Este es un momento agobiante para los opositores que creen que la política se hace desde, para y por los medios. Sin embargo Perón, Néstor y Cristina muestran otro camino. De la tele al territorio, al sindicato, a las escuelas, la universidad. Política popular y democrática. 👍✌— Artemio López (@Lupo55) July 28, 2019
Faltan hoy exactamente 13 días para las PASO nacionales, que tal como lo hemos dicho antes, funcionarán en la práctica como una primera vuelta electoral, que marcará tendencias sobre la resolución de la disputa.
Poco tiempo si se repasa el transcurrido desde que se definieron las alianzas y candidaturas, pero bastante para el último esfuerzo militante para contribuir de nuestra parte a la victoria. Aun así, poco como para andar perdiéndolo en disputas triviales, o comiéndonos todos los amagues que nos están poniendo por delante, y que seguramente nos seguirán poniendo de acá al 11 de agosto.
Ellos están haciendo su juego, y lo seguirán haciendo: big data, call center, fake news, blindaje mediático, explotar presuntas contradicciones o disputas internas nuestras o alguna declaración más o menos desafortunada, y si no existen, las van a inventar.
Van a seguir alineando el público a todos sus apoyos visibles y no visibles: la embajada, Trump, la AEA, los empresarios del grupo de whatsapp y los paparulos que la van de "intelectuales" y formadores de opinión pública.
De acá a las PASO -y aun después- hay cosas que no van a cambiar, y es absurdo pretender que lo hagan. Es ilógico pensar que, conforme el cronograma electoral avance hacia sus tramos decisivos, cambien los términos de la disputa en el terreno mediático, o en las redes sociales; o que se pueda revertir allí la relación de fuerzas abrumadoramente adversa; y ya quedó harto demostrado que haber corrido a Cristina del primer lugar de la fórmula tampoco logró que nos dejaran en paz.
De acá a las PASO -y aun después- hay cosas que no van a cambiar, y es absurdo pretender que lo hagan. Es ilógico pensar que, conforme el cronograma electoral avance hacia sus tramos decisivos, cambien los términos de la disputa en el terreno mediático, o en las redes sociales; o que se pueda revertir allí la relación de fuerzas abrumadoramente adversa; y ya quedó harto demostrado que haber corrido a Cristina del primer lugar de la fórmula tampoco logró que nos dejaran en paz.
Por eso, sin renunciar a esos terrenos, la pelea hay que darla en otros: como señala Artemio en el tuit de apertura, hacer política popular y democrática en serio, en los territorios, las organizaciones, los espacios de relacionamiento social, como corresponde a una fuerza política popular y democrática; que es lo que somos.
Sin enredarnos en disputas estériles con el tercio siquiátrico del electoral que constituye el núcleo duro de apoyos del macrismo y que quiere arrastrarnos al barro del odio y de la grieta, y sin contarnos las costillas en público entre compañeros, a días del comicio y cuando las prioridades son otras: ganar la elección.No puede haber nada más importante que eso.
Si alguno no lo entiende así, a lamentarlo por él, a intentar explicárselo -si hay tiempo y no hay nada mejor que hacer-, y a seguir adelante con la tarea de la hora: convencer voluntades, sumar votos, aportar lo nuestro para el objetivo colectivo.
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Ya pasó el tiempo de discutir alianzas y candidaturas, no es el momento de convertirse en sommeliers de campañas, afiches o spots publicitarios: a esta altura del partido el resultado de la elección está en la cabeza y el corazón de casi todos los argentinos, y si algún indeciso quedara, hay que ir por él; más que mirarnos el ombligo de las discusiones internas, o nuestras presuntas falencias: ya habrá oportunidad para eso. Hay que dejar de estar todo el tiempo esperando el "cisne negro" salido de las usinas del Duranbarbismo, que va a venir a transformar la victoria en derrota.
El gobierno propone una campaña del miedo, porque tiene miedo: miedo a perder, porque saben que están perdiendo; lo que quieren poner en discusión es por cuanto, y si podrán o no revertirlo. Todo lo que hacen y todo lo que dicen apunta en esa dirección, si se sabe ver.
Pero para nosotros eso no debe ser motivo de confiarnos y cruzar los brazos, todo lo contrario: llega el momento de consolidar la faena, y concretar el resultado que se palpa en la calle; en la charla mano a mano, con el vecino, el amigo, el compañero de trabajo; sin importar -como vienen remarcando Alberto y Cristina en la campaña cada vez que pueden- por quien hayan votado en el 2015, sino por quien podrían votar ahora.
Sin enojarse, sin putear, escuchando, argumentando, intentando convencer, reconociendo errores, pero con dos simples y sencillas preguntas, que nosotros podemos hacer, y el gobierno no, porque las respuestas los liquidan: "¿estabas mejor hacer cuatro años o ahora?" y "¿estás dispuesto a bancar cuatro años más de esto?"
Porque de eso se trata la elección al fin y al cabo: comparar las cosas en escala personal, humana, familiar, social y desde allí sacar las conclusiones correctas, para elegir que boleta poner en el sobre y de ahí a la urna: ellos van a querer que en esa boleta vayan los miedos, nosotros tenemos que apostar a que vayan las esperanzas.
Ellos están en la suya, problema de ellos. Nosotros vayamos a lo nuestro. Tuit relacionado:
No tenés ningún votante indeciso que convencer que te estás peleando con un compañero en las redes sociales?— La Corriente K (@lacorrientek) July 28, 2019
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