Mientras todos los indicadores económicos y
sociales dan cada vez peor, el gobierno exhibe como un gran logro haber
sobrecumplido las metas de superávit fiscal pactadas con el FMI. Sin embargo,
si se analizan los propios números oficiales, se advierte que en realidad lo
que han hecho es un combo de “contabilidad creativa”, más un brutal ajuste del
gasto, incluso del que en estos mismos momentos están propagandizando en
campaña.
Por el lado de los
recursos, contabilizaron en el resultado recursos de capital que son
irrepetibles (es decir, se perciben por única vez, no en forma constante como
los impuestos), como el producido de la venta de las centrales termoeléctricas
construidas durante el kirchnerismo y privatizadas ahora, a favor de los
amigos/socios/testaferros presidenciales: a casi cuatro años de gestión, el
macrismo sigue viviendo de la “pesada herencia” recibida.
Tanto que también
computaron como recursos las utilidades transferidas desde el Fondo de Garantía
de Sustentabilidad (FGS) de ANSES heredado del kirchnerismo, claro que en éste
caso disminuido a la mitad de su valor en dólares en cuatro años, como
consecuencia de las políticas instrumentadas por el macrismo: hablemos entonces
de “robarse todo”.
Y esas utilidades
tienen que ver con el rendimiento que generan los activos financieros que posee
el FGS, a partir de la timba financiera orquestada por el gobierno: o sea, no
como consecuencia de inversiones productivas que retroalimentan el ciclo de
generación de empleo, para darle sustentabilidad al fondo de respaldo del
sistema previsional.
Tuvieron que apelar
a esos pases de magia para poder cumplir con las metas fiscales pactadas con el
FMI, porque la recaudación viene cayendo en términos nominales y reales, a
consecuencia de la recesión: una vez más, los planes de ajuste terminan
encerrados en la trampa de la frazada corta, poniendo en riesgo aun los módicos
objetivos que se proponen, como el equilibrio fiscal.
Prueba de ello es
que, en rigor, lo que más hubo fue un fuerte ajuste del gasto público como da
cuenta la imagen de apertura y esta nota de Diario Bae de la cual fue sacada. Una poda de la que no se salvó ningún rubro, salvo -claro está- el
pago de los intereses de la deuda, que crecieron; porque para eso justamente se
hace el ajuste: para generar los excedentes para poder pagar la deuda.
Según cuenta la
nota, con datos del propio informe oficial en el que el gobierno se jacta de
haber sobrecumplido las metas fiscales pactadas con el Fondo, cayeron en
términos reales (es decir, comparados con la inflación) los salarios de los
trabajadores estatales, las jubilaciones y asignaciones familiares (a
consecuencia de la nueva fórmula de ajuste), los subsidios a las tarifas de los
servicios públicos (en especial el transporte) y la inversión en obra pública,
que está en su nivel más bajo desde el 2005.
Sí, entendieron
bien: mientras el gobierno hace campaña diciendo que ahora las obras se
terminan y son realidades y no promesas, cae la inversión del Estado nacional
en obra pública, con tope en algunos rubros críticos como educación, vivienda,
agua potable y alcantarillado. Si, también en las famosas cloacas, otro eje de la campaña oficial.
Por si hacía falta
algo para confirmar que el macrismo no cumplió con su promesa de construir 3000
jardines de infantes con la plata del “Fútbol Para Todos”, ahí están los propios
números oficiales para confirmarlo. Pero digamos todo: tampoco están
construyendo más cloacas que antes como dice la propaganda oficial, sino menos;
así como hace pocos días un informe de los técnicos de Vialidad Nacional
demostró con datos contundentes que están haciendo menos rutas y caminos que
durante el kirchnerismo, mientras nos cuentan que hacen más.
En síntesis, un
fresco del macrismo: mentiras de campaña, ajuste ortodoxo, remate de las joyas
de la abuela para hacer negocios para los amigos, pagar deuda contraída para
financiar la fuga de capitales y mantener el dólar planchado para sostener el
sueño de reelección de Macri; para seguir haciendo cuatro años más lo mismo.
En el proceso,
pierden los trabajadores, los jubilados, los beneficiarios de asignaciones y el
conjunto de la economía, porque el dinero que se les resta también falta en el
consumo y la demanda, para generar empleo y salarios. Un verdadero círculo
vicioso que tenemos que destruir echando de un urnazo a estos impresentables que
nos desgobiernan.
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