Tal como se venía indicando los días previos al cierre de listas, la nómina radical en la Capital Federal será encabezada por el ex fiscal Manuel Garrido, que integra el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas Para la Equidad), a quien vemos en la foto.
Pero la cosa está lejos de ser pacífica en el radicoloradismo: De Narváez presentó una colectora encabeza por otro ex fiscal, Pablo Lanusse, aquel que fuera designado por Kirchner como interventor en Santiago del Estero; y que también pertenece al CIPPEC, concretamente a su Consejo de Administración como podemos ver aquí.
Hasta ayer nomás, sonaba para encabezar la colectora del colombiano Nicolás Ducoté, quien es nada menos que miembro fundador de la ONG de marras.
Los amigos del CIPPEC son conocidos por acá, por haber venido a morderle el monedero a Binner con la excusa de asesorar en materia de transparencia electoral. Después se arragan a los piñazos en el cierre de listas como cualquiera, pero eso sí: con transparencia.
El caso no es nuevo: hace un par de años atrás, en las elecciones legislativas del 2009, Laura Alonso, la entonces directora de Poder Ciudadano (otra ONG experta en señalar con el dedito moral acusador las lacras de la política), se presentaba como candidata del Pro, y hoy es diputada nacional por la fuerza de Mauricio Macri.
Eso sí: pegaba el salto a la política electoral con todo un discurso sanatero sobre los códigos de ética y vaya uno a saber cuantas cosas más. Muy lindo todo.
Lo mismo sucedió con Daniel Sabsay, el constitucionalistas de cabecera de Lilita Carrió; que logró conciliar su adhesión a los planteos de la Mesa de Enlace para defender los intereses del modelo sojero, con su pertenencia a ONG´s ambientalistas varias.
Estas organizaciones florecieron como hongos en el clima anti político de los 90', cuestionando la corrupción política de gobiernos como los de Menem, Fujimori o Collor de Melo, y parecían progresistas entonces. Como Lanata o Tenenbaum en el periodismo, y por las mismas razones.
Cuando los primeros años del nuevo siglo trajeron vientos de repolitización en América Latina (y en ese contexto, en la Argentina de Kirchner), quedaron expuestas como lo que son: peloteros para el entretenimiento de profesionales de clase media, ávidos de obtener subsidios, becas y contratos del Estado, tanto como puede estarlo un puntero del conurbano.
Pero eso sí: para aportar desinteresadamente su saber académico en la construcción de una democracia más sólida y transparente y -si les quedaba tiempo- por que no un mundo mejor; con buenos modales y sin indagar nunca a fondo sobre los problemas reales de esas democracias, y sus verdaderos responsables y causantes.
Son juzgadas además con una evidente doble vara: ¿cuántos de los que azotan a los dirigentes gremiales que piden lugares en las listas electorales o critican la cooptación política de los movimientos sociales o de los organismos de derechos humanos están dispuestos a señalarlos por sus agachadas?
Agachadas como proclamar a los cuatro vientos una asepsia política que no tienen, porque cada vez que tienen la oportunidad de expresarse políticamente (como lo han hecho Garrido y los demás con sus postulaciones) están siempre del mismo lado, nunca se equivocan.
¿Se meterán a indagar con lupa las vinculaciones de De Narváez con el tráfico de efedrina, o sus inverosímiles declaraciones juradas que no aciertan a explicar su fabuloso incremento patrimonial en pocos años?
¿Averiguarán, con el celo que los caracteriza, si Javier González Fraga aun mantiene contactos con Gatih Pharaon, o sus responsabilidades por el lavado de dinero desde el Banco Central en tiempos del menemismo?
¿O sólo están para analizar como reparte el gobierno la publicidad oficial, si De Vido paga sobreprecios en las obras, o Echegaray coimea con los reintegros que pagaba la ex ONCCA?
¿Qué querrá decir verdaderamente "ONG": "oficialistas nunca, guarda"?
1 comentario:
En algunos caso, en inglés globalizado -porque como bien colonizados que son tiene la mirada y el corazón afuera-, On G = encendido + gorilla.
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