Se conoció ayer (por el propio FMI) la "letra chica" del acuerdo que negoció en gobierno de Macri con el Fondo Monetario Internacional durante los meses de mayo y junio pasados, y como lo muestra la imagen de apertura, cada uno eligió subrayar lo que le pareció relevante: Ambito eligió priorizar aquello que el Fondo pidió y el gobierno de Macri no concedió (como poner freno a la baja de las retenciones y posponer la baja de las contribuciones patronales previstas en la reforma tributaria), y silenciar lo que siempre estuvo dispuesto a otorgar, aun cuando el Fondo no se lo pidiera.
En éste último apartado entran las medidas más oprobiosas para el conjunto de los argentinos, de fatales consecuencias para el país si se llevan a la práctica: la liquidación del Fondo de Garantía de ANSES e incluso de tierras en poder del Estado para pagar sentencias previsionales, un fuerte ajuste en el sector público incluyendo la obra pública, las transferencias a las provincias y los salarios de los empleados estatales nacionales, nuevos tarifazos en los servicios públicos críticos.
El borrador fue difundido vencido el plazo que imponen las normas del propio FMI para que se conozcan sus recomendaciones y tratativas, y no es casual: es política y socialmente intragable, y económicamente destructivo.
El tenor del acuerdo -que no sorprende para nada- hace quedar muy mal al gobierno (que dijo que éste FMI "era distinto", porque ponía el acento en proteger a los más vulnerables y ya no exigía ajustes), tanto como a la "oposición responsable"; que hace pocos días no dio quórum en el Congreso para sesionar y rechazarlo de plano, y esta misma semana dijo -por boca de Pichetto- que no aprobar el presupuesto y prorrogar el de éste año por decreto de Macri "sería una muy mala señal para el FM".
En paralelo a la difusión del acuerdo y en el marco de las discusiones del gobierno con esa misma "oposición responsable" para aprobar el presupuesto (que ha de sistematizar el brutal ajuste pactado con el Fondo), se supo que la poda será mayor de lo previsto, orillará los 300.000 millones de pesos, y la mitad de ese paquete corresponde a recortes del gasto de las provincias.
Como se recordará, el desembolso de los demás tramos de la asistencia financiera del FMI hasta llegar a los 50.000 millones de dólares comprometidos (que aunque llegaran todos juntos, no podrían resolver la escasez estructural de dólares de la economía argentina) está sujeto a que el gobierno logre imponer el ajuste, cumpliendo las "condicionalidades".
Que el cumplimiento del acuerdo con el Fondo no soluciona ningún problema de los existentes y, lejos de ello, los agrava, es cosa sabida; tanto como que el desafío que tiene por delante Macri es de naturaleza estrictamente política, y no menor: demostrar que puede imponer un ajuste brutal, sin perder el control del proceso político e institucional del país.
Pero el desafío de la oposición no es menor: si quiere conservar mínimas chances de ser considerada por la mayoría de los argentinos que están padeciendo las políticas del gobierno de Macri como una alternativa, deberá rechazar de plano y de un modo contundente el acuerdo, y tratar por todos los medios a su alcance de impedir que se ponga en práctica.
Sin complejos de ser tildada de desestabilizadora, para cumplir el rol para el cual la ciudadanía la ha votado (oponerse al gobierno y controlarlo), y sabiendo que de lo contrario no habrá modo de evitar compartir los costos políticos del brutal ajuste. Se juega en ello no ya su chance electoral, sino las condiciones de desenvolvimiento de un eventual gobierno futuro que suceda a Macri.
Para el FMI, la difusión de los términos del acuerdo va más allá de cumplir sus procedimientos formales, y tiene el fin de poner blanco sobre negro sus exigencias, y delimitar hacia el staff del organismo y los países que lo sostienen, cuáles son sus reales responsabilidades en el desarrollo ulterior de los acontecimientos.
Como vienen las cosas hasta acá y con los indicadores económicos que muestran una profunda desconfianza en el gobierno de Macri (desplome de las acciones y bonos argentinos, disparada de los seguros contra defáult, riesgo país persistiendo en niveles altos), todo indicaría que el Fondo elige "esperar para ver" si Macri logra hacerles tragar a los argentinos la amarga medicina del ajuste.
En caso contrario, los dólares que ya puso serán los últimos, y estarán destinados (contra lo que se prometió) a financiar la salida de los "amigos" de sus posiciones en pesos al dólar, ante el previsible estallido posterior.
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