El
escándalo Tognoli continuó marcando la pauta del panorama político provincial,
y sus consecuencias se trasladaron al Congreso de la Nación durante la
discusión por el derecho al voto para los jóvenes de 16 a 18 años; con el
discurso de Andrés Larroque y la retirada de los bloques opositores antes de la
votación.
Y pasadas dos semanas de que el escándalo estallara,
el gobierno de Antonio Bonfatti sigue sin vislumbrar una salida al atolladero
en que quedó colocada su política de seguridad, y la propia figura del
gobernador (en tanto responsable de gestionar la administración del Estado
provincial) queda opacada por las implicancias políticas del caso: el abosrbente protagonismo mediático de Hermes Binner (consistente con la lectura política que hace el socialismo del asunto) llevó hasta suponer que fue él (que lo sostuvo cuatro años al frente de Drogas Peligrosas), y no el actual gobernador, quien designó a Tognoli al frente de la Policía de la provincia.
Ya desde las primeras horas en que el caso vio la luz, el socialismo ensayó una línea de defensa del ex jefe policial (y a
través suyo, de lo actuado en materia de seguridad desde diciembre del 2007)
consistente en atribuir todo el problema a una operación política del
kirchnerismo, para desgastar a la gestión de una provincia conducida por la
oposición, pero con el transcurso de los días ese discurso (hecho carne primero
en los comunicadores afines, luego en toda la dirigencia partidaria provincial
y nacional) fue virando: según el discurso oficial de quienes gobiernan Santa
Fe, el gobierno nacional está detrás de todo, y sus cañones apuntan contra la
figura de Hermes Binner por sus crecientes chances electorales en las
legislativas del año que viene, y en las presidenciales del 2015.
O peor aun. mezclando ambos aspectos de un modo confuso, como lo hace acá el propio Binner.
O peor aun. mezclando ambos aspectos de un modo confuso, como lo hace acá el propio Binner.
De allí que fuera el propio Binner y sus socios
nacionales del FAP los que cobraran protagonismo mediático en desmedro del
propio Bonfatti, que del silencio de las primeras horas del conflicto pasó a un
completo segundo plano; a punto tal que hasta acá, las únicas medidas oficiales
que adoptó el gobierno que conduce al respecto, fueron los movimientos en la
cúpula política del Ministerio de Seguridad (más efectistas que efectivos) y el
simple movimiento de figuras escalones arriba en la jefatura de la Policía, con
los cuestionados encumbramientos de Cristian Sola y José Luis Romitti (ambos
sometidos a investigación, como lo admitió el propio ministro Lamberto en la
Legislatura), éste último jefe de Drogas Peligrosas en reemplazo de Tognoli,
hasta la defenestración de éste del comando de la fuerza.
O el reciente anuncio del nuevo Secretario de Seguridad de poner (por fin) en marcha la nueva ley del personal policial sancionada en el 2006 durante el gobierno de Obeid, para que los acensos en la Policía se produzcan por concurso, y con jurados civiles: ¿qué les impidió a los gobiernos de Binner primero y Bonfatti después aplicarla, si no su pacto con las sucesivas cúpulas policiales?
O el reciente anuncio del nuevo Secretario de Seguridad de poner (por fin) en marcha la nueva ley del personal policial sancionada en el 2006 durante el gobierno de Obeid, para que los acensos en la Policía se produzcan por concurso, y con jurados civiles: ¿qué les impidió a los gobiernos de Binner primero y Bonfatti después aplicarla, si no su pacto con las sucesivas cúpulas policiales?
Como sea, y ciñéndonos estrictamente a las decisiones adoptadas y no a los anuncios, parece demasiado poco ante la
magnitud de los problemas, como para revertir en lo inmediato el daño que el
caso a causado a la imagen del gobierno provincial; que además carga con otros
problemas: tras casi dos semanas de toma de escuelas técnicas, el conflicto
pareció encontrar un cauce de solución cuando el Ministerio de Educación que
conduce Leticia Mengarelli cedió en toda la línea a los reclamos de los
alumnos, padres y docentes movilizados, tras haberse negado por días a
considerar siquiera sus demandas.
Es difícil no asociar la salida del conflicto
educativo con la necesidad del gobierno de Bonfatti de descomprimir otros
frentes de conflicto, ante lo explosivo del que plantea la seguridad y
la crisis policial.
Al mismo tiempo un cuestionamiento del diputado
obeidista Mario Lacava en la Legislatura sobre el incumplimiento de los planes
de inversión de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) y Aguas Santafesinas
para éste año, terminó con las autoridades del Ministerio de Economía y
Finanzas provincial reconociendo que era cierto, pero echándole la culpa (para
variar) al gobierno nacional, por no remitir a la provincia los fondos para
financiar el déficit de la Caja de Jubilaciones y Pensiones.
Un argumento remanido (tanto en lo general de la
victimización, como en el particular del déficit previsional), que no acierta a
explicar cómo el socialismo no puede mejorar el desempeño de las empresas
públicas y el nivel de los servicios que prestan, pese a cinco años de
constantes y sostenidos aumentos de tarifas decididos con esa excusa, mientras
se mantenían (y se mantienen aun) los subsidios nacionales a las tarifas, al
menos en el tema de la electricidad.
La inminente discusión del Presupuesto 2013 en la
Legislatura avivará la polémica al respecto, sobre todo porque el nivel de
transferencias del Tesoro provincial a las empresas públicas para obras e
inversiones disminuye en términos nominales respecto a éste año.
Y hablando de la Legislatura, sobre el filo de la
semana todos los bloques del PJ en la Cámara de Diputados convergieron en un
mismo sentido (algo indicativo del efecto que provocó el caso Tognoli, al otro
lado del mostrador) para darle sanción definitiva a la declaración de
emergencia de seguridad de la provincia que venía del Senado; conteniendo una
serie de medidas a aplicar en las políticas del área, que seguramente generarán
polémicas con el gobierno, y que no tuvieron el acompañamiento de los
legisladores del Frente Progresista en ninguna de las dos Cámaras.
Podrá cuestionarse o no el acierto de cada una de
las medidas contenidas en la ley sancionada (que incluso promueve la remoción
de la actual cúpula policial, cuyos miembros se hallan como se dijo bajo
sospecha e investigación), pero lo cierto es que marcan un rumbo y acciones
concretas para encarar los graves problemas de inseguridad de la provincia.
Y lo colocan a Bonfatti en la ineludible obligación
de ejercer su rol constitucional como gobernador, empezando por decidir si
promulga la ley y le da cumplimiento, o (lo que parece más probable) la veta
por considerar que avanza sobre sus prerrogativas como titular del Ejecutivo:
en cualquier caso, para resolver que hacer deberá dejar de lado las teorías
conspirativas que circulan a su alrededor, y que más allá de cualquier
discusión sobre su consistencia y veracidad, poco ayudan en la difícil tarea de
gobernar.
Tarea que el socialismo ha asumido en Santa Fe hasta
el 2015 (como Cristina en la Nación), y de la depende la suerte electoral del
FAP en las elecciones del año que viene, y en las futuras presidenciales, mucho
más que de cualquier operación mediática a favor o en contra de la figura de
Hermes Binner y su construcción política.
Construcción que además el propio Binner y su
variopinto arco de Pymes progresistas deberán resolver si incluye o no a la
UCR, como pasa en Santa Fe con el Frente Progresista Cívico y Social; sin dejar
de señalar que la hipótesis conspirativa con la que el socialismo intenta
correrse del foco del caso Tognoli le provee al radicalismo (en la provincia y
en la Nación) una formidable herramienta para diluir sus responsabilidades
concretas en las mediocres gestiones provinciales santafesinas (la del propio
Binner y la actual de Bonfatti), y en los graves problemas que han tenido en la
gestión de la seguridad y el manejo de la fuerza policial.
Y si no que le pregunten a Barletta (silente en la
materia desde que estalló), que aunque más no sea por vínculos familiares, algo
conoce del asunto.
2 comentarios:
si todo bien pero nosotros seguimos criticando al cuervo por haberles cantado las cuarenta en la jeta, andaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Al final vamos a terminar pensando que la única crítica valedera al socialismo se la hizo él, porque es porteño y de La Cámpora, y los demás (especialmente los kirchneristas de acá, que venimos bancando al socialismo hace cinco años) somos unos boludos que no la vemos. Curioso che.
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