LA FRASE

"ME PARECE EXCELENTE LO DE MILEI CON ELON MUSK, PERO YO LE HUBIERA LLEVADO UNOS LIMONES."(MAURICIO MACRI)

viernes, 28 de septiembre de 2012

EL INTERIOR DEL OMBLIGO NO ES UN BUEN PUNTO DE VISTA


Por que no da conferencias de prensa, si habrá reforma para la re-reelección, el cepo cambiario, que hará la Argentina si Chávez pierde las elecciones y desconoce los resultados, como puede ser que haya dicho que se puede comer con seis pesos por día y que la gente tiene que tenerle miedo, como incrementó su patrimonio, porqué se expulsó a Paraguay del Mercosur, hay o no en la Argentina libertad de expresión, la credibilidad de las cifras de inflación del INDEC.

Temas que salieron de las tapas, los editoriales y las columnas de opinión de Clarín y La Nación para saltar a las consignas de los cacerolos, y mágicamente aparecer en los papelitos de las preguntas de los estudiantes yanquis en la gira de Cristina en EEUU, sin matices ni diversidad de enfoques.

Temas que -en el fondo- no le importan verdaderamente a nadie, o por lo menos no le interesan a la gente común, al argentino promedio, ni siquiera la credibilidad de las cifras del INDEC: en todo caso a la gente le preocupa la inflación, que es otra cosa.

Un gigantesco ejercicio de ombliguismo político, social y comunicacional, que consiste en replicar y hacer girar y circular estos temas en medios y redes sociales de modo de constituirlos en una especie de plataforma o manifiesto de la nada misma; porque tienen tan poca densidad en sí mismos que, aunque se los replique mil veces, no podrán convertirse en algo sólido.

Si hasta los temas que parecen serios (como el proceso electoral en Venezuela o el golpe de Estado en Paraguay) son tratados con un nivel de simplificación y banalidad alarmante: si este es el nivel de las universidades que forman a la élite yanqui no hay que sorprenderse de que los EEUU nunca entiendan verdaderamente lo que pasa en el mundo; y no deja de dar miedo que el botón nuclear esté en manos de egresados de Harvard o Georgetown. 

El estudiante que le preguntó a Cristina que haría su gobierno si Chávez perdiera y desconociera el triunfo opositor (pidiendo definiciones concretas sobre suposiciones basadas en hipótesis que son apenas probabilidades, un absurdo), pareció no advertir que estaba frente a alguien cuyo mayor problema político consiste -justamente- en que mucha gente en la Argentina no acepta que ganó, y como y por qué ganó.

Va de suyo que de estas reflexiones se desprende que entendemos que haber dado las conferencias de prensa en las universidades yanquis no fue precisamente un acierto de estrategia comunicacional, pero no porque se suponga que Cristina no tenga solvencia para responder o salir airosa: por el contrario, si las preguntas son nabas, hechas por nabos, que se ofrecen voluntariamente (incluso por convicción) a replicar naberías, no era probable que realmente lograran ponerla en apuros.

Obviamente que no se puede esperar que ellos lo vean así, porque el asunto (como si la conferencia hubiera sido acá) era qué se preguntaba, y no qué se respondía; pero justamente ese supuesto debió haberse sopesado antes de decidir ir a las universidades.

Además se equivoca Cristina en un punto: en La Matanza le hubieran preguntado cosas más serias, y que seguramente tienen que ver más con lo que nos pasa todos los días; o a lo mejor directamente no se lo preguntaron porque tienen las respuestas, y lo demostraron el 23 de octubre.

Alguno podrá apuntar que de ese modo ha dejado sin preguntas a los medios, periodistas y cacerolos argentinos que reclaman conferencias de prensa: ¿para qué las haría ahora Cristina, si los estudiantes de Georgetown y Harvard ya hicieron todas las preguntas -que es lo único que les interesa-, ella las respondió a todas y nada hace suponer que sus  respuestas serían distintas en el futuro?

Algo así como decir ya está, ya fue, ya pasó: tuvieron su conferencia, hicieron sus preguntas, ahora déjense de joder y pasemos de pantalla, vayamos a las cosas importantes. 

Es probable y es un punto de vista atendible, pero sin embargo no deja de lado el sabor amargo de entender que se termina validando una estrategia comunicacional que diseñan otros; y que lleva a que un nene de papá que se fue a estudiar a Harvard (previo paso por el gobierno de Macri) diga que la presidenta vive desconectada de la realidad de su país; el mismo del que a él lo separan miles de kilómetros, y del que lo separaron mentalmente casi desde el jardín de infantes.

Mientras en la Argentina el gobierno que estableció la obligatoriedad del secundario, la AUH,  la elevación de la edad mínima para trabajar, entregó millones de netbooks en las escuelas, creó universidades públicas en el conurbano  y llevó la inversión en educación al 6,47 % del PBI, está planteando que los jóvenes voten a los 16 años (y la mayoría de los que tienen como plataforma las preguntas bobas del estudiantado yanqui se oponen), y los pibes de los secundarios porteños toman colegios por el derecho a estudiar (y el ex jefe del boludín pampeano hace lo mismo de siempre: nada), un grupo de nenes privilegiados que se fueron de sus países a formarse en universidades yanquis para volver algún idea con el mate formateado allá, para intentar aplicar en esos países las ideas que nos llevaron al desastre, sacan chapa de combativos preguntándole boludeces a Cristina.

Insistimos: si al conjunto de los temas de agenda de ese "corralito" social y discursivo que conforman medios hegemónicos, caceroludos urbanos y (ahora lo vimos) estudiantes argentinos y latinoamericanos de universidades yanquis de supuesta élite se los pesa en conjunto, y se los mide en perspectiva del panorama político global, no exceden el tamaño y profundidad de sus propios ombligos.

Y es sabido que el propio ombligo no es un buen punto de vista para tratar de entender el mundo; y (por suerte) tampoco para intentar ganar elecciones.       

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si ese es el nivel que están adquiriendo estos aprendices de cacerolos. Ojalá que se reciban de lo que sea así el gasto de sus padres no es al pedo. Digo gasto y no inversión, porque para formar boludos hay miles de universidades paquetas. No le llegan a los tobillos a los pibes que hoy están protagonizando la toma de colegios que dependen del tipo que es el paradigma de estos bobos.
Que se reciban, sí. Que vuelvan a la Argentina, no.
Ojalá gestionen becas para llevarse a sus iguales y el aire de libertad es más respirable por estos pagos.