo, también perdieron plata. 

Por boludos, y por no preocuparse cuando debieron (cuando estaban las AFJP) por lo que se hacía con "la plata de los jubilados". 

Un toquecito a los sindicalistas (que adivinen los oyentes de que sindicato hablaba) que compran dólares o títulos de la deuda mientras la quieren correr con el peronómetro; y al anunciar el. aumento de los jubilados (que superó el 31 % anual) dejó en claro cual fue -otra vez, como todos los años desde que rige la ley de movilidad previsional- la mejor paritaria de todas: la que depende exclusivamente del gobierno.

Y así como reivindicó la naturaleza histórica del peronismo (que nunca se asumió como un partido clasista: es apenas la fuerza política que votan la inmensa mayoría de los trabajadores, desde 1945), tampoco se presentó como la fuerza del defáult: a los que critican el pago del BODEN con el argumento fácil de lo que se podría haber hecho con esa plata (algunos incluso que fueron responsables del desastre que llevó al corralito), habría que recordarles que el único que propuso en las elecciones del año pasado no pagar las deudas fue Altamira, y sacó el 2,48 %.

Pero como te dijo una cosa, Cristina te dijo la otra: en un recinto emblemático del capitalismo financiero y especulador (en el que le dijo en la cara a su presidente que el Estado regula y seguirá regulando todo lo que haga falta), anunció el aumento para los jubilados, en el marco de una política -la de seguridad social- que está sin dudas entre los mayores legados institucionales del kirchnerismo; y demostrando con datos concretos como el desendeuamiento fue de la mano del crecimiento y la mejora de los indicadores sociales; más aun: fue una de las claves que los posibilitó.

Legados institucionales dije, y lo reitero: los que le achacan al kirchnerismo falta de respeto a las instituciones, habrán de anotar en su cuenta que se hizo cargo de los muertos que dejaron otros gobiernos (tanto que Cristina cumplió diez años después el vaticinio de Duhalde: el que puso dólares, recibió dólares), y que fijó un mecanismo legal de aumento para los jubilados que viene cumpiendo escrupulosamente desde hace cuatro años. 

Mecanismos en el que el índice salarial del INDEC arrojó una variación del 123 % en cuatro años, el RIPTE del Ministerio de Trabajo un 147 %  y los aumentos a los jubilados un 172 % en el mismo lapso, porque aumentaron los recursos de la recaudación y las contribuciones de la seguridad social que van a la ANSES: teléfono para Lozano (que cuestionaba la fórmula de ajuste), y para Bonfatti y De La Sota, que reclaman que les devuelvan el 15 % de la coparticipación y les financien el déficit de sus Cajas de jubilaciones. 

Sin esos fondos que van a la ANSES, ese 31 y pico por ciento de aumento anual hubiera perdido 7 u 8 puntos, por lo bajo: a ver si alguno se los explica a los jubilados nacionales santafesinos y cordobeses.

El discurso de Cristina de ayer (redondito, preciso) me hizo acordar a esos años en que Schumacher dominaba a voluntad la Fórmula 1 con la Ferrari y apilaba carreras y campeonatos: por momentos parecía que el tipo se distraía en la pista y los rivales se le empezaban a asomar como puntitos en el espejo retrovisor, y ahí apretaba el acelerador y los volvía a perder de vista.

Cuando Cristina está en esos días -como el de ayer- y aprieta el acelerador a fondo, demuestra que el resto (en especial la oposición política) está jugando en otro campeonato.