Que la fuga de capitales es un factor
atávico y estructural de la economía argentina hace décadas, es cosa sabida. Y
que es una de las principales razones que repercute a su vez en la crónica
reaparición de la restricción externa, también.
Nadie niega que
hubo fuga de capitales con todos los gobiernos, pero no deja de sorprender como
se intenta sostener el relato de que solo ocurre con gobiernos “populistas”
porque no generan la confianza necesaria de los inversores (locales y del
exterior), para que dejen su dinero en el país en lugar de dolarizarlo y
fugarlo.
Algo por el estilo
pasa con esta nota de ayer en Ambito Financiero, en la que, para
disminuir la responsabilidad del gobierno de Macri (al que ninguno en su sano
juicio acusaría de populista) en la colosal fuga de capitales que se viene
verificando desde 2015, “pega” las estadísticas del rubro desde el 2003 para
acá, para incluir a los gobiernos kirchneristas.
Sin embargo, las
propias cifras que da la nota (que surgen del balance cambiario del Banco
Central para cada período) y el cuadro de apertura, dejan algunas perlas de
interés para el análisis:
El único período
que demuestra una caída sustancial de la formación de activos externos (tal el
nombre técnico de la fuga de capitales) es el correspondiente al segundo
mandato de Cristina (2011-2015), en que se impusieron las restricciones al
acceso a las divisas coloquialmente denominadas por los medios como “cepo
cambiario”. Algunas ya regían de antes, como el encaje bancario a los capitales
provenientes del exterior impuesto por Néstor Kirchner en 2005.
Por contraste, el
período que comenzó en el 2015 con el gobierno de Macri marca un ciclo
constante en ascenso de la fuga de capitales, al igual que el ciclo del
re-endeudamiento del país, y no es causalidad: en eso consiste justamente el
modelo de valorización financiera en curso.
Pero además si se
analizan las cifras de la fuga, se puede ver claramente como se aceleró
drásticamente desde que gobierna Macri: los 102.159 millones de dólares fugados
desde mayo del 2003 a diciembre de 2015 (gobiernos de Néstor y Cristina)
representan un volumen mensual de fuga de 676,54 millones de dólares.
En comparación, los
70.190 millones de dólares fugados en los primeros 42 meses del gobierno de
Macri (el último balance cambiario del BCRA es el de junio de este año)
significan una fuga mensual del orden de los 1671,19 millones de dólares: 2,47
veces el nivel de fuga de los gobiernos kirchneristas.
Y la cosa tiende a
empeorar: los 10.881 millones de dólares fugados en el primer semestre de este
año representan una fuga mensual del orden de los 1813,5 millones, un aumento
del 10,81 % sobre el ya insostenible nivel de fuga de capitales de la gestión
de Macri.
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