En el medio del escándalo mediático por el caso Tognoli, y las denuncias socialistas de campañas desestabilizadoras (con obvio eco en los medios nacionales) no está de mas recordar que Santa Fe tiene graves problemas de inseguridad; y preguntarse que hizo el gobierno provincial al respecto, en los últimos tiempos.
A menos que uno piensa que esos problemas no existen o ya fueron resueltos, o lo serán si el ex Jefe de Policía designado por Bonfatti quedara en libertad.
A los pocos días del estallido del caso Tognoli, nosotros analizábamos en ésta entrada las que son hasta ahora las únicas medidas tomadas hasta hoy por el gobierno de Bonfatti en materia de políticas de seguridad: creación de nuevos organismos políticos en el organigrama ministerial, enroques de figuras que saltan de un área a otro (como Marcos Escajadillo), en definitivas nada nuevo.
Esta imagen fue extractada del decreto firmado por Bonfatti hace apenas 13 días, instrumentando los nuevos cambios (completo acá):
Anotemos que en el medio de la crisis de inseguridad y los sacudones en la fuerza policial de la provincia, hay coincidencia de diagnósticos entre el oficialismo y la oposición en cuanto a la necesidad de recomponer el mando político de las autoridades civiles sobre la fuerza de seguridad armada; terminando con el autogobierno policial.
Sin embargo vemos que el decreto crea una nueva secretaría ministerial para atender los denominados delitos complejos (especialmente narcotráfico y trata de personas), que absorbe bajo su jurisdicción áreas existentes como las Tropas de Operaciones Especiales (T.O.E.) la ex Drogas Peligrosas y la Unidad Especial para la prevención y lucha contra la trata de personas: todas conducidas por policías, incluso la última de ellas creada por la propia Jefatura de la fuerza.
Pero el caso es que el decreto modifica otro firmado por Bonfatti apenas cinco meses antes, éste mismo año, y cuando el ministro de Seguridad no era Lamberto sino Corti; que lo podemos ver completo acá:
Por si no se entienden las diferencias, en el decreto de mayo las áreas señaladas (T.O.E., Drogas Peligrosas y Unidad de trata) dependían directamente del Ministro de Seguridad, y ahora en octubre (en medio del escándalo Tognoli, cuando la falta de mando político sobre la Policía fue admitida por el propio Ministro Lamberto), pasan a depender de un funcionario de menor jerarquía.
Pero además y como lo señalábamos acá, al menos en el caso de las Tropas de Operaciones Especiales, con anterioridad a las reformas instrumentadas por el socialismo dependían directamente del gobernador, con lo que si uno lo analiza estrictamente desde lo jerárquico-funcional (como lo ha planteado el discurso oficial), vienen en descenso ininterrumpido: pasaron de depender del gobernador, a depender de un secretario ministerial, eso sí: diciendo siempre que los cambios eran para jerarquizar el área.
Sin embargo, lo más curioso de todo es que la nueva Secretaría de Delitos Complejos (anunciada por el gobierno de Bonfatti como la medida más importante derivada del caso Tognoli) no está a cargo de un civil, sino de una policía, que tuvo que ser pasada a retiro para poder designarla, como se puede ver en su decreto de designación:
Y una policía que estaba a cargo de un área anodina (como el control de las agencias de seguridad privada), que tiene simplemente la función de registrar y autorizar los contratos de servicios de vigilancia privada que contratan las personas, empresas o comercios
No parecen medidas pensadas para encarar a fondo problemas tan serios como los que tenemos los santafesinos en materia de inseguridad, ni para encontrarle salida a una crisis tan profunda como la que generó el caso Tognoli; y mucho menos para que el poder político recobre el control efectivo de la fuerza policial.
Más bien parecen los movimientos de un inexperto jugador de Jenga, que mueve las piezas de un lado a otro, sacándola y poniéndolas, con el temor de que el frágil equilibrio que las mantiene juntas y a la estructura en pie, se venga abajo ante el menor temblor.
Lo que no necesariamente será resultado de alguna maniobra política externa de desestabilización (como denuncia el socialismo), sino de sus propias vacilaciones; como las que dejó expuestas y firmadas el propio Bonfatti en apenas cinco meses.
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