LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 6 de enero de 2018

GERARDO MORALES, EL HIJO DE PUTA PERFECTO


Cuando comenzó el gobierno de "Cambiemos" en el país y Gerardo Morales se estrenaba en el de su provincia ordenando a sus jueces adictos la ilegal prisión de Milagro Sala (que acaban de prorrogar por un año más) decíamos nosotros que Jujuy era un laboratorio de ensayo de las políticas represivas del nuevo gobierno; y el tiempo demostró que lamentablemente no estábamos equivocados.

Si Morales no ha tenido en estos dos años la más mínima condena de su proceder por Macri o funcionario alguno del Estado nacional (por el contrario, lo han defendido ante los organismos internacionales) es porque no solo están satisfechos con lo que hace, sino en un punto lo envidian: ya desearían ellos poder ir más allá en sus desbordes represivos, y replicar algunas de las andanzas del sátrapa norteño.

En el caso de Milagro Sala y la Tupac Amaru, el grado de ensañamiento de Morales y su gobierno han ido corriendo las barreras del asombro mes a mes, y trascienden el deseo de hacer justicia (que nunca lo tuvo), o la ambición de desmoralizar al adversario político: hay mucho de revancha de clase contra esa mujer coya que se atrevió de parárseles de manos a los poderes seculares de la provincia, e hizo algo peor por los pobres que darles cosas materiales: los organizó para que mejoraran su destino por ellos mismos, ayudándose con solidaridad.

Pero las vejaciones de Morales a Milagro y a su obra trascienden mucho más allá de Jujuy, e incluso de las propias fronteras del país, y es en un punto lo que este verdadero enfermo político quiere: que se sepa y se conozca quien manda en Jujuy, y lo que está dispuesto a hacer para demostrarlo.

Luego de haberlo mandado destruir concienzudamente con sus patotas con aquel mismo espíritu con el que en el 55' se destruían a martillazos los pulmotores de la Fundación Eva Perón, Morales se jacta ahora de "inaugurar" y "poner en funcionamiento" el parque acuático construido por la Tupac.

Es como si les dijera "Miren, negros roñosos de mierda, ahora van a tener un lugar donde bañarse, pero no por mérito de ustedes, que son unos vagos, sino porque yo, en mi inconmensurable generosisad, he decidido permitírselos, aunque no se lo merezcan".

Mientras tanto, ordena allanar por cuarta vez la casa de Milagro con el solo objeto de vejarla en su intimidad, y despliega un show de topadoras excavando en búsqueda de bolsos enterrados con dinero, en lo que presta un valioso servicio al gobierno de Macri mientras nos descerraja el ajuste: desde Marijuan para acá que nadie proveía de esa forma primitiva de entretenimiento para millones de moscas comedoras de mierda mediática y política, que sienten de un modo perverso que Morales -humillando y martirizando a la líder de la Tupac- los vindica de un modo extraño, de "la prepotencia de los negros que se creyeron alguien".

Precisamente en eso radica lo más peligroso del obsceno espectáculo de autoritarismo y violación sistemática de los derechos humanos que viene escenificando Morales desde que llegó al gobierno: en poner en acto las peores pulsiones que anidan en nuestra sociedad, como se puede comprobar con las adhesiones que su comportamiento recibe; de parte de gente que se pregunta como Macri no lo imita, yendo más a fondo y -por ejemplo- poniendo presa a Cristina, o allanando su casa con topadoras "en busca del PBI que se robaron".

Además de las obvias implicancias presentes en términos de degradación de los derechos humanos y de los consensos comunes mínimos del sistema democrático que implica la experiencia del Guantánamo jujeño, están sus funestas consecuencias a futuro: Gerardo Morales, el hijo de puta perfecto que no reconoce cansancios ni desmayos en su cruzada, nos hunde progresivamente a todos en un pantano de odio profundo; fijando nuevas fronteras en la degradación de los términos de la acción política, para peor desde el uso de la propia estructura institucional del Estado.

Habrá que estar atentos no solo a lo que Morales hace o deja de hacer, sino a quiénes -aun diciéndose opositores al gobierno de Macri- no son siquiera capaces de alzar su voz para condenarlo: podría tratarse de gente tentada a repetir su ejemplo, si tuviera la oportunidad. Y con esos, ni a la esquina.

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