Puesto en alerta el viernes por la designación de Mariotto como vice de Scioli, y con alerta roja a partir del amnuncio ayer de Amado Boudou como compañero de fórmula de Cristina, el dispositivo mediático está afinandos los intrumentos para ensayar otra estrategia que les permita evitar lo inevitable: su triunfo en primera vuelta.
Y empezaron con todo: esta columna de Van Der Kooy en Clarín, y esta otra de Morales Solá en La Nación se parecen como dos gotas de agua hasta en los mínimos detalles.
Cabalgando sobre datos reales (los enojos que deja todo cierre de listas), los muchachos le meten por lo carpido, pero esta vez hacia el interior del peronismo; buscándo mojarle la oreja a los heridos del cierre, para que bajen los brazos y no pongan lo que hay que poner en la campaña que se avecina.
No sería de extrañar por estos días una invitación a Moyano a TN para que les explique a Bonelli y Alfano en "A Dos Voces" lo mal que se siente por los pocos lugares que le tocaron a la CGT en las listas, o un reportaje a Agustín Rossi en La Nación al solo efecto de preguntarle si es cierto que Cristina no lo quiere.
Hasta acá todo más o menos previsible: lo mismo ensayaron en su momento para alentar el salto de dirigentes al hoy extinto peronismo federal; y los réprobos de ayer -señalados como el ejemplo vivo de la política que hay que cambiar- pueden ser los elegidos de mañana, como los intendentes del conurbano bonaerense.
Del mismo modo que cabe suponer que estas maniobras fueron previstas por Cristina a la hora de armar las listas, debemos pensar que aquéllos que no obtuvieron todo lo que pensaban, tendrán en claro lo que se juega, y de donde vienen los cantos de sirena.
Y si no, que les sirva de experiencia lo sucedido hace poco con los organismos de derechos humanos, cuando salieron a desmarcarse de Hebe de Bonafini y las Madres ante el caso Schoklender: la mínima mención a las diferencias que los separan, fue magnificada sin ningún escrúpulo por Clarín o La Nación, para llevar agua para sus propios molinos.
Pero donde el holándes y Lulú derrapan es en su pretensión de convertirse en los portadores de las llaves del cofre que contendría la esencia pura del peronismo; ahora resulta que estos muchachos son los peronólogos, dispensadores de las credenciales que a uno lo acreditan como peronista o no.
Y resulta también que ni Néstor ni Cristina son peronistas, ni lo fueron nunca; aunque hayan militado en el peronismo desde su inicio en la política hace más de 40 años, y aunque hayan permanecido formalmente dentro de la estructura del PJ aun en los tiempos aciagos del menemismo, cuando otros compañeros (con justas razones en muchos casos), migraban hacia otras identidades partidarias.
Hay allí un pestilente tufillo setentista, pero onda Triple A: la palabra "infiltrados" está en la punta de las lenguas de los escribas del gran diario argentino y la tribuna de doctrina; sugerida para caer como música celestial en algunos oídos peronistas, confirmando desde afuera sus propias convicciones.
Durante ocho años nos dijeron que los Kirchner acumulaban poder y lo ejercían en la mejor tradición del peronismo, y en esa tradición, pisoteaban las instituciones y las libertades públicas, o pretendían instaurar un rígido estatismo en la economía; o tenían pragmatismo y plasticidad peronista para adaptar su discurso a su pura conveniencia; y ahora resulta que nunca fueron peronistas.
A Morales Solá se le murió el mito del "peronismo con mayor respeto social" que encarnaban Reutemann, Duhalde, los Rodríguez Saá y Juan Carlos Romero; y ahora apunta a la CGT, los intendentes del conurbano o los gobernadores, para convencerlos que los están "colonizando" una raza de alienígenas que tomaron por asalto el peronismo.
Pobre intento, pero es lo que hay y lo que se viene; y que revela además una conclusión inconfesa del complejo mediático hegemónico: la oposición en su conjunto, toda esa enorme bolsa de gatos cada vez más impresentables, son apenas un limón exprimido, que ya no da jugo; y hay que buscarle el agujero al mate por otro lado.
A estar atentos.
1 comentario:
Lo que pasa es que Lulú Morales Solá anda mal con el novio, y por eso está nerviosa.
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