(*)
En un
nuevo esfuerzo por justificar su resistencia a la interpelación de la prensa,
Cristina Kirchner descalificó en la Universidad de Harvard a la prensa
argentina (no, a la prensa argentina no, a vos y los otros ladris que hackeaban correos y difundían la información, no busqués la solidaridad corporativa) que "hay varios periodistas procesados porque
hackeaban mails, conversaciones telefónicas de funcionarios y que usaban esto
para extorsionar". (cosa que dijo Cristina, pero resolvió una jueza)
De ese modo, y
antes de lo podía esperarse, (¿cómo sabías cuándo podía esperarse que hablara del tema, tan importante creés que sos para ella, o le hackeaste otra vez los mails?) la Presidenta desnudó su interés por esa causa
judicial.(ah, o sea que ahora lo raro es interesarse por una causa judicial que es pública, y no por los correos de la gente, que son privados) En efecto, el pasado lunes 17, como informó La Nación, la jueza
federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, resolvió el procesamiento de
varios periodistas. Entre ellos, el mío.(es decir que lo relevante no es que la jueza te procesó, sino que La Nación lo informó)
Sin embargo, al referirse a esa medida, la señora de Kirchner
falseó algunos datos y ocultó otros. En principio, omitió decir que se trata de
un expediente promovido por la Secretaría de Inteligencia, que conducen Héctor
Icazuriaga y Francisco Larcher, y que depende de ella. (obvio: lo que habían hackeado eran cuentas privadas de funcionarios, empezando por el Jefe de Gabinete y los secretarios privados de la presidenta, y dos jueces de la Corte Suprema) También desfiguró lo que
la misma jueza expresó en una resolución que apelé ante la Cámara Federal de
San Martín el pasado viernes 21, por considerar que las pruebas y los
argumentos sobre los que se fundaba eran absurdos.(¿cómo puede "desfigurar" algo en lo que a vos concierne si no te mencionó nunca?, además del hecho de que vos hayas apelado la resolución, hasta tanto no sea revocada, no le quita una coma a lo que decidió la jueza al procesarte: seguís estando procesado, por lo que dijo la jueza)
En lo que a mí respecta, la jueza me acusó de haber recibido, en
siete oportunidades durante el año 2007, documentación enviada por el
periodista, escritor y antiguo jefe de la SIDE (en tiempos de Menem) Juan Bautista Yofre, entre la
que había e-mails de terceros. Yofre enviaba esos materiales por su propia
iniciativa y eran una parte insignificante del caudal de información que
proceso a diario.(pero no se los devolviste indignado con una nota que dijera algo sí como "¿por qué me envía esto señor, que pretende usted de mí?", como diría la Coca Sarli, no señor: te los guardaste y le pediste más)
A diferencia de lo que sostuvo la Presidenta para justificar su
rechazo al trato con la prensa, la jueza reconoció que no hay indicio alguno de
que yo haya intervenido un e-mail ajeno. (la presidenta dijo que había periodistas que lo hicieron cosa que es cierta: vos acabás de decir que el Tata Yofre es periodista, si te diste por aludido personalmente, es un problema tuyo, no de ella) Ni siquiera encontró una prueba de que
solicitara esos envíos. Y tampoco pudo demostrar que estuviera al tanto de cómo
esos correos habían sido obtenidos. (por suerte para vos, pero ¿todo esto que tiene que ver con Cristina, la apelación que presentaste la tiene que resolver ella?)
La doctora Arroyo Salgado tampoco pudo demostrar que yo
conociera a los que infiltraban correos electrónicos, que ella vinculó con
Yofre. En realidad, me enteré de su existencia cuando se conocieron sus
actividades a través de los medios.(ah, claro, vos ni lo conocías a Alderete el de SEPRIN, obvio, al Tata Yofre tampoco: ¿qué clase de periodista político sos entonces, eh?) Entonces supe que eran dos funcionarios del
actual gobierno, subordinados al entonces jefe de la Policía de Seguridad
Aeroportuaria, Marcelo Saín, y al entonces ministro del Interior, Aníbal
Fernández. Es decir, integraban la administración de la Presidenta. Un dato
significativo que ella se olvidó de consignar.(pasa que da la casualidad que no pinchaban correos por orden de ella, como lo comprueba el simple hecho de que sus secretarios privados y su Jefe de Gabienet fueron víctimas de los hackeos, en realidad pinchaban mails por orden del Tata Yofre, que está procesado justamente por eso, curiosa teoría de las responsabilidades adentro del Estado la tuya)
Otra circunstancia interesante es que la jueza no pudo probar
que yo haya publicado información alguna de la que Yofre enviaba. Igual me
procesó. (entonces no fue un fallo contra el periodismo, simplemente contra los hackeadores de correos) Para resolver esa dificultad recurrió a un argumento insólito: como mi
informante podría haber tenido otra computadora, distinta de la que ella pudo
investigar, y desde esa computadora imaginaria me podría haber enviado otra
información, yo podría haber publicado. Y, como con esas publicaciones, con las
que ella fantasea, mi trabajo se habría visto enriquecido, yo me moví con un
"afán de lucro".(cosa que en tu caso es completamente insospechada, el video de los Eskenazy fue un montaje y en el sobre había...correos privados de gente)
La jueza contrarió el principio básico de presunción de
inocencia. Por lo tanto, para defenderme yo debería demostrar que jamás
publiqué las informaciones que Yofre nunca me envió desde una computadora que
no tiene. (ah, pero entonces esta semana nomás la Cámara te desprocesa)
Por cierto, la jueza nunca habló de extorsiones. Esa palabra fue
introducida por la Presidenta.(es verdad, Cristina se equivocó: no estaba hablando del caso del video donde te entregan un sobre con plata para escribir doce columnas contra la gestión de los Eskenazy en YPF)
Es comprensible que la señora de Kirchner, (ah, por fin, después de cuatro párrafos de hablar de la jueza volviste a Cristina, que fue la excusa para escribir esta nota) para descalificar al
periodismo de su país, haya tenido que desfigurar los hechos que se investigan
en este caso judicial. (¿y cuál sería concretamente la parte en que los desfiguró, no descalifica más al periodismo pinchar mails y recibir la información así obtenida?)
De lo contrario, debería haber dicho que, a instancias de los
servicios de inteligencia que dependen de la Presidencia, la doctora Arroyo
Salgado me procesó (no, a instancias de los servicios no, a partir de las pruebas que encontró en la causa, ¿desde cuando el denunciante en una causa es el que decide si se procesa o no a los acusados?) por recibir información que jamás pedí y que jamás publiqué.(pero que guardaste sin devolverla a su remitente, que justamente había sido Secretario de Inteligencia mirá vos) No sería un buen ejemplo para alegar que la libertad de prensa en la Argentina
está garantizada.(es verdad, pero ella no lo puso como ejemplo de eso, sino del periodismo lamentable que tenemos, que es lo que a vos te ofendió, porque decís que lo descalifica a partir de ahí, ponéte de acuerdo)
Porque la doctora Arroyo Salgado me procesó por ejercer el
periodismo. Es decir, por acceder a informaciones, (obtenidas ilegalmente por una asociación ilícita creada para violar la intimidad de las personas, y después vos decís que la que descalifica al periodismo es Cristina) evaluarlas y, llegado el
caso, publicarlas.(cuando por ejemplo fallara la extorsión porque el extorsionado se negara a pagar)
Claro, para que esa conducta constituya un delito, la jueza
debió violentar una prerrogativa de la que goza la prensa en beneficio de los
lectores: el derecho a recibir cualquier información, de cualquier fuente. (pero no de cualquier modo, que es una cosa distinta) Para
la doctora Arroyo Salgado, si un periodista obtiene una información que su
fuente consiguió de manera irregular -sea un e-mail, un contrato, un expediente
o cualquier otro documento- queda involucrado en el delito y se convierte en
encubridor.(si no se puede llamar a engaño al respecto porque se trata de correos privados de otras personas, sí)
La jueza también debió forzar los datos para justificar que la
causa se tramite en el fuero federal. Con ese objetivo adujo que las
informaciones que Yofre remitía eran secretos de Estado. (aunque si los hubiera caratulado como intercepción de correspondencia nada más, también caían en el fuero federal)
En mi caso se trataba de datos triviales o referidos a hechos
que ya eran de conocimiento público, transmitidos por funcionarios a través de
servidores comerciales. (pero que vos igual recibiste y conservaste, para publicarlos cuando fuera oportuno, como dijiste antes) Es decir, sin las precauciones ni las formalidades
exigidas por las normas que reglamentan la comunicación de los verdaderos
secretos de Estado.(claro, como las que le entregaron a Assange, el de Wikileaks)
Por otra parte, ¿qué secreto de Estado constituyen las opiniones
de un diplomático sobre una nota periodística, o las conversaciones culinarias
de los hijos de un ministro con su padre? ¿La despedida de un funcionario
ignoto en un mensaje destinado a 400 compañeros de trabajo es una información
confidencial? (ninguno, pero ¿por qué tenías vos los correos privados donde se habla de esos temas y que no te estaban dirigidos?, esa es la pregunta)
La doctora Arroyo Salgado adoptó un criterio peligrosísimo para
el ejercicio del periodismo. Determinó que cualquier comunicación de un
funcionario constituye un secreto de Estado. Aun cuando se refiera a cuestiones
personales o a hechos de dominio público.
Al establecer este punto de vista, la jueza inauguró una nueva
inhibición para la indagación periodística. (sí, no se pueden chorear impunemente los correos privados de la gente) En adelante, los jueces podrán
calificar a su antojo cualquier dato como "secreto de Estado" y
sancionar a quien lo divulgue. De generalizarse el punto de vista a partir del
cual me procesaron, los funcionarios contarán con un inesperado blindaje frente
al examen público de sus actos.(ah, o sea que si a vos te dejan quedarte con correos privados intrascendentes, sin ninguna consecuencia, los funcionarios estarán blindados ante la crítica, habráse visto, avisále a los periodistas de todo el mundo, tan fácil era defender la libertad de expresión)
En síntesis: la sanción de la doctora Arroyo Salgado sólo sería
aceptable si se admite que los periodistas pueden ser criminalizados por el
modo en que sus fuentes accedieron a las informaciones que les brindan, (buscá otro argumento porque con ése vas frito) y que
cualquier comunicación de un funcionario es secreto de Estado.
A partir de esos parámetros, la jueza me sancionó en una causa
promovida por los servicios de inteligencia,(contra tipos que eran ex servicios de inteligencia, incluyendo un ex director de la SIDE) por haber recibido e-mails que no
capturé, que tampoco solicité, que contenían información que no me interesaba,
y que, por lo tanto, nunca divulgué.(pero que no devolviste, para publicarlos en el momento oportuno)
Para comprenderlo mejor se puede acudir a una comparación: los
diarios más prestigiosos del mundo (y muchos sin nigún prestigio) publicaron durante meses cables de la
diplomacia de los Estados Unidos, que llevaban el sello de
"confidencial", a sabiendas de que habían sido obtenidos de manera
ilegal, y filtrados al sitio WikiLeaks. A ningún juez le pasó por la cabeza
procesar a editor o periodista alguno por complicidad con quienes capturaron y
distribuyeron esos materiales. (dáles tiempo, ¿o para que te creés que sacaron la Patriot Act?) Ni siquiera en los Estados Unidos, que es el
país cuya información reservada se estaba divulgando.(es verdad, los yanquis están muy preocupados por meterlo preso a Assange, inventándole cualquier causa y por eso tuvo que pedir asilo diplomático) La razón es muy sencilla:
publicar esa información es una obligación de la prensa.(no, antes dijiste que vos evaluabas si publicabas o no la información que te mandaban, ¿estás faltando a tus obligaciones profesionales en algún punto?, ¿La Nación o cualquier medio publica toda la información que le mandan?, ¿por ejemplo la investigación sobre como murió uno de los Mitre en su departamento?)
Las debilidades de la resolución de la jueza me hicieron
sospechar que el Gobierno, que controla los servicios de inteligencia, (que antes controlaba Yofre, que era el que ta mandaba los mails que vos guardabas, para publicarlos en el momento oportuno) está
interesado en el procesamiento de un grupo de periodistas (la mayoría de los cuáles son ex servicios, y siguen teniendo vínculos fluidos con la SIDE) para, a partir de él,
descalificar a toda la prensa.(que se apure entonces, porque las denuncias vienen desde el 2006, pero es fácil: si vos devolvías los mails sin enterarte de su contenido como para saber que era trivial, quedabas afuera de todo) La Presidenta, desde Harvard, corroboró esa presunción.
De paso, con esta causa judicial se amenaza a toda la profesión: ahora hay que
cuidarse de las fuentes, y también de que la información a la que se accede,
por más irrelevante que parezca, no termine siendo calificada por un juez como
secreto de Estado.(no, hay que cuidarse que no sea robada, y que no te enteguen correspondencia privada de la gente ex directores y agentes de la SIDE expertos en espiarlos, nada más, es sencillo)
En su
presentación de anteanoche, Cristina Kirchner (ah, cierto, ya nos habíamos olvidado: esta nota era sobre Cristina y no sobre la jueza, pasa que los últimos diez párrafos hablan de Arroyo Salgado, disculpá, nos perdimos) utilizó la resolución de la
doctora Arroyo Salgado para defenderse de los cuestionamientos que le hicieron
los alumnos por su hostilidad hacia la prensa. En Georgetown había formulado
una teoría peculiar, alimentada ahora con este caso judicial: las limitaciones
que la libertad de expresión encuentra en la Argentina no se deben a los rasgos
autoritarios del Gobierno sino a la mala calidad del periodismo. (no, lo que dijo es que algunos -como vos, aunque no te nombró pero te diste por aludido- confunden el periodismo con la extorsión y las operaciones de prensa, que son otra cosa) con argumentos
como éste, y fallos como el de la jueza Arroyo Salgado, de a poco, paso a paso,
se va construyendo un régimen. (y con periodismo como el tuyo y el del Tata Yofre, de a poco se va construyendo una abultada cuenta bancaria)