LA FRASE

"QUE DESDE LA VICEPRESIDENCIA SE SOSTENGA UNA AGENDA QUE NO SEA LA DEL GOBIERNO ES ALGO QUE NUNCA SE HA VISTO." (JULIO COBOS)

jueves, 12 de mayo de 2016

GARRINCHA HUBO UNO SOLO


Salvo algún cambio de último momento antes de la sesión especial de hoy, todo indica que Sergio Massa y buena parte de su Frente Renovador (acaso descontados los diputados de extracción sindical) volverá a alinearse con el gobierno de Macri, restando su aporte al quórum y sus votos para que se termine de sancionar en Diputados la ley anti-despidos que aprobó por amplia mayoría el Senado.

De confirmarse la deserción de los diputados de extracción gremial, es posible que esta enésima voltereta le cueste a Massa si no una fractura en su bloque, un pase de facturas hacia el interior. Voltereta, dijimos: hasta acá las marchas y contramarchas de Massa han tenido siempre el mismo final, terminar -por acción u omisión- corriendo en apoyo del gobierno de Macri, cada vez que éste lo necesitó.

Con la excusa de la “oposición propositiva” y de “no dejarse correr ni marcar la agenda por el kirchnerismo”, Massa terminó salvando al gobierno o tirándole una soga en el acuerdo con los fondos buitres (aunque allí la mayoría que pudo construir Macri fue más amplia), en la ratificación del DNU que dejaba sin efecto la devolución del 15 % de la coparticipación a las provincias (que todavía están esperando que se cumplan las promesas presidenciales, cuya letra urdió Massa como veíamos acá) y ahora en la ley anti-despidos, cruzada de frente por el gobierno desde que empezó a andar por el Congreso.

Abordar la discusión puntual de las “propuestas superadoras” de Massa en cada uno de esos casos es tiempo perdido, porque su significación política es obvia: fueron funcionales -siempre- a la estrategia del gobierno, cuestión que por supuesto no se le escapa a Massa; que intenta disimularla con espejitos de colores en un absurdo intento por impone su propia agenda, algo para lo que no le dan los números de su fuerza propia en el Congreso.

Tal conclusión es particularmente visible en el caso de la ley anti-despidos, donde cualquier cambio que se introdujera al proyecto aprobado por el Senado significaba una demora del trámite funcional al gobierno, y a las presiones de los sectores empresarios más importantes del país para que el proyecto naufrague.

Acaso por ese lado y el de algún sponsoreo de campaña haya que buscar las razones de ésta voltereta de Massa (que en un principio apoyó los reclamos de las entidades sindicales) en particular, pero lo importante -recalcamos- es que cada vez que Macri lo necesitó, el tigrense siempre estuvo, como hombre de reserva de la coalición de gobierno. Un suplente precalentando y siempre en condiciones de entrar si las circunstancias del partido lo requieren, digamos. La votación de la propia ley anti-despidos en el Senados no es sino la excepción que confirma la regla, porque la mayoría que se construyó allí en torno al proyecto fue tan amplia que hacía innecesario el concurso de la escuálida representación massista, prácticamente inexistente o con miembros circunstanciales.

Massa termina siempre confluyendo -como decíamos, por acción u omisión- con el gobierno, confirmando así en el tiempo su gesto de acompañar a Macri a Davos al principio de su mandato, cuando el presidente lo ungió en público como el principal referente del peronismo, y el virtual líder de la oposición: el muchacho se lo ha creído y obra en consecuencia, sin reparar en el contrasentido de que sea el gobierno el que elija a su gusto y paladar su propia oposición, según su conveniencia.

De allí que pese a los constantes zamarreos a que Macri lo suele someter (y el caso de la ley anti-despidos no fue la excepción), como acusarlo de “ventajero”, parece tener el cuero duro contra los chicotazos presidenciales, tanto como lo tiene sensible ante los planteos del resto de la oposición, en especial el FPV: Massa pone el mismo énfasis en decir que a él el kirchnerismo no le va a marcar la agenda “porque no se dieron cuenta que perdieron las elecciones”, como en correr en auxilio de Macri cada vez que es necesario, aunque lo disfrace diciendo que va por la propia, siguiendo su propia hoja de ruta. Las cosas son los que son, y no lo que uno pretende que sean.

De lo contrario y si así no fuera, podríamos preguntarnos que oportunidad más propicia elegirá el líder del Frente Renovador para diferenciarse del gobierno: quedó claro que no vio como tal el acuerdo con los fondos buitres (acaso para no concederle entidad discursiva a la consigna “patria o buitres” del kirchnerismo), pero ahora parece que tampoco la necesidad de establecer una defensa cerrada de los empleos amenazados por las políticas del macrismo vale para Massa poner un límite a su acompañamiento al gobierno de Macri. La cuestión es -en tal caso- que otro tema más importante sí lo justificaría.

Decíamos más arriba que no tenía sentido analizar puntualmente los “retoques” que Massa propuso al texo aprobado por el Senado, no solo porque lo mejor es enemigo de lo bueno como se dice, y porque de tal modo se demoraría la sanción del proyecto; sino también porque todo el tema Pyme aparece -además de como un atajo o excusa- como un dislate conceptual.

En efecto, en la mejor tradición del peronismo jamás se hizo distinción en los alcances de la legislación protectora de los trabajadores, según fuera el tamaño de la empresa donde trabajaran. En todo caso si las pequeñas y medianas empresas merecen consideración especial por su situación, hay que buscarles incentivos por otro lado (por caso, las tarifas de los servicios públicos, el acceso al crédito, la legislación impositiva), y no por la disminución de la protección legal de sus trabajadores, la precarización o el desfinanciamiento de la seguridad social, que además es solidaria y comprende al conjunto de la fuerza de trabajo. Lo contrario es el camino del neoliberalismo, no puede ser nunca la propuesta que surja de una fuerza que se reivindique -al menos en parte y en el origen- como peronista.

Es posible también que en los movimientos de Massa pese mucho el acuerdo con Vidal en la provincia de Buenos Aires, que le permite co-gobernar (incluso en forma más activa que con Macri, al cual le ha aportado algún funcionario como Delgado); y manejar la “cajita feliz” de la Cámara de Diputados provincial.

Pero el recurso de amagar salir para un lado para terminar saliendo siempre para otro, que además es el mismo (el del gobierno) se termina gastando, tanto más cuanto con más frecuencia se lo use; haciéndole perder credibilidad hacia adentro de su propia fuerza, y hacia fuera para tejer otros acuerdos en el futuro. Al fin y al cabo y para seguir con las metáforas futboleras, Garrincha (que siempre hacía la misma gambeta, pero igual era indescifrable para sus rivales) hubo uno solo, y hace tiempo.

3 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

A este dribleador falluto le hace falta un viejo full back como se le decia antes,al estilo de Aguirre Suarez o Hacha Brava Navarro que le parta las canillas

Anónimo dijo...

http://www.lanacion.com.ar/1897563-juan-manuel-urtubey-reconocio-que-si-fuera-presidente-tambien-vetaria-la-ley-antidespidos

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Llegaste un post tarde anónimo