El “compromiso” que firmaron buena parte de los
empresarios más importantes del país ayer en la Casa Rosada dice bastante más
que lo que expresan sus pocas líneas.
Primero que nada, está diciendo
que el proyecto de ley anti-despidos pegó bastante más duro de lo que el
gobierno de Macri estaba dispuesto a admitir, hasta el fin de semana por lo
menos.
Hasta entonces Macri dejó en
claro que estaba en contra, pero que si prosperaba lo iba a vetar, sin
importarle los costos políticos que tuviera que pagar por eso.
La apresurada convocatoria a los
empresarios (urdida en el mismo fin de semana en que -tapa de Clarín mediante-
el gobierno blanqueó que hay recesión) demuestra todo lo contrario: el gobierno
se vio forzado a poner el tema de los despidos en la agente, y tocar pito a la
tropa propia (los empresarios) para que cerrara
filas en torno a su gobierno; buscando así frenar la ley; que aun vetada le
infringiría una dura derrota política.
Tropa propia, dijimos: queda claro que para Macri eso son los empresarios, por encima incluso de sus socios políticos en "Cambiemos" (comenzando por la UCR), ninguneados en la convocatoria.
Que a un acto multitudinario en el que convergieron personas y organizaciones que tienen en muchos casos profundas diferencias políticas y sindicales para enfrentar sus políticas Macri le responda con un un documento de seis párrafos firmados por los principales popes empresarios del país, es todo un símbolo de los modos de hacer política que hoy están en disputa. Y también un explícito ninguneo a la capacidad de movilización del sindicalismo, que puede ser otro gesto de soberbia que en el futuro el gobierno termine pagando caro.
Claro que un giro discursivo tan
brusco en tan corto tiempo (de negar la crisis de empleo y sostener que se
estaban creando puestos de trabajo, a pedirles a los empresarios que se
comprometan por escrito a no despedir) tampoco es posible de hacerse sin pagar
costos en el camino.
Desde el punto de vista
institucional, la movida no puede ser más precaria y consagratoria de las leyes
de mercado, como sucedáneos pobres de la regulación del Estado y sus órganos
surgidos de la voluntad popular: se reemplaza la fuerza de una ley -como tal,
exigible incluso coercitivamente por medio de los tribunales- por un compromiso
endeble entre gente acostumbrada a faltar a su palabra, puesta por escrito o
no.
Todos ellos: los empresarios (evasores, fugadores seriales, habitués de las off shores y los paraísos fiscales) y el gobierno, que ejecuta desde la gestión una a una -con precisión quirúrgica- las medidas que en la carrera electoral desmintió bajo el rótulo de campaña del miedo". Y que tiene además en sus filas a cultores habituales de los peores vicios de nuestro empresariado, como que lo son, comenzando por el propio Macri.
El “compromiso” ni siquiera
encierra la promesa empresarial de dejar de aumentar los precios (otro problema
que el gobierno se empecina en negar, minimizar o atribuir a la “pesada herencia
recibida”), y habla de “no reducir nuestros planteles de empleados”: ¿acaso un
subterfugio para reemplazar futuros despedidos que significan una mayor carga a la
patronal por su antigüedad, salarios y beneficios, por jóvenes precarizados del
programa “Primer Empleo” propuesto por el gobierno? Si así lo hicieran, no faltarían
a su “compromiso”: mantendrían los planteles.
Es posible que la movida
represente una soga tendida a Massa, para permitirle justificar su enésima
voltereta discursiva a favor del gobierno, y otro tanto para los sectores del
sindicalismo que se sienten claramente incómodos confrontando con el gobierno
de Macri; y que ayer dieron el presente a la convocatoria presidencial, como vemos acá.
Por otro lado ningún empresario Pyme (ni siquiera con el pretexto de la preocupación por la doble indemnización, o la prohibición legal de despedir) en su sano juicio podría suscribir un documento que dice (palabras más, palabras menos) que "estamos mal pero vamos bien", o que el rumbo económico del gobierno es el correcto.
Está por verse -sin embargo- si el "compromiso" firmado ayer sirve para detener el proyecto anti-despidos en el Congreso, y eximir a Macri de vetarlo. En
caso contrario, la derrota política del presidente y el gobierno se agravaría, en lugar de amortiguarse.
Pero lo más preocupante del
documento está en los párrafos (que ocupan la mitad o más del escueto texto, lo
que cual da una idea de su importancia) en los que los empresarios firmantes
adhieren sin reservas al rumbo económico del gobierno: por allí comienza y
termina el documento, signo claro de cual es su verdadero propósito.
Que no es precisamente el de
preservar los puestos de trabajo, amenazados o perdidos, -justamente- por esas
políticas que los empresarios convalidan con su firma en el texto. Lo que busca el documento
impulsado por Macri es exhibirle a la oposición sus “músculos”, es decir la
consistencia, el espesor y la fortaleza de los intereses que verdaderamente lo
sostienen en el gobierno, que no son precisamente los millones de votos que
obtuvo en el balotaje; ni muchos menos los bloques legislativos de "Cambiemos", ausentes en la movida como se dijo antes.
Antes las dudas que surgieron en
las últimas horas y tras el ostensible fracaso de la cumbre de Olivos de hace
unas semanas (si hubiera servido para algo, éste “compromiso” no hubiera sido
necesario), ahora Macri exige una pública profesión de fe de los principales
empresas y grupos y entidades empresariales del país, sobre el acompañamiento a
su gobierno.
Algo así como “éste es su
gobierno, yo estoy acá para hacer lo que ustedes reclamaban, ahora salgan a
defenderlo”. Y así lo estarán haciendo los que firman el documento, cuyo texto
no da lugar a ninguna duda al respecto.
Con lo cual en el futuro estos
mismos empresarios que hoy hablan de “dificultades de corto plazo” (alineándose
así con el discurso oficial del “ajuste doloroso pero inevitable”) no podrán
despegarse de las consecuencias de la implementación del programa económico y
social que está llevando adelante Macri, porque -lo reconozcan o no- las
buscaron.
Con el sostenimiento del empleo, poco, con la lucha contra la inflación, nada, en el sostenimiento de un programa económico que está destruyendo puestos de trabajo, salarios y tejido social y productivo, todo. Niveles de compromiso, que le dicen.
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