El destino final del proyecto que impulsaba cambios en Ganancias es a esta altura anecdótico, aunque todo parece indicar que marcha rumbo a dormir el sueño de los justos, sin que Macri deba soportar siquiera el costo político de vetarlo: en éste contexto llamar a un "diálogo multisectorial" para discutirlo es posponerlo con fecha incierta, muy posiblemente hasta el final del mandato de "Cambiemos". O al menos esa es la intención manifiesta del gobierno.
El debate en sí mismo es risible por donde se lo mire, y no se lo puede tomar en serio: el argumento del desfinanciamiento del Estado llega al final de un año pródigo en jubileos impositivos para los sectores más concentrados, sin ningún beneficio en contrapartida. A su turno el campo, las mineras y las grandes empresas industriales exportadoras no solo no sumaron puestos de trabajo, sino que despidieron personal, sin que nada se los impidiera.
Por estas mismas horas el Senado que ayer cajoneó los cambios en Ganancias se apresta a aprobar la ley del "emprendedorismo" (otra chinche presidencial) que también consagra rebajas de impuestos coparticipables, sin que a ningún gobernador le preocupe que le desfonden sus cuentas. Como tampoco les preocupó demasiado ni a ellos ni a los senadores que el presidente-empresario modificara por decreto la ley del blanqueo (que también eliminó impuestos coparticipables) para que su viejo pudiera acomodar los papeles.
Hace poco días el Senado (con el voto de buena parte del bloque del FPV/PJ) aprobó el pliego de Sturzenegger, el peor presidente del Banco Central desde la recuperación democrática; que pagó intereses por LEBAC's por más de 7000 millones de dólares, y sostuvo una política de tasas de interés que no hace sino acentuar la recesión, provocando la caída de la recaudación no solo de los impuestos coparticipables, sino de los gravámenes provinciales como Ingresos Brutos, que dependen del nivel de actividad.
El proyecto de Ganancias quedó frizzado en medio de las amenazas explícitas de los empresarios de la AEA de despedir gente si prosperaba, y la apelación de Paolo Rocca (rápidamente atendida en el Congreso) a que no se peleen el gobierno y la oposición porque el país no lo resiste; lo que es lo mismo que decir que la Argentina no resiste la democracia.
Por contraste, los doberman de peluche de la CGT (que le hicieron cinco paros a Cristina por Ganancias) apenas musitaron una queja, y hoy mismo el Senado votará los cambios a la ley de ART, que ellos consensuaron con el gobierno, en perjuicio de los trabajadores. Con esa diferencia de garra para jugar el partido, no es difícil vaticinar el resultado.
Mientras tanto la actividad económica se cae a pedazos, no hay ningún indicador que dé medianamente bien, el segundo semestre pasó de largo, no se ve la luz al final del túnel ni tampoco el fondo del pozo. En ese contexto, buena parte de la oposición (en especial y con mayor responsabilidad, del peronismo) a través del bloque del PJ en el Senado dice que en Ganancias va a votar lo que digan los gobernadores, en las ART lo que diga la CGT, y en cualquier caso, lo que diga Macri; porque está muy claro que.no tiene ganas ni vocación para confrontar en serio con él, su gobierno y lo que representa. Y como dicen en el boxeo, si uno no quiere, dos no pelean.
Y eso ciñéndonos exclusivamente a los aspectos económicos y sociales, no entremos a considerar las muestras crecientes de autoritarismo político que hacen de éste gobierno el de peor calidad democrática desde que salimos de la dictadura, y por lejos. En cualquier país serio el feudo jujeño del sátrapa Morales habría sido intervenido hace meses (las razones constitucionales para hacerlo sobran), pero la cuestión es hoy improponible siquiera en el Congreso; además de que Macri ni siquiera la considera, por supuesto.
La discusión sobre Ganancias la instaló Massa, al que muchos (Pichetto el primero, pero no el único) quieren uncir el carro del peronismo, pero bastó que los corriera Macri con el fantasma de Cristina y el kirchnerismo, para que dieran muestras de no ser portadores de la plaga; y volvieran a serle funcionales. En el camino, lo dejaron a Massa y su cartita más en ridículo aun de lo que se puso solo con el texto, y la puesta en escena.
¿No les gusta Cristina? bueno, al menos nosotros podemos vivir con eso, pero generen algo alternativo; en lugar de seguir cumpliendo el triste papel de grupo soporte de un proyecto político que está haciendo mierda el país, cualquiera sea el ángulo desde el que se lo quiera mirar.
Cabe preguntarse que dirán ahora los que piden autocrítica (a Cristina, básicamente) y celebraron efusivamente la amplitud del acuerdo opositor en Diputados, que tal parece no sirvió para nada. Y qué decir de los gobernadores peronistas, ninguneados hace días como señores feudales clientelares y fraudulentos por rechazar el voto electrónico; y hoy convocados a salvar la patria de la irresponsabilidad de la oposición que quiere que el gobierno cumpla una promesa suya de campaña, y ni tanto.
La amenaza de Macri de no vetar la ley para hacerles pagar a ellos todo el costo político de "la desfinanciación del Estado" restringiéndoles los fondos para la obra pública es inverosímil; cuando esa obra pública es el palo mayor al cual se aferra el gobierno para no naufragar junto con la economía: si la retacea no tiene posibilidad alguna de reactivación (y aun así es dudoso que pueda lograrla, y en que medida), y sin ella marcha de frente a una derrota electoral en el 2017; y hacia el final de su ciclo.
Es como si buena parte del peronismo hubiera comprado por bulto cerrado el libreto de Durán Barba que lo supone a Macri (en términos de popularidad) como blindado a su propia torpeza, e invulnerable a las cagadas a repetición de su gobierno.
Lo cual nos pone antes dos posibilidades, no necesariamente excluyentes: o son dadores voluntarios de gobernabilidad porque suponen que sin su aporte el gobierno se cae sólo, por el propio peso de sus errores; o están de acuerdo con el rumbo y el modelo de país que expresa Macri, algo que en algunos casos (como el de Urtubey, compitiendo en obsecuencia con Marcos Peña) es bastante evidente.
En cualquier caso estamos ante una opción política suicida para el país, para la democracia y para el peronismo, aun si se la mira desde una óptica estrictamente pragmática, en términos de perspectivas electorales.
Para el país, porque contribuye a darle sustentabilidad a un modelo de exclusión política, social y económica que irá dejando el camino cada vez más víctimas, para la democracia porque obstruye la posibilidad de generar una alternativa real de recambio dentro del propio sistema, y para el peronismo porque si no rectifica el rumbo lo dejará asociado a lo peor de su historia; cuando en los tiempos del menemato tuvo la responsabilidad de que en su nombre se gestionaran políticas mellizas de las que hoy están destruyendo el país.
3 comentarios:
Los gobernas se bancaron que les digan "cualquier caudillo de una provincia ignota", que esperaba?.
Chau PJ, vayan a buscar votos a otro lado, gobernadores, diputados, senadores, intendentes unos conservadores impresentables.
MUCHO TURRÓN PARA ESTAS FIESTAS.
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