LA FRASE

"CON EL PRETEXTO DE LA EDUCACIÓN SEXUAL, KICILLOF FOMENTA LA PEDOFILIA, SI FUERA EL INCESTO, VAYA Y PASE." (KARINA MILEI)

martes, 9 de enero de 2018

A 100 AÑOS DE LA REFORMA UNIVERSITARIA


Este martes apareció publicado en el Boletín Oficial (completo acá) el Decreto 5 de Macri, por el cual se declara a éste 2018 como el "Año del Centenario de la Reforma Universitaria". Entre sus escuetos fundamentos se señala que "...dicha Reforma tuvo sus orígenes en el movimiento estudiantil que se inició en el año 1918 en la Universidad Nacional de Córdoba, REPÚBLICA ARGENTINA, y que sentó las principales bases del actual Sistema Universitario Nacional, tales como la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la libertad y periodicidad de las cátedras....".

No es casualidad que el que lo redactó (seguramente alguna pluma radical de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación) haya omitido entre las bases fundamentales de nuestro sistema de educación superior a la gratuidad (hoy consagrada con rango constitucional en el artículo 75 inciso 19) CN), porque no se la debemos a la reforma sino al peronismo; más específicamente al Decreto 29.337 firmado por Perón el 22 de noviembre de 1949.

Pero más acá en el tiempo, es oportuno recordar que así como los estudiantes de 1918 no levantaron entre sus banderas la gratuidad de la educación universitaria (lo que marcaba así los límites de clase del movimiento, protagonizado por sectores medios en ascenso), quienes hoy reivindican su legado y sus aliados políticos aun siguieron y aun hoy siguen oponiéndose a la gratuidad: cuando en el 2013 se sancionó la modificación de la Ley 24.521 de Educación Superior (a partir de un proyecto presentado por Adriana Puiggrós) para garantizar la absoluta gratuidad de los estudios de grado prohibiendo la imposición de cualquier gravamen o tasa a los mismos, los diputados de la UCR estuvieron ausentes o se abstuvieron en la votación, mientras que los del PRO directamente votaron en contra.

Ya en el gobierno de Macri en mayo de 2016, un juez en lo contencioso administrativo (el mismo que había fallado a favor de Clarín contra la ley de medios) declaró inconstitucional la reforma por afectar "la autonomía universitaria", y las autoridades del Ministerio de Educación (por entonces el radical santafesino "Niky" Cantard era el Secretario de Políticas Universitarias) consintieron el fallo, desistiendo de la apelación. 

Unos meses antes, aun durante el gobierno de Cristina, la Mesa Nacional de la Franja Morada repudiaba con el mismo fundamento (la violación de la "autonomía universitaria") la aprobación del convenio colectivo de trabajo de los docentes universitarios; con lo cual se emperantaban con las peores tradiciones históricas del movimiento estudiantil, cuando confrontó con los trabajadores, como en 1945 y 1955.

No es de extrañar entonces que la presidenta de la FUA, elegida como diputada nacional por "Cambiemos", debutara en su banca votando la reforma previsional que le metió la mano en los bolsillos a los jubilados, modificando la fórmula de ajuste de los haberes.

Como tampoco es de extrañarse que la UCR (un partido que reivindica la reforma del 18' como parte de su legado histórico) haya decidido conformar una alianza con la derecha dueña del país, apoyando como candidato a presidente a quien decía en campaña que no entendía para que eran necesarias "tantas universidades", y se convirtió en el primer presidente argentino egresado de una universidad privada. 

Lo que vino después (los recortes al presupuesto universitario, el abandono de la meta del 6 % del PBI garantido en educación, ciencia e investigación científica, el intento de desmontar la paritaria de los docentes universitarios como la del resto y el desfinanciamiento de la ciencia y la investigación con el mismo ministro del gobierno de Cristina), no fueron sino consecuencias lógicas y previsibles de esa decisión.

Eso sin contar con que el país asistió en estos dos años a la intromisión de la fuerza pública en las universidades sin autorización judicial ni requerimiento de las propias autoridades académicas, violando la autonomía universitaria y lo dispuesto por el artículo 31 de la Ley 24.521, en Jujuy (bajo un gobierno de la UCR) y en el Comahue, entre otros casos; tristes remedos de la "noche de los bastones largos" que no merecieron el repudio de los que reivindican el movimiento de 1918 desde las filas de la UCR y su brazo universitario.  

A los pocos meses de la reforma nacida en Córdoba en aquel 1918 y bajo el clima del primer gobierno elegido por el pueblo desde 1853, llegarían las represiones de la Semana Trágica en Buenos Aires en 1919, y los sucesos de la Patagonia en los dos años siguientes, con el aplastamiento por el gobierno de Yrigoyen de la protesta de los peones laneros: signos claros de que la universidad no puede democratizarse por completo al margen de lo que le suceda al país en su conjunto.

Después corrió mucha agua bajo el puente y el movimiento reformista chocó contra sus propios límites mientras se sucedían en el país las interrupciones del orden constitucional y por la universidad pasaban "la noche de los bastones largos" que clausuró la experiencia de la ínsula democrática del reformismo que convivió sin problemas con la propscripción de la fuerza política mayoritaria, el "Cordobazo", la aparición de "la juventud maravillosa", y la larga noche de la dictadura; que descargó en las universidades su furia represiva como uno de sus blancos predilectos, junto con las fábricas y lugares de trabajo. 

A 100 del manifiesto liminar de 1918, sigue pendiente la discusión por el modelo de universidad que queremos, en un modelo de país que también debemos definir y construir, aspectos que están inescindiblemente unidos entre sí: para una granja colonial que solo aspire a ser "el supermercado del mundo" (y a veces ni eso consigue) sobran no solo universidades como dijo el presidente en su campaña, sino que también sobran universitarios, científicos, técnicos y satélites.

Pero nunca esa discusión puede ser (acaso como lo pretendieron los reformistas del 18', o como luego se direccionó el movimiento reformista) al margen del devenir histórico del pueblo argentino en su conjunto, y de la realización de nuestro destino nacional, y el aporte que a ello puede hacer la universidad, que encuentra en eso su razón de ser y su justificación histórica.

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